Análisis

Y el 'Topo' resucitó

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Yo sé que ustedes no creen en esas cosas. Pero yo también sé por qué ustedes no creen en esas cosas. Y lo entiendo. Lo entiendo perfectamente. Miren, si ustedes hubiesen conocido a nuestro amigo Jorge López, perdón, al 'Topo', el periodista argentino, casi casi catalán, casi casi afincado en Barcelona (deberían de ver las Sagradas Familias que dibuja su pequeño hijo Agustín), que fue vilmente asesinado durante el Mundial de Brasil por unos delincuentes y por quien llevamos meses pidiendo justicia, entenderían todo lo que ocurrió este martes en Barcelona y Múnich.

Lo entenderían porque sabiendo lo que el 'Topo' amaba al Barça, a Leo Messi, a la zamarra azulgrana, a todo lo catalán y la devoción que sentía, que sienten los suyos, por Pep Guardiola, entenderían que, allá donde esté (porque ese tipo está escondido en algún lugar donde tiene radio y hasta tele), empujó como solo él, poseedor de una fe ciega, una determinación única y un amor por los suyos infinitos, puede hacer.

Si Guardiola se enfundó la camiseta en la que pedía 'justicia para el Topo' en la conferencia de prensa más dura de la temporada, no fue, no, o también, sí, porque su amigo del alma Lu se la envió por mensajería, sino porque él, de quien nunca logré averiguar si también cree en esas cosas (pero anoche necesitaba toda la ayuda del mundo), sabía que ese 'Topo' iba a surgir de su madriguera, allá donde sea, y remataría dos veces de cabeza en menos de 23 minutos.

La serpentina de Iniesta

¿De dónde creen que recuperó 'Sweet' Iniesta la magia? Del subterráneo donde se esconde el 'Topo'. Porque cuando Iniesta sorteó a CabayeCavani y Verratti, dibujando una serpentina maradoniana, era el 'Topo' el que soplaba su avance. También a 'Sweet' lo persiguió el 'Topo' para explicarle al mundo las excelencias de este Barça que si no juega como antes, vence como siempre. Porque al 'Topo', lo único que le interesaba era que ganase el Barça. Y Guardiola. Y este martes, separados por muchos kilómetros, aunque con parecidos estilos (ni uno ni el otro son la octava maravilla del mundo, pero son), ganaron Barça y Bayern, vencieron los dos Barças, a lo grande, a lo bestia, a la magistral.

Yo sé que ustedes van a seguir sin creer en la leyenda de esa camiseta. Y se lo acepto. Pero, por favor, crean en el 'Topo'. Nosotros creemos tanto, tanto, que hasta le hemos dedicado nuestro libro de relatos de este año para Sant Jordi, apadrinado, cómo no, por Javier Mascherano, otro amigo de Jorge, otro que sabe lo que es vivir con el corazón y para el corazón, dejándose la piel por el fútbol, en el fútbol.

Hay noches, sobre todo las de Champions, en las que no solo es suficiente tener a Messi o que te entrene Guardiola. Hay noches en las que ni siquiera te sirve el dinero. No, amigos, no. No hay nadie con más dinero que ese jeque que se sentó en el Camp Nou y vio, de nuevo, perder a los suyos. Y hacer el ridículo al chulo, soberbio y sobradito Ibrahimovic, que no conoció al 'Topo', ni sabe quién fue. Por eso regresará a casa tras fracasar, una noche más, en el Camp Nou.

Cuando vi que Guardiola aparecía con la camiseta del 'Topo', supe que estaríamos en semifinales. Todos. Anoche puse en mi mesita de noche la Sagrada Família que me dibujó Agustín. Y ahí seguirá hasta la final de la Champions.