A 10 DÍAS DEL INICIO DEL MUNDIAL DE MOTOCICLISMO

Tumbando como Marc

El maestro 8 Márquez posa con el autor de este reportaje en el simulacro de carrera de ayer en Madrid.

El maestro 8 Márquez posa con el autor de este reportaje en el simulacro de carrera de ayer en Madrid.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS
MADRID

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Dicen que hay un director financiero de Repsol que quiere abandonar la negociación de un contrato de 2.500 millones de euros para descender a la planta baja e intentar colarse en el box que han montado para probar el simulador CKU con el que Marc Márquez y Dani Pedrosa, los dos pilotos que más y mejor inclinan (ambos han llegado a tumbarse con un ángulo de 63%), demuestran a un reducido grupo de periodistas no solo sus habilidades sobre la moto sino las sensaciones que un inexperto, un simple conductor de scooter, puede experimentar tumbándose en el asfalto, dando un golpe de gas y enderazando la moto de sopetón.

La experiencia es nueva. Marc y Dani suelen utilizar este artilugio, revolucionario, cuyo precio oscila alrededor de los 25.000 euros, para reconocer los circuitos nuevos, repasar aquellos en los que tienen problema y «entrenar cómo superar aquellas partes de los distintos circuitos que se nos atragantan», narraba ayer Márquez.

Rossi se ha comprado uno

Lo primero que hace el bicampeón de Cervera es pedirte tu peso para colocarlo en el miniordenador de la curiosa moto, idea y creación de Àlex Crivillé, su amigo Kini Muntada y Javier Ullate, exmecánico del nen de Seva y, desde hace años, con Jorge Lorenzo. Por eso el ingenio se llama CKU, las iniciales de cada uno de ellos. «Valentino Rossi ya tiene uno en su casa desde hace un par de meses», señala Muntada. Y Marc y Dani se lo están pensando, pues lo ven muy útil.

Márquez te aconseja que seas valiente cuando te subes a la moto. Tú, claro, te atreves a todo, pues sabes que ni te puedes caer ni mucho menos hacerte daño. «Para tumbarte, ¡es obligado tocar con la rodilla, el codo y hasta con el culo!, tienes que cortar gas, te tiras hacia la curva y para enderezar la moto, das un golpe de gas y ella ¡zas! se recupera sola. En la pista es más difícil, pues necesitas ayudarte del codo y la rodilla, pero aquí sube de sopetón».

La sensación es genial. Delante, en un plasma inmenso, aparece el trazado deseado (en este caso Jerez) y tú te crees tan bueno como ellos cuando eres un auténtico paquete. Plegar es fácil. Tumbarte hasta tocar con el codo, algo más complicado. Lo del culo se lo dejo a ellos y, sí, la recuperación de la moto es un subidón que no veas.

Si encima tienes a tu lado a Márquez, que abre los brazos y empieza a jalearte diciéndote «¡venga, venga, que el público te lleva en volandas!» o, cuando llegas a la horquilla de meta, te grita «¡ojo, ojo, que Lorenzo te la quiere jugar haciéndote un interior! ¡vigila!» y, nada más cruzar la bandera a cuadros, te dice «¡acabas de derrotar a Vale!», lo único que puedes hacer es creerte piloto. Y no. No.