EL ADIÓS DE UN 'CRACK'

El tercer coloso

Riquelme se retira a los 36 años con la consideración de mejor jugador de Argentina de los últimos tiempos tras Messi y Maradona

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ABEL GILBERT
BUENOS AIRES

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«Se va el diez más influyente en la historia del Boca, entre los tops de Argentina que con talento se hizo un nombre en todo el mundo. El más grande, de lejos», escribió el diario deportivo Olé. En las tertulias, los cafés y las oficinas, se podrá discutir hasta el cansancio si Diego Maradona es mejor que Leonel Messi. Pero la mayoría coincidirá que, después de esos dos colosos, Juan Román Riquelme es el jugador que ha despertado mayor admiración y polémica en este país en las últimas dos décadas. A los 36 años, Román decidió decirle adiós a la práctica profesional. «Comienzo una nueva vida», le dijo al programa televisivo Sport Center.

En el último campeonato  vistió la camiseta del Argentinos Juniors, club en el cual había nacido futbolísticamente, al igual que Maradona. Lo ayudó a volver a la primera división. «Ahora estamos a mano», dijo. Algunos pensaron que volvería al Boca Juniors, el equipo más popular de la Argentina, pero Román está peleado con su presidente, Daniel Angelicci. Ahora sueña con ser presidente del club que dice representar a «la mitad más uno del país».

Los boquenses lo han consagrado su principal ídolo por encima del mismo Pelusa, que no ha perdonado nunca esa afrenta. Es que con esos colores, Román ganó todos los títulos por haber. «En el país no puedo vestir otra camiseta», dijo, al anunciar su retirada. Todavía se recuerda la memorable final de la Copa Intercontinental en Tokio, frente al Real Madrid de Raúl, Figo y Roberto Carlos, en el 2000. Boca venció 2-1 y un Riquelme veinteañero, con cara de niño, fue la figura indiscutible del encuentro.

Poco tiempo después, recaería en un Barça en el que Louis van Gaal le dejó en claro que no era su fichaje. «Fuimos a la rueda de prensa el presidente, el entrenador y yo. Nos sentamos los tres y luego Van Gaal me pidió hablar conmigo. Me llevó al vestuario y me mostró una mesa llena de vídeos. Me dijo: 'Usted es el mejor jugador cuando tiene la pelota, pero cuando la pierde nos deja con uno menos, aquí tenemos un sistema y usted va a tener que jugar de extremo izquierdo'».

Polémico y genial

Como sucedería muchas veces, Román contrarió las órdenes. «Yo me colocaba de centroampista. Y me decía que era desordenado, a él no le importaban los pases que daba. Después la cosa se complicó y me quitó. No era el Barcelona de hoy, ojalá hubiera jugado así». De esos años guarda una amistad con Iniesta y ningún rencor a Van Gaal: «Él fue honesto, y cuando la gente me dice las cosas en la cara me parece bien».

Brilló en el Villarreal, y en la selección argentina. Ganó la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Pekín, con Messi. Se peleó con Maradona y renunció al equipo nacional que fue a Sudáfrica. Se quedó sin jugar con el Leo que tanto admira.

Es cierto, no corría mucho, y menos a medida que pasaron los años, pero su mente era la más rápida. Se le va a extrañar. Ariel Ruya, del diario La Nación, dijo que Riquelme es, de algún modo, «Argentina misma. Talentoso, deslumbrante, ganador» y, a la vez,  «polémico, soberbio». Con el balón, Riquelme era «la poesía» pero, a la vez, el diez tenía un costado oscuro: «Enemigo íntimo, desafiante, peligroso». Ya es pasado.