Los más dulces del barrio

Tres generaciones con las manos en la masa

El pastel es sinónimo de fiesta. Por eso, siete pastelerías del distrito de Les Corts ofrecen cada año un dulce de fiesta mayor con chocolate y mermelada como ingredientes básicos. Aquí faltan dos de estas pastelerías -Montrodón (Travessera de les Corts, 269) y Jaume (Joan Güell, 135)-, pero todas presumen de ser los rincones más dulces del barrio.

ÓSCAR HERNÁNDEZ

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Tres generaciones con las manos en la masa

MARCILLAS, RIERA BLANCA, 71

Marta Marcillas esboza una sonrisa franca e inmensa cuando habla de sus pasteles. Y no es porque los haya hecho ella, ya que es su hermano Eduard el que dirige el obrador, sino porque se siente orgullosísima y feliz de formar parte de la tercera generación de los Marcillas que endulza al mismo vecindario desde hace más de 150 años.

La muerte de sus padres puso a Marta y Eduard al frente del negocio, justo en el límite de dos distritos (Les Corts y Sants-Montjuïc) y dos ciudades (linda con L'Hospitalet). «Yo soy economista y aunque los pasteles los hace mi hermano, tengo un paladar muy bueno. También aporto ideas innovadoras como la pantalla del mostrador en la que proyectamos los pasteles del día», explica en un diminuto despacho ubicado en la trastienda. Y precisa que en la Marcillas elaboran «pastelería artesanal, sin aditivos, porque la crema y todo lo demás se hace como Dios manda». Y ahí están el merengue con maracuyá o con crema de limón ácido, el brazo de gitano con frutos secos y hasta un pastel de nata con fresones. «A mí me encanta este postre y por eso mi hermano se decidió a crear un pastel con esos ingredientes», apunta Marta Marcillas.

La economista pastelera se muestra encantada con el barrio en el que su familia abrió el negocio en 1945, muy cerca de la ubicación actual. Y agradece a sus vecinos que hace dos años escogieran su pastelería como Cortesenca de l'Any. «Fue emocionante recoger el premio con nuestra abuela de 90 años», recuerda.

El hermano imitador

BOAGES 3GRAN VIA DE CARLES III, 30

Jaume Pagés admiraba a su hermano, Joan Carles Pagés, dueño de la pastelería de la plaza de la Concòrdia. Por eso le siguió los pasos y se animó a montar otra con el mismo nombre en Les Corts. «Cada pastelería tiene sus productos, aunque las dos hacemos cardenales». Añade que lleva 27 años al frente de un negocio que vende sobre todo satchers. «Dicen que el nuestro es mejor que el de Viena», presume. Y lamenta que sus hijos no sigan su estela. «Este era un gran oficio, que daba mucho dinero, hasta que con el coche la gente empezó a irse los fines de semana».

De anuncio de tele

BOAGES 3 PL. DE LA CONCÒRDIA, 10

Entrar en Boages es viajar al pasado. Y salir a la plaza no ayuda a regresar. Los pasteles son como los hacía Joan Carles Pagés. Su viuda, Maria Teresa Bernadet Boadas, dirige el negocio en el epicentro histórico de Les Corts. Boages combina el segundo apellido de la dueña con el primero del marido. Ella explica que abrieron en 1976 «aunque la pastelería funciona desde 1955». Uno de sus pasteles preferidos es el cardenal, con forma del capelo que cubre la coronilla de los purpurados. El local, que comparte nombre con el de su cuñado, ha sido escenario de anuncios de televisión.

Artista y creativo

AINHOA 3 GALILEU, 335

«A los 14 años hablé con un pastelero para que me cogiera de aprendiz». Así explica Juan Antonio Etxebarria, dueño de la pastelería Ainhoa desde hace 28 años, cómo se metió en el oficio. En su obrador hace de todo. Satchers y brazos de gitano ganan, pero también hay dulces muy originales. «Un día una agencia de publicidad del barrio me pidió que hiciera el pastel que nadie me hubiera pedido y que siempre hubiese deseado hacer», ¿El resultado? «Bizcocho, helado en cubitos y canutillos y rizos de chocolate». «El pastelero es artista y creativo. Si no lo fuera, no aguantaría».

Bombón registrado

 NATCHA 3 AVENIDA DE SARRIÀ, 45

Marta Massaguer dirige Natcha, tras tomar el relevo de su padre, Isidre, jubilado pero que aún se pasa por el local. El significado del nombre del negocio, creado hace 52 años, es un enigma. «Mi padre quería un nombre que no fuera ni de hombre ni de mujer y que tampoco fuera apellido», cuenta la pastelera. De la amplia oferta del local, Massaguer destaca el chocolate. «En bombones, pasteles, galletas... mi padre hacía unas monas espectaculares». Y exhibe orgullosa la joya de la corona, el bombón de músico, que es marca registrada por Natcha, aunque muchos lo copian.