Al teatrero Real Madrid no le va el amarillo

Suerte tuvo el Madrid de aquel gol de Morata en el minuto 94 ante el Sporting de Portugal, si no ahora sería colista europeo

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Suerte tuvieron de ese arrebato tan, tan, tan madridista, tan, tan, tan del Real Madrid, frente al Sporting portugués, aquel zafarrancho de combate en el que, suertudamente, Cristiano Ronaldo marcó, en el minuto 89, el empate y Morata remontó en el minuto que más les encanta a los blancos, el 94. Porque de haber perdido aquel partido que tenían perdido (y ustedes ya me entienden), el Real Madrid del salvador Zinedine Zidane y el bicho Cristiano Ronaldo sería ahora último de su grupo de Champions, ya que esta noche ha vuelto a vivir en el alambre y solo ha podido empatar (2-2) en Dortmund.

El equipo de Florentino Pérez lleva una racha curiosa. Si el Barça, por citar el ejemplo que nos sirve para todo (también para la crítica blanca, que siempre lo utiliza), jugase como juega el Real Madrid, es decir, agazapado atrás y lanzando flechas con el arco de Modric, se escribiría que los culés están acabados. Pero lo hace el Real Madrid, que va por delante (1-2) en el marcador cuando debería ir perdiendo 3-1, y todo parece controlado.

INCAPAZ DE GANAR

Vive el Barça la racha que cerró ayer el Real Madrid en Alemania, con tres empates frente (lo siento) a equipos asequibles (1-1 ante el Villarreal, 2-2 frente a Las Palmas y 2-2 contra el Dortmund) y la CUP pide que cierren el Camp Nou por despilfarro de más de 600 millones de euros. Esa racha, que tiene mucho que ver con el color amarillo (ya se sabe que la gente teatrera, y el Real Madrid lo es, detesta ese color) que visten los tres rivales que han maltratado a los blancos, no parece poner en peligro el proyecto del modelo de Mango, pero provoca dudas.

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No parece aún, no, llegado el momento de dudar del entrenador blanco aunque no se atreviese a cambiar a un Bale tan desacertado como CR7 ante Las Palmas. Tampoco por haberle quitado la titularidad a un impecable Casilla y devolvérsela a Keylor Navas, que cometió un tremendo error en el primer gol alemán y, aunque luego enderezó su actuación, no paró un solo balón, despejándolos todos con la misma habilidad (deberían buscar en el canal de Youtube: Keylor Navas y la peonza) que maneja el trompo sobre las palmas de sus manos. Admirable, sí, de ahí que no quiera sujetar ni un esférico y provocase que los alemanes tuviesen siempre una segunda posibilidad de rematar a puerta.

ZARANDEAR EL BANQUILLO

Es posible, sí, que las fuerzas protectoras de la Casa Blanca resten importancia a esta crisis amarilla. Les interesa. Han confiado demasiado en Zidane y en la BBC como para, a las primeras de cambio, en pleno mes de septiembre, zarandear el banquillo blanco. Pero no es menos cierto que, en cualquier otra época, tres empates consecutivos, repito, ante rivales que el buen Real Madrid, el Real Madrid de siempre, el glorioso, hubiese goleado, es para empezar a preocuparse. Porque, además, la crisis, la empatitis, se produce con todos los jugadores en forma (o casi) y la sensación de que el conjunto de Zidane está desaprovechando una preciosa ocasión para mandar, en serio, en España y en Europa.

Insisto, suerte de aquellos goles de CR7 y Morata, en el 89 y 94, ante el Sporting, de lo contrario la fiebre no solo iba a ser amarilla.