EL TORNEO PARISINO

Sombras para Nadal

El campeón afronta el Roland Garros más distinto desde su primer triunfo y en el que Djokovic le espera en cuartos

Nadal sirve durante un partido en el torneo de Roma.

Nadal sirve durante un partido en el torneo de Roma. / periodico

JAUME PUJOL-GALCERAN / BARCELONA

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Sucedió lo que ni Rafael Nadal ni Novak Djkovic deseaban en el Roland Garros que empieza este domingo. El nueve veces campeón en París y defensor del título se enfrentará al número 1 mundial y finalista el año pasado en unos posibles cuartos de final. Ninguno de los dos puede estar contento. El serbio, que este viernes ha cumplido 28 años,  porque se enfrentará antes de tiempo con el peor enemigo para ganar el único título que le falta de Grand Slam; el mallorquín, porque llega sin confianza suficiente para un nuevo reto.

La tierra debía ser el final de la travesía de Nadal en su retorno esta temporada después de seis meses de baja. Con  un solo título en un torneo menor como Buenos Aires de diez disputados hasta el momento, sus sensaciones no son las mejores. El habitual paseo de tierra de Nadal antes de París se saldaba por primera vez desde el 2005 sin ningún título y con cuatro derrotas. Un balance que no esperaba desde que acabó decepcionado la gira de cemento en Miami.

INESPERADO VÍA CRUCIS

«Estoy jugando con mucha ansiedad y muchos nervios en los momentos importantes de los partidos. No tengo confianza cuando golpeo a la bola. Es algo que tengo que arreglar y que arreglaré, en unos días, en unas semanas o en unos meses», se sinceró tras ser eliminado en tercera ronda del torneo de Florida por Fernando Verdasco. Una confesión inesperada en la que mostraba sus debilidades.

Ese exorcismo parecía que le fue bien en Montecarlo, el primer torneo de la gira europea de tierra, en el que decidió jugar con una raqueta nueva que, según dijo, le permitía «golpear la bola con más efecto y más potencia». «Llevaba tiempo pensando en cambiar, siempre hay riesgo cuando cambias cosas, pero me gusta esta raqueta y seguiré jugando con ella». Solo Novak Djokovic le cortó el paso en las semifinales y Nadal se marchó con la sensación de que las cosas empezaban a solucionarse.

Pero en Barcelona las sombras aparecieron de nuevo. El italiano Fabio Fognini se encargó de evidenciar que su progresión no era la que pensaba. Por segundo año consecutivo fue eliminado en casa. Esta vez en segunda ronda. Los síntomas de nerviosismo que le habían atrapado reaparecieron y la nueva raqueta no le ayudó tampoco a salvar la situación. Al contrario, se dio cuenta de que no tenía control con ella. «No voy a volver a hablar ni de nervios ni de la raqueta, hablaré solo de tenis», reaccionó molesto tras la dolorosa derrota para preparar el Masters 1.000 de Madrid. La penúltima prueba.

PARTIDOS PARA OLVIDAR

En la Caja Mágica recuperó su antigua raqueta y parecía que las buenas sensaciones. En semifinales se tomó la revancha de Australia contra Tomas Berdych, que le había eliminado, pero en la final volvió a montarse a esa noria en la que tan pronto está arriba como abajo. Murray lo aprovechó y le arrebató el título. «Hoy es de esos días que no vamos a recordar», admitió. Y el guion se repitió la semana siguiente en Roma. Nadal dio síntomas de recuperar sus mejores sensaciones, hasta que en cuartos de final Stan Wawrinka le eliminó tras remontarle un 6-2 en el tie break del primer set.

La mano inocente  de Maria Sharapova tampoco le ayudó mucho en el sorteo que este viernes se celebró en Roland Garros. La bola del cabeza de serie número 6 cayó en la peor zona.  Allí donde estaba Djokovic, a quien se podría enfrentar en cuartos. Un camino con un debut sin problemas con el desconocido francés Quentin Halys (304 del mundo), pero con peligrosas minas como Nicolás Almagro Alexandr Dolgopolov en segunda ronda, Grigor Dimitrov en octavos, y,  si ganase al número 1 mundial, le podría esperar en semifinales Murray, que le derrotó en la final de Madrid, o David Ferrer.

«Para ganar el torneo hay que ganar siete partidos. Eso es lo único cierto. Djokovic es el gran favorito, pero Rafael está a punto para defender sus opciones» valoraba a EL PERIÓDICO, su tío y entrenador Toni Nadal, el pasado miércoles antes de viajar a París y conocer el sorteo. Su opinión no ha cambiado. El técnico confiaba ciegamente en las opciones de su sobrino. «Es cierto que tenemos déficit de victorias y los resultados no son los que esperaba y le falta la confianza que da ganarlo todo como ha pasado otros años, pero creo que de tenis está fino y solo debe mejorar en su concentración para estar centrado en los momentos clave y ser más agresivo».

Nadal también se mostró seguro de sus fuerzas ayer tras el sorteo y su cruce con Djokovic. «Es extraño, pero podía suceder. Estoy listo para luchar. Este año es diferente, no siento que sea el máximo favorito pero soy uno de los candidatos», dijo. Y, puestos a pedir, si el nueve veces campeón de Roland Garros tuviera que pedir algo para levantar la décima Copa de los Mosqueteros el 7 de junio próximo en París sería «tener la energía y las piernas del 2005. Eso me bastaría, no necesito más».

Con esa energía ganó su primer Roland Garros y ahora, a punto de cumplir los 29 años (el 3 de junio próximo), ha tenido que «compensarla con otras cosas». La evolución ha valido la pena y esos 14 Grand Slams que tiene lo prueban. «La gente olvida pronto lo que ha ganado y empieza a dudar. Me parece una falta de respeto. Es un campeón extraordinario» sentenció Sharapova. Palabra de campeona.