LA RETIRADA DE UN MITO HOLANDÉS

"¡Tú eres muy malo!"

El extécnico azulgrana era un hombre complicado, enfadado, desconfiado; en su trabajo los periodistas eran sus enemigos. Su imagen irritable dejó en la sombra sus logros deportivos

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EDWIN WINKELS

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Era una comida de Navidad, año 1999, en el Camp Nou. Del club, de la plantilla, del 'staff' técnico, de los colaboradores, de la directiva... Pero, en medio, Louis van Gaal tenía que levantarse de la mesa para presentar ante sus amigos de la prensa un nuevo ayudante, José Mari Bakero. Como suele ocurrir, los periodistas aprovechaban el momento para preguntar por otros asuntos de actualidad. De Rivaldo, por ejemplo, recién elegido mejor jugador del mundo, y que con el Balón de Oro bajo el brazo se atrevió a exigir al técnico abandonar la banda izquierda y jugar por el centro. Que se lo había prometido, o algo así.

Y por ahí iba la pregunta de Rafa Carbonell, de El País. Que si Van Gaal no había cumplido su promesa con Rivaldo, que si había roto un pacto del vestuario... Y se encendió el técnico holandés. Como nunca antes. En Holanda había un precedente parecido, cuando le espetó a un veterano periodista: '¿Soy yo tan listo, o eres tú tan tonto?'. Pero al menos no gritó.

FALTA DE RESPETO

Esta vez, en la sala de prensa del Camp Nou, empezó a gritar. '¡Tú eres muy malo!', con un ladrido incluido. Y ese '¡Interpretación! ¡Siempre negativa, nunca positiva!'. Frases para la historia. Pero después de menos de un minuto de gritos yo no aguantaba más.

Los periodistas -aunque los haya buenos y malos- no somos una clase de colegio, esa escuela para chavales difíciles donde Van Gaal fue durante años profesor de gimnasio. Aquí, nos faltaba al respeto. Y decidí levantarme. 'Ya está bien, me voy'. Rafa, a mi lado, siguió el ejemplo. Me despedí con un 'Feliz Navidad' antes de darle la espalda.

Ese Louis van Gaal era un hombre complicado, enfadado, desconfiado; en su trabajo, los periodistas éramos sus enemigos, jamás sus cómplices. En Holanda, Barcelona, Múnich, Manchester... Su segunda mujer, Truus, intentaba corregirlo. Sus mejores amigos también. «Louis, compórtate ante la prensa, ante las cámaras, tú no eres así». Porque ellos lo conocían como un tipo amable, familiar, con mucho interés por los otros. De cada jugador y su mujer y sus niños solía saber su cumpleaños...

SUSTITUTO DE ROBSON

Culpó a los medios de crear esa imagen equivocada de él, claro. Una imagen que en Barcelona, y también otros lugares, dejó a veces en la sombra sus logros deportivos. Cuando aterrizó en 1997, sustituyendo a Bobby Robson, fue recibido con los brazos abiertos por esa misma prensa a la que luego no soportaría. Era el hombre que iba a devolver el fútbol y los éxitos de la era Cruyff, el fútbol holandés con el que había ganado con el Ajax la Champions en 1995.

Y ganó dos Ligas y una Copa. El primer doblete desde hacía 39 años. Nada mal. El fútbol no era de lo mejor, pero el club necesitaba los resultados. Josep Lluís Núñez los necesitaba. Y ese holandés testarudo, retratado en Los Guiñoles de Canal+ con una cabeza de ladrillos, le ofreció además su amistad al presidente. Cada jueves comían juntos durante horas en el restaurante Azpiolea de la calle de Casanova; por primera vez, un entrenador le dejaba a Núñez hablar de fútbol.

EL PAPEL DE TRUUS

Cuando Núñez dimitió en el 2000, Van Gaal le siguió, renunciando a una indemnización. 'Le dije: Louis, piensa en nuestra jubilación, no dejes escapar todo ese dinero. Eran seis millones. Pero él decidió marcharse', recordaría años más tarde su mujer, Truus, en la revista Vrij Nederland.

Severo para sus jugadores, mejor aceptado por los jóvenes talentos que por las estrellas. Lo suyo era más formar a los futbolistas, amasarlos cómo él quería. El conflicto con Rivaldo no sería excepción. Luego se pelearía en el Bayern o el United con RibéryDi María Falcao.

Una Copa inglesa fue su último premio tras dos años para olvidar. Lo mejor hubiera sido dejar el fútbol en la cima, cuando, en el Mundial de Brasil-2014 llevó a Holanda sorprendentemente al tercer puesto. 

Truus, su gran amor después de que su primera mujer, Fernanda, muriese de cáncer a los 39 años, se lo iba pidiendo desde hacía tiempo: «Vayamos a disfrutar de la vida». En su casa en el Algarve. La muerte de su yerno y de su hermana, estas Navidades, finalmente le han convencido de hacerle caso a su mujer, a los 65 años.

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