ciutat vella

Inmersión sefardí

Una visita guiada muestra las múltiples huellas de los judíos barceloneses a lo largo de la historia en el centro de la ciudad Una variada cena hebrea pone el broche al itinerario

Viaje en el tiempo 8Miguel Iaffa explica algunas claves del judaísmo en la sinagoga de Barcelona.

Viaje en el tiempo 8Miguel Iaffa explica algunas claves del judaísmo en la sinagoga de Barcelona.

ÓSCAR HERNÁNDEZ / Barcelona

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Shalom. Realizar una visita guiada por el Call, el barrio judío de Barcelona, tiene su encanto. Pero hacerlo de la mano de una guía recién llegada de Israel añade un punto. Si además se incluye una visita a la sinagoga más antigua de Europa, la experiencia se multiplica. Y si se remata el paseo con una cena judía en el majestuoso edificio de la Casa de la Seda entonces ya faltan palabras y líneas para explicar la experiencia, bautizada como Sefarad (España en hebreo).

Esto es seguramente lo que pretenden los responsables de Sternalia, una empresa especializada en organizar visitas turísticas a lugares especiales de Barcelona, desde el Observatori Fabra, con cena bajo las estrellas, al Palau Requesens, con gastronomía medieval.

Del Call a Montjuïc

«Me encanta explicar en Barcelona mi cultura y mis tradiciones»,cuenta Shon Ovadia, una guía israelí de 25 años. Cada sábado recoge a un grupo en el vestíbulo de la Casa de la Seda (Sant Pere Més Alt, 1) que dirige a pie hacia la Catedral. Tras cruzar una de las cuatro entradas de la muralla, llegan a Montjuïc del Bisbe, donde explica que la montaña, cuyo nombre significa monte judío, fue el cementerio de esta comunidad entre los siglos III y XIV porque la tradición impide enterrar al muerto cerca de los vivos. Pero hay una excepción: en la plaza de Sant Felip Neri yace un judío llamado Gracia. Una epidemia impidió sacar sus restos.

La ruta Sefarad depara otras sorpresas como la coexistencia de tres sinagogas, una de cuyas paredes siempre está orientada a Jerusalén, o que a los judíos les acusaban de brujería en la Edad Media porque no enfermaban de peste como el resto de barceloneses.«Pero la explicación era más sencilla. Su religión ya les obligaba a lavarse las manos y el cuerpo y a vigilar la pureza del agua y la comida en unos años con muy poca higiene»,aclara Ovadia.

En el paseo también se descubren piedras con palabras talladas en hebreo junto a la catedral. Esos ladrillos procedían de tumbas de Montjuïc, cantera de la ciudad, para construir el templo y los palacetes próximos. Pero la verdadera inmersión judía se produce en la sinagoga (Marlet, 5), que tiene 18 siglos de historia y donde Miguel Iaffa, director de la Associació Call de Barcelona, explica el origen del candelabro de siete brazos, que«este año es para los judíos el 5773»y por qué judíos y musulmanes no comen cerdo.

La ruta guiada acaba en la Casa de la Seda con un variado menú judío: desde mutabal de berenjenas a keftas de cordero y strudel de manzana. Ruta y cena cuestan 82 euros, pero hay ofertas para colectivos.