El partido de Leverkusen

Triunfo para no dudar

El juego de Messi, la pegada de Alexis y la seguridad de Valdés ponen al Barça al borde de los cuartos

Alexis marca su segundo gol, y del Barça, tras driblar al portero Leno.

Alexis marca su segundo gol, y del Barça, tras driblar al portero Leno.

MARCOS LÓPEZ
LEVERKUSEN

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Messi jugó como los ángeles, Alexis remató mejor que nunca y Valdés paró como acostumbra. Tan simple parece y, a la vez, tan complejo es. El Barça silenció el Bay Arena de Leverkusen con un juego académico en la primera mitad, pero poco profundo, mientras en la segundademostró que no solo tiene fútbol sino también carácter para solventar el empate alemán guiado por un generoso Leo, disfrazado anoche de Xavi, sentado en la tribuna por lesión. Pero emergió el Messi más maduro, más comprometido, más inteligente, más decisivo.

Cuando los demás no quieren jugar a fútbol, el Barça insiste, diríase que de forma fanática, en sublimar un estilo, aunque no esté bien. El Leverkusen ya salió derrotado desde el vestuario, asumiendo que era imposible derrotar al campeón de Europa. Por eso, planteó una táctica tan ultradefensiva que colocó a 10 jugadores en el borde del área para proteger a Leno, su portero. Estuvo más de media hora sobreviviendo sin ver el balón, ni siquiera lo olía. Por delante de los alemanes, la pelota circulaba fluida, pese a que Sergio Busquets estaba algo impreciso. Pero con Iniesta en el campo, la luz de la habitación del Barça siempre está abierta.

SIN XAVI NI PIQUÉ/ Con paciencia, con orden, con el sosiego necesario, con la presión de Mascherano y Puyol, dos centrales que empujaron aún más al Barça al campo alemán, todo era más fluído. Sin chispa. Pero era una cuestión de tiempo porque Guardiola, que tuvo las bajas de Xavi (ese sóleo en la pierna derecha no le deja vivir tranquilo) y Piqué (los malos partidos se pagan con la grada), sabía que el equipo estaba conectado. La primera conexión era con el balón. La segunda, con Europa, y la tercera era que Busquets se olvidó de su maltrecha rodilla derecha y comenzó a tejer el fútbol como si fuera una sabia hilandera. Llegado el minuto 40, el Leverkusen se desperezó, cansado de perseguir desesperadamente un objeto redondo, al que ni tocaba, y cometió una tropelía. Avanzó cinco metros y Messi, que parece que no está, pero siempre está, descubrió un latifundio a la espalda del Leverkusen. Allí atacó el espacio Alexis como si le fuera la vida. Y ganó el guerrero chileno.

LEO ASISTE, ALEXIS REMATA / En ese delicioso pase de Messi, el Barça encontró el tesoro buscado. A partir de ahí, el partido debió calmarse, pero en el inicio de la segunda parte se vivieron esos momentos tan alemanes, asediando a Valdés, que tanto temía Guardiola. Así llegó el empate. Centró el lateral derecho Corluka y cabeceó Kadlec, el lateral zurdo, viniendo desde su área, superando precisamente a Alexis.

VALDÉS, UN PILAR / Ante ese tanto del Leverkusen, y cuando los alemanes querían llevar la noche al caos y el desorden, llegó una urgente reacción del Barça, sostenido, como suele ocurrir, por las manos de Valdés, un portero que no suele dejar tirado al equipo casi nunca. Pronto apareció Cesc para descubrir una rendija donde ya estaba ese niño maravilla chileno, empeñado en completar su mejor partido. Atacó el espacio, invadió el hogar de Leno, tuvo la pausa necesaria, dribló al meta y devolvió la calma con otro fantástico gol alexiano. Hubo, eso sí, ciertos minutos de desconexión en el centro del campo, producto de que el Barça todavía se siente tierno. Algo débil, malherido por esa situación desconocida que le toca vivir ahora.

Pero cuando le pasa eso, le basta mirar a Messi. Un partido majestuoso el suyo. Por lo que generó con el balón en los pies, a veces parecía más Xavi que Leo, retrasando su posición para servir asistencias como si fuera un quarterback de fútbol americano, estrellándose contra el palo una jugada de museo en el área del Leverkusen. Pero el fútbol tiene un punto de justicia poética, y Messi marcó el 1-3 que le liberaba de toda esa angustia con el gol. No así con el fútbol. Jugó con una sencillez deslumbrante, dejando solo ante Leno a Alexis, Pedro, Thiago y al propio Alves en el prólogo del último tanto del Barcelona. Otra delicia.

Antes, tuvo que aparecer Valdés para mantener el orden establecido, mientras un maduro Messi, de la nada, inventó un gol que le proporciona tranquilidad al Barça en Europa porque ya tiene el billete de los cuartos de final en las manos.