LA JORNADA DE LIGA

Xavi y Messi intercambian sus papeles para aliviar a un gris Barça

El capitán guió al triunfo con un delicioso gol y Neymar y Leo sentencian en dos minutos (3-0)

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El mundo al revés. Xavi ejerció de Messi. Leo se disfrazó de Xavi. Y así, con tanta delicadeza en la jugada como en la eficacia del remate, los dos desgarraron al más que digno Eibar en una noche que empezó con malos modos. Malos modos en el Camp Nou --pitos a AlvesBravo siendo más decisivo con sus paradas que los delanteros llevando su récord de imbatibilidad hasta los 720 minutos-- hasta que ellos, los dos pequeños genios, trazaron una acción deliciosamente maravillosa. No solo por la trascendencia del gol sino porque demostró que el ingenio es capaz de derribar cualquier muralla. Xavi, Neymar y Messi, que se quedó sin atrapar a Zarra por las largas manos de Irureta, firmaron el triunfo azulgrana antes de ir al clásico.

Costó más de lo que indica el resultado final. Mucho más. Quizá se debiera  a que Luis Enrique cambiara anoche toda la sala de máquinas y el Barça perdiera su identidad. Se convirtió, a pesar de un inicio esperanzador, en un equipo irreconocible. Tanto que en los cuatro últimos minutos vivió con el agua al cuello. Primero Capa erró un gol a puerta vacía aprovechando el desorden defensivo de la banda derecha -Alves no estaba en su sitio; Piqué, tampoco- y el Eibar creyó que no tendría otra ocasión así. Pero la tuvo. Y en este caso fue con un excelente pase a la espalda de los centrales del Barça para que Saul Berjón se encontrara con el meta chileno. Cara a cara. Uno contra otro. Y Bravo, con astucia, acortándole el espacio, haciéndole también muy pequeña la portería, salió ganador del pulso.

MASCHERANO, EN EL MEDIO CAMPO

Esos dos inmensos sustos del Eibar llevó la preocupación al Camp Nou. Y, por supuesto, a Luis Enrique. Prescindió el técnico de Busquets y Rakitic (ambos en la grada) e Iniesta (suplente) y apostó por Mascherano, como si fuera el medio centro defensivo de Argentina -lo que ni Tito ni Tata hicieron nunca; sí, Guardiola-, Xavi y Sergi Roberto. El balón no iba nada rápido, el partido se hacía muy plomizo, la grada perdía la paciencia con los centros a ningún sitio de Alves. Se llevó el brasileño un par de buenas pitadas en el retrato de esa insustancial aportación ofensiva.

Un símbolo, en realidad, de la falta de ideas del Barça, enjaulado por el orden del Eibar de Garitano y frenado por las manos de  Irureta, un portero con buena pinta. Pasaba el partido y todo adquiría un aire sombrio y taciturno, lejos de la frescura y alegría que pretende trasladar Luis Enrique. No era su Barça. Y su apuesta por Pedro -él y 10 más anunció el viernes- tampoco le salió bien al técnico azulgrana.  Tuvo que ser sustituido después, eso sí, de que el Barça lograra, al fin, descerrajar al Eibar.

Y de la forma, curiosamente, más inesperada. Se vino Xavi a transitar, con la pelota cosida al pie, como hace toda la vida, oteando el horizonte del Camp Nou, mirando de reojo la muralla vasca hasta que conectó con Messi. Entonces, se encendió la luz de manera majestuosa. Los dos pequeños trazaron una pared celestial en el balcón del área. Fue cuando Messi se disfrazó de Xavi. Y Xavi tomó prestado por unos segundos el disfraz mágico de Messi.

LUEGO, COSER Y CANTAR

El pase salió de las botas de Leo, pero era obra maestra habitual de Xavi. El remate, delicado, sutil, elegante, preciso, con la derecha fue lanzado por el capitán. Pero pareció ser Messi quien evitó a cámara lenta la salida desesperada de ese excelente Irureta. Ya había salido antes Iniesta. Con el 1-0, todo fue coser y cantar. Luego, Neymar hizo bueno un centro de Alves y Messi quiso unirse a la fiesta aprovechando un bonito pase de Ney. Y Zarra aún puede esperar .