El Valencia CF, campeón en despilfarro

La crisis acabó con el pelotazo previsto en Mestalla y frenó la construcción del nuevo estadio, a medio hacer

El Nou Mestalla, en obras.

El Nou Mestalla, en obras. / periodico

TONI MOLLÀ / Valencia

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El día que algún periodista se embarque en el proyecto de explicar la génesis y desarrollo de labancarrota valenciana, tendrá que dedicar un buen capítulo a la relación ruinosa, para los contribuyentes, que se estableció la pasada década entre los poderes político y económico y el mundo del deporte. El aeropuerto sin aviones de Castellón se ha convertido en el símbolo de la mundialmente conocida ruta valenciana del despilfarro, pero el inmenso esqueleto varado del Nou Mestalla o las desiertas instalaciones del puerto que acogió la 32ª edición de la Copa América también son testigos elocuentes de unos años de delirio que han acabado en "este gran lío", que diría Mariano Rajoy.

El partido que disputan mañana Valencia y Barça llega 48 horas después de que la Generalitat Valenciana haya asumido la propiedad delValencia CF. Es el final de etapa de aquellas relaciones peligrosas. Florentino Pérez fue quizá el pionero del urbanicidio deportivo con la recalificación del Santiago Bernabéu. El Valencia, como siempre, siguió el peor ejemplo. Gracias a la alcaldesa Rita Barberá y a una tímida oposición socialista, en la ciudad del Turia se calcó la jugada de la recalificación de Mestalla y se proyectó un nuevo estadio sobre suelo público (!) La misma Barberá aseguraba que Michel Platini "le debía una" (?) y que se la cobraría con una final de la Champions en el Nou Mestalla que, a partir de entonces, se convertiría en "el motor para generar nuevos ingresos" del club y la ciudad.

El proyecto para elevar elValenciahasta laChampionseconómica, en expresión de su entonces presidente Juan Soler, se completaba con una ciudad deportiva de nueva planta en Riba-roja, previa destrucción ecológica de la partida de Porxinos. El mismo Soler tildó la operación de "gran pelotazo" sin rubor. Pero los malos resultados deportivos y la crisis inmobiliaria sumieron al club en un infierno hasta el punto de que, cual enfermo imaginario, Soler padecía quincenales indisposiciones para evitar las pañoladas de la afición de Mestalla.

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