EL PARTIDO DEL CAMP NOU

Victoria tacaña

Vermaelen rescata al Barça para sumar el segundo triunfo por la mínima y evitar un escándalo arbitral

Alba felicita a Vermaelen por su gol.

Alba felicita a Vermaelen por su gol. / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Si es casi normal que Bravo mantenga la portería a cero (ganó el trofeo Zamora y el año pasado encajó los primeros goles en la novena jornada) no lo es que el tridente tenga tantos problemas para marcar. Aunque ese sábado se completara por primera vez al incorporarse Neymar. Y mucho menos que Thomas Vermaelen, el denostado Vermaelen, salve los muebles para que el Barça sumara la segunda victoria. Si Mascherano tiene curiosidad por saber cómo se siente Messi, el defensa belga experimentó antes esa sensación de ser decisivo y salvar al equipo.

El largo trecho que queda de campeonato restará valor al tanto de Vermaelen -en cualquier caso, tan admirable como el de Suárez en San Mamés- , que ha brindado una tacaña victoria al Barça. Por mínima. Como la inicial. Dos goles, seis puntos. La eficacia guía al equipo, que mereció llevarse una alegría mucho antes de que se la brindara el central, que primero ha limpiado su área y luego ha barrido la del Málaga con un zurdazo que expulsó las tinieblas que se abatían sobre el nuevo césped plantado. El Barça no pudo ganar (0-0 y 0-1 en el Camp Nou) ni marcar al cuadro malacitano en la Liga anterior.

Debió llegar antes esa victoria, que brinda 15 días de placidez hasta que se reanude la Liga, en el Calderón, ante el Atlético. Ha caído el triunfo como fruta madura. Porque tanto ha golpeado el Barça que a Kameni se le ha aflojado la mano en un centro de Alba dejando la pelota muerta en la frontal. En uno de los escasos ataques por la banda, cuando ya todos buscaban a Messi, ha aparecido de la nada Vermaelen. Además de evitar un disgusto, ha ahorrado una semanita de discusiones sobre los árbitros.

Tres penaltis han visto los culés sin ser señalados. En otros tiempos de carestía, el Camp Nou habría sido un volcán. Uno de Kameni a Suárez, una mano de Torres y un derribo de Angeleri a Suárez pudieron ser otras opciones que sumara el Barça a la amplia lista de oportunidades de gol; muchas, pero tan poco claras que apenas exigieron al meta hasta el segundo tiempo.

'BECKENBAUER' BRAVO

Aunque el campo hacía bajada hacia la portería del Málaga, Bravo se ha llevado un par de sustos, en un remate forzado de Cop y un disparo lejano de Juankar que ha pillado al chileno fuera del área, en su función de líbero. Bravo es el tercer defensa o el cuarto, según donde se encuentre Busquets, que ejerce de bisagra con los centrales: les ayuda a sacar el balón o a protegerles porque Sergi Roberto y Alba siempre están más adelantados. En ese momento, el meta evoca a Beckenbauer.

Los laterales, adelantados y abiertos, han ensanchado el campo para que el Barça gestionara su juego por la zona interior, hacia donde convergen Messi, Suárez y Neymar, con el problema, este sábado evidente, de que entonces el terreno se volvía a reducir. El Barça ha facilitado el repliegue del Málaga, con ocho futbolistas en el área; demasiados para que pudieran rematar los delanteros, que tampoco recibieron la ayuda de la segunda línea con Rakitic e Iniesta.

PAREDES IMPOSIBLES

Los interiores han participado tangencialmente en la construcción -bastante más Iniesta que Rakitic, que a veces no sabía donde meterse entre tanta muchedumbre-, obviados por la conexión directa Busquets-Messi: el mediocentro recuperaba, el delantero pasaba y remataba. Los pases convexos a los que se ha aficionado a hacer le han alejado del área; cuando llegaba, sus colegas le buscabon para una pared casi imposible. Incluso para ellos.

Un quiero y no puedo, denodado y constante,ha sido el ataque del Barça que ha acentuado su tendencia en buscar al mesías; la confianza y la dependencia de él es tal que siempre hay una última miradita buscándole a costa de perder unas décimas preciosas. Esa atracción no deja de estar justificada. Es el más fiable, el más constante: tres disparos del astro mancharon el chándal de Kameni, que ya no se ha levantado -ni él ni el Málaga- cuando le ha fusilado Vermaelen.