Sobredosis de Red Bull

Webber (izquierda) y Vettel, con rostro serio en el podio de Sepang.

Webber (izquierda) y Vettel, con rostro serio en el podio de Sepang.

MIGUEL MARTÍNEZ

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No se recuerda un podio igual, todos cabreados. Vaya caras. Vaya cruce de miradas. Vaya puñaladas. Nadie puede rescatar un doblete, el de Red Bull, con los pilotos soltándose improperios, con el representante del equipo intentando poner paz. Hasta el tercero, Lewis Hamilton, tenía cara de amargado. No va con él subirse al cajón frenando a su compañero. «Creo que era Nico el que tenía que estar aquí», dijo en un arranque de honestidad.

No, el GP de Malasia no dejó contento a nadie. Bueno, puede que a Jules Bianchi, el chico de la Ferrari Academy, que, con el peor coche de la parrilla, el Marussia, acabó 13º. O Nico Hulkenberg (¡vaya pilotazo!) que, con un Sauber aún muy verde, anduvo peleándose con Kimi Raikkonen por la séptima plaza. Los demás acabaron cabreados.

Los Caterham, sonrojados por un novato; los Williams porque no saben qué le pasa a su coche; los Force India porque fundieron la carrera de Adrian Sutil y Paul Di Resta con la pistola en los boxes, algo parecido a lo que Jenson Button sufrió en su garaje cuando la lluvia disimulaba las carencias de su F-1; los Lotus porque el agua, la temperatura y el tráfico dejaron sin opciones a Iceman; los Mercedes porque no llegan al ritmo de los mejores, porque Nico Rosberg pidió adelantar a Hamilton («Soy más rápido», insistió; «Lo primero es el equipo», le contestó Ross Brawn; «Espero que os acordéis de esto», replicó el alemán); y Hamilton porque no le gusta que le ayuden.

Pocas sonrisas con el cava

Cabreados estaban en Ferrari porque Alonso abandonó en la primera vuelta con mucha dosis de mala suerte; porque ha caído a la sexta posición del Mundial con un coche ganador. Y porque Felipe Massa, el día en el que no estaba Alonso, se vino abajo en las primeras vueltas.

No, no había muchas sonrisas en Malasia, pero nada comparado con el follón en Red Bull. Los toros se embistieron en el podio. Es como si sus dos pilotos se hubieran bebido demasiados botes de su excitante bebida energética. Viendo la que se avecinaba, Christian Horner, el jefe del equipo, prefirió que fuera Adrian Newey, el hombre más respetado del equipo, quien subiera al podio a poner paz entre sus pilotos. Primero llegó al pesaje Vettel. Newey intentó rebajar la tensión hablando del comportamiento del coche, de las gomas... Y, luego, apareció Webber. No quiso ni mirarles, les esquivó, hasta que Vettel le intentó pedir disculpas. «Multi 21, Seb, multi 21», le espetó. No hacía falta más. Esa era la decisión del equipo tras la cuarta parada. Multi 21: el código ideado por el equipo para decir que se acabó la lucha, se respetan las posiciones, se asegura el doblete.

La carcajada de Alonso

«Tras la última parada todo estaba claro; el equipo me dijo que la carrera se había acabado, así que cambié los mapas de motor para asegurar el resultado como me pidieron. Pero Seb tomo sus propias decisiones...es así de agresivo... pero le protegerán... como siempre», se quejó Webber, sabedor de que el alemán es el ojito derecho de todos, especialmente de Helmut Marko, el amigo del dueño. Han creado un monstruo que ya no respeta nada. Todo el mundo recordó el accidente entre ambos en Turquía-2010. «Dimos las órdenes claras, pero Seb quiso ganar y pudimos perder 43 puntos. Seb ha de saber que, en la F-1, hay dos campeonatos, el de pilotos y el de constructores», remarcó Horner, el jefe al que no hizo ni caso.

Vettel quiso quitar hierro al asunto. «Bueno, es algo de lo que debemos hablar en privado». Con la victoria y el liderato del Mundial en el bolsillo, minutos más tarde y tras recibir el rapapolvo de sus jefes, pidió disculpas: «Ha sido un error por mi parte. Al final sentí que tenía buen ritmo y me vi más rápido. Deberíamos haber mantenido las posiciones, pero ignoré la orden. Metí la pata en esa situación. Asumí demasiados riesgos al adelantarle y debería haberme comportado mejor. Entiendo que esté molesto, así que debo ser honesto, decir la verdad y disculparme». Pura palabrería, ya verán.

El único que se divirtió, Alonso: «¡Vaya, para una vez que no subo al podio, la que me estoy perdiendo! No les vuelvo a dejar solos», fue su comentario en Twitter. Ya ven.