un vecino llamado... Pep Munné, actor

«En Sant Andreu no soy Pep Munné, soy simplemente, el Pep»

<b>El Sant Andreu de Pep Munné, </b>donde estudió y creció es, en la actualidad, lugar de receso para el actor. Los rodajes de la serie <i>Bandolera</i> (Antena 3 TV), lo mantienen afincado en el barrio de Chueca de un Madrid en el que reconoce que «se pasea menos que aquí».

Joan Mora El arte de emular objetos con mármolEL ESCULTOR Y AMIGO DEL ACTOR EXPONE SU OBRA EN EL 224 DE GRAN DE SANT ANDREU. EL TALLER GUARDA LÁPIDAS DEL VIEJO NEGOCIO FAMILIAR

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CARME ESCALES
BARCELONA

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Todo empezó en el campo de fútbol del Sant Andreu, el equipo en el que jugaba el padre de Pep Munné. El fichaje permitió a aquel joven igualadino conocer a su mujer. Ella, la madre del actor, había nacido en aquel barrio-pueblo. De gradas y porterías quedarían mucho más que recuerdos. Pep Munné, antes de dedicarse profesionalmente al teatro y al cine, jugó en el Rayo Vallecano y en la cantera del FC Barcelona.

Desde muy joven, pues, Madrid y Barcelona, se repartieron los días de Munné. Ahora, el actor reside desde 11 años en la ciudad del Rayo. En la del Barça, desconecta, junto a su familia, de rodajes y ensayos, en una amplia casa que hace esquina entre dos calles del más auténtico Sant Andreu, ese con viviendas de altos portales de madera y patios traseros con rosas y limoneros.

Sobre la mesa, junto a una taza de café, Munné repasa un guión ayudado por la calma de un barrio que el actor ya hizo suyo mucho antes de instalarse a vivir en él. «Hasta los 18 años viví en la Sagrera, pero, como estudié en el colegio deLos Padres, hacía mucha vida aquí. Al fin y al cabo, Sant Andreu y la Sagrera eran una misma cosa», señala. Como jugaba al fútbol, su vida social quedaba un tanto limitada de tiempo, pero, aún así, sacaba horas para tertulias, paseos en la Rambla y fiestas con música y baile. Propuso a los curas del colegio montar, en las instalaciones del centro, una discoteca.«La llamamos Pandora. Íbamos los domingos por la tarde. Era la época de los guateques», recuerda Pep Munné.

La ley antitabaco

Los cigarrillos formaban parte de aquellas fiestas y de las tertulias en Ca l'Albert (hoy bar Colombia), en la Rambla de Sant Andreu. «Era el lugar de encuentro todas las tardes, antes de retirarte a casa», explica el actor. Tertulias como las que allí hacía con sus colegas, y las que hoy continúa compartiendo con algunos de ellos y con jubilados del barrio «se las va a cargar todas la ley antitabaco», dice. Munné está molesto por forma, pero sobre todo, por el momento en el que ha llegado la prohibición de fumar en espacios públicos.«La crisis hace que muchas personas tengan una tensión en el cuerpo...», afirma. «A mí no me gustaba fumar por la calle y ahora, es casi el único lugar en el que puedo hacerlo, siempre y cuando no tengo una escuela cerca... La ley nos etiqueta como delincuentes. Si tan malo es fumar, el delincuente es el que fabrica el tabaco», opina el actor que tampoco está de acuerdo con prohibir las corridas de toros.

Chueca y Sant Andreu

«No soy ni de allí ni de aquí»,dice Munné. Avión y AVE lo mantienen en constante cambio de ciudad y de barrio, entre Chueca y Sant Andreu, aunque, por ahora, Madrid tiene más peso. Allí aprovecha su trabajo en televisión para iniciar también proyectos teatrales, como Casa de muñecas, la obra de Henrik Ibsen, dirigida por Amelia Ochandiano, en la que Munné actúa junto a Sílvia Marsó y Roberto Álvarez. La obra se estrenó en enero en Las Palmas de Gran Canaria. En abril, la presentará en Madrid, una ciudad en la que Munné está a gusto, pero es consciente de lo que le falta:«la pausa», dice. «En Madrid se va de un lugar a otro. En Barcelona, en cambio, todavía se pasea»,añade.

El bullicio del Madrid donde despierta el actor la mayoría de sus días,«de gentío constante por la calle, muchos de paso por la capital», lo compensan sus horas más tranquilas en Sant Andreu. «Aquí no soy Pep Munné, soy simplemente el Pep», afirma.

Sus partidas de burret -el juego de cartas de el burro- cuatro horas seguidas,«con pocos euros sobre la mesa», y sus tiros de pitch & putt, junto a la Meridiana le esperan.«Jugar al golf sin coger el coche es estupendo. Solo necesitas tiempo porque 30 euros al mes no es para considerarlo elitista. Es un deporte zen que requiere coordinación y favorece la relajación»,declara satisfecho por el descubrimiento tan cerca de casa.«Barcelona tiene lugares preciosos y una luz increíble. Y está muy bien que no pueda crecer más, así todo está a mano»,declara.«Aunque deberían cerrarse más calles al tráfico, para que los niños puedan volver a jugar a la calle. Ahora todo son medias tintas, ni puedes circular bien como conductor, ni los peatones pueden pasear tranquilos», señala el actor y padre de un niño de cinco años.