Análisis

La estrategia de la división

MARÇAL SINTES

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Llega la Diada, como la del año pasado, envuelta por el clima político generado por la áspera sentencia del Estatut. La reciente resolución del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya sobre la inmersión se encarga de recordarnos aquella sentencia, que no es ninguna broma ni por su significación jurídica ni, en especial, por el tipo de relación de Catalunya con el resto del Estado que prefigura. Que el PSOE y el PP hayan recurrido a la fuerza bruta para llevar a cabo una reforma exprés de la Constitución, la misma que suele agitarse ante las aspiraciones y necesidades de Catulunya como se blandiría un crucifijo ante el conde Drácula, contribuye a echar más leña al fuego.

El catalanismo o nacionalismo catalán se ha avivado en los últimos años, se hasoberanizado. La independencia ha dejado de ser una propuesta de radicales y alejada de la centralidad. Se esté en contra o a favor, el debate sobre si seguir insistiendo en el diálogo con España o trabajar en serio en pos de un Estado propio se ha normalizado. Sin embargo, el desplazamiento hacia el derecho a decidir, el soberanismo o independentismo, no es cosa de toda la sociedad. Existe una parte muy importante de los catalanes que se sitúa en la indiferencia o en la reticencia callada, además de una minoría que combate frontalmente al catalanismo. Abanderando a los combatientes por la españolidad se hallan dos partidos con presencia en el Parlament: el PP -que recurrió contra el Estatut- y Ciutadans.

Si ustedes les preguntan, responderán que al denostar la inmersión lo que buscan es garantizar derechos legítimos. Pese a ello, populares yciudadanosno son más que actores secundarios de una estrategia de fondo que persigue fracturar a la sociedad catalana. La estrategia (con sus principales fuerzas políticas, intelectuales, mediáticas y económicas en la capital de España) se basa en tensar la convivencia en Catalunya y propiciar la polarización de los sentimientos identitarios hasta enfrentar a unos catalanes con otros. Naturalmente, que su flanco preferido sea algo tan fundamental como la lengua catalana no es una casualidad.