Goleada independentista

El paso de la manifestación independentista por el paseo de Isabel II, ayer.

El paso de la manifestación independentista por el paseo de Isabel II, ayer.

JOSE RICO / RAFA JULVE / Barcelona

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Elindependentismo catalán salió ayer definitivamente del armario con una gran demostración de fuerza que rebasó todas las previsiones, aspiraciones, sueños y anhelos habidos y por haber. Centenares de miles de personas se echaron a las calles deBarcelonapara reclamar sin medias tintas ni lecturas alternativas laindependencia de Catalunya, en la que fue la mayor manifestación en la historia del país. Todos los hartazgos sociales y nacionales de los catalanes confluyeron en una reivindicación común que colapsó el centro de la ciudad durante toda la tarde de unOnze de Setembre llamado a cambiar el paradigma de las relaciones con España. Pero tan rotundo fue el éxito y tan innegable su sello secesionista que la histórica marcha es, a partir de hoy, undesafío indomable en manos de un Govern que sigue aferrado alpacto fiscal, una propuesta convertida desde ayer en un objetivo de mínimos.

Todas las previsiones de participación en lamanifestación de la Diadase desbordaron, incluso para la plataforma organizadora del acto, la Assemblea Nacional Catalana (ANC). Se repitió la guerra de cifras, pero hasta las estimaciones más pesimistas reflejaron un gentío sin precedentes. Dos millones según los convocantes. Un millón y medio según la Guàrdia Urbana. Y 600.000 según la delegación del Gobierno en Catalunya. Los tres cálculos superaron a los realizados en la marcha contra el recorte del Estatut, el 10 de julio del 2010.

Los independentistas no necesitaron ahogar ninguna otra consigna porque solo se escucharon gritos a favor de la ruptura con España. La rabia por los recortes, los incumplimientos del Gobierno central, la incomprensión autonómica y el agravio fiscal y de inversiones fue canalizado hacia una misma proclama, y simbolizado por una bandera, la estelada, que arrasó de largo a la senyera, se convirtió en enseña de uso común y conquistó el centro del tablero político catalán, despojada ya de cualquier inhibición de antaño. Más sorprendente fue la escasa presencia de banderas europeas, a pesar del objetivo de internacionalizar la causa.

Catalunya, nuevo Estado de Europa. La pancarta principal que trató de abrirse paso en medio de la marabunta era suficientemente explícita, pero en el interminable desfile se pudo constatar que el clamor era incompatible con el pacto fiscal que el president,Artur Mas, quiere empezar a negociar el próximo día 20 con Mariano Rajoy en la Moncloa. Los manifestantes dejaron claro que consideran inútil esa estación y le impelieron a tomar ya el atajo del referendo, al que CiU siempre se ha resistido por miedo a fracturar el país y porque, como se alertó ayer desde Bruselas, la UE no acogería con los brazos abiertos a un Estado catalán.

Horas antes de la machada independentista, en el parque de la Ciutadella, Mas había dejado abierta esa puerta al advertir, en inglés y para la BBC, que si el pacto fiscal fracasa, «el camino de la libertad de Catalunya estará abierto».La prensa extranjera estaba atenta. El enésimoaviso a Rajoy --que tachó el lunes de «algarabía» la marcha-- sobre las imprevisibles consecuencias de otro portazo a Catalunya llevaba implícito un mensaje a la multitud que iba a atestar Barcelona: su compromiso con el pacto fiscal es irrenunciable.

BOMBA DE RELOJERÍA

En parte, el president ya tiene ante sí el «acto de afirmación» que reclamó a los catalanes para negociar en Madrid con más fuerza. Pero la respuesta ciudadana con la que se encontraron ayer el Govern y CiU demuestra que no han podido domar losefectos de su estrategia. Alimentaron el éxito de la manifestación guardando la mínima distancia institucional (Mas no asistió, pero sí nueve de los 11 consellers) y ahora tienen que gestionar una auténtica bomba de relojería.

El pacto fiscal, incluso en la línea del concierto económico, se ha quedado pequeño para buena parte del electorado de Convergència, pese a suscitar mayor apoyo social que la independencia, según los sondeos. Y esa mecha prenderá si Mas vuelve de vacío de Madrid, como la mayoría cree, y se resiste a abrazar desacomplejadamente la causa secesionista.

Tras la manifestación de ayer, la carta de las elecciones anticipadas con la que tanto juega el president se ha envenenado y la presión para incluir el Estado propio en su programa electoral puede serle incontrolable. Consciente de que sus decisiones a partir de ahora serán examinadas con lupa, Mas no tardó en reaccionar y, con la manifestación aún en marcha, anunció una comparecencia a primera hora de hoy para valorar el éxito de la protesta. Una nueva oportunidad para desvelar pistas sobre su plan B.

Mayor es el riesgo de indigestión en las cascadas filas del PSC. La Diada agravó la división entre la dirección que encabeza Pere Navarro y el sector catalanista, que, capitaneado por el alcalde de Lleida, Àngel Ros, se sumó a la protesta con su propia pancarta: Catalunya és Estat i som Europa. La cúpula restó importancia al hecho, pero la necesidad de actualizar el proyecto nacional del partido y superar un federalismo marchitado es cada vez más urgente. Pasó la Diada de la independencia. Hoy, 12 de septiembre, más que nunca, tot està per fer i tot és possible.