BALONCESTO

Sitapha Savané: «Es un orgullo que me valoren más como persona»

El pívot senegalés explica las claves de la exitosa temporada del Joventut y muestra sus ideales cívicos y políticos

Sitapha Savané, en el tunel de vestuarios del pabellón olímpico de Badalona.

Sitapha Savané, en el tunel de vestuarios del pabellón olímpico de Badalona. / periodico

LUIS MENDIOLA / BARCELONA

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La brillante actuación en la Liga Endesa del FIATC Joventut, tercero empatado con el Madrid y por delante del Barça, solo puede entenderse a través del rendimiento de jugadores como Sitapha Savané (Dakar, 20 de agosto de 1978), referente en el vestuario y rara avis en el mundo del deporte. Hijo de diplomáticos, su padre, Landing, sigue en la política activa. Su  madre, Marie-Angelique, es socióloga y alta funcionaria de la ONU. De sus padres adquirió una fuerte conciencia social, lo que no le hace descartar su pase a la política cuando se retire. Pero no se pone plazos. A sus 36 años, el pívot senegalés con pasaporte español vive una segunda juventud.

-Si les dicen antes de empezar la Liga el buen papel de la Penya, ¿se lo habrían creído?

-Ni nosotros ni nadie habría pensado estar en una posición tan privilegiada. Yo veía que teníamos mejor equipo que el año pasado. Con más experiencia. Pero cuando trabajas duro y no te pones techo, esto puede pasar. Lo que hace la diferencia es cómo nos hemos llegado a conjuntar.

-Lograrlo con un presupuesto de tres millones frente a otros de 25, ¿demuestra que los milagros existen?

-Yo creo que esta es una de las cosas que hacen el deporte tan atractivo. Quizá, en el día a día, el que tiene 25 millones siempre puede lograr más. Pero siempre aparece alguien que da la sorpresa. Este año nos ha tocado a nosotros. Cuando nadie se espera que logres algo y eres capaz de hacerlo, llena muchísimo más.

-¿Cuál es el secreto de una temporada tan buena? 

-No es una cosa de un día para otro. Creo que hay que dar mucho crédito a los técnicos y a la dirección deportiva por haber apostado por un proyecto y haber tenido la paciencia de madurarlo.

-¿No es algo habitual en el mundo del deporte?

-Vivimos en una sociedad que tiene poca paciencia en todo. Necesitamos la gratificación inmediata. Se ve en las redes sociales. El éxito de Twitter viene por eso: no me digas muchas cosas, porque no tengo tiempo que perder.

-Y la Penya, ¿sí que la ha tenido?

-Así es. Es un trabajo bien hecho. Casi artesanal. Cada año se ha ido analizando la temporada y poniendo piezas nuevas que ayuden a ir a más. Este año se ha acertado de lleno en los cuatro fichajes. Hannah, Suton, Vidal y Mallet. No solo lo hacen bien, sino que destacan en algún apartado estadístico. Si a eso sumamos que los que había antes han subido el nivel, el resultado es el tercer puesto.

-Maldonado decía el otro día que nadie espere una segunda vuelta como la primera. ¿Un mensaje para fijar los pies en el suelo? 

-Se puede soñar y ser realista. A nivel personal, siempre sueño con hacerlo mejor. Pero eso no quita para que sea muy consciente de mi edad. Lo mismo pasa en el equipo. Ahora en esta segunda vuelta, todos somos conscientes de la exigencia. Pero sabiéndolo, vamos a trabajar para hacerlo tan bien como en la primera vuelta. Quizá en cuanto a resultados sea muy difícil mantener el nivel, pero creo que aún podemos jugar mejor. Y lo mismo piensan todos en el equipo.

-Con esa mentalidad, ¿cuál es el objetivo cara a la Copa?

-El reto que siempre planteo al equipo es: vamos a salir a hacer el mejor partido posible. Y aun así, pueden ganarnos. Pero nos iremos satisfechos porque habremos hecho nuestro trabajo bien. Que vayamos sin ninguna presión es una de las armas a nuestro favor. No habrá presión y sí toda la motivación del mundo.

-¿Qué le parece enfrentarse al anfitrión, el Gran Canaria?

-Digamos que no lo celebré cuando vi el resultado del sorteo, porque es sabido que el Gran Canaria es el equipo donde he hecho gran parte de mi carrera en la ACB y mantengo muchas amistades. Y además de anfitrión, tiene un muy buen equipo. Es de los que nos puso en más apuros cuando nos visitó en la primera vuelta. Sabemos que va a ser muy difícil.

-Sus estadísticas en la Liga demuestran que vive el mejor momento de los últimos años. Es el mejor de la Penya en valoración (11,7) y el cuarto mejor anotador (9,8 puntos y 3,5 rebotes) en 19 minutos de media.

-En los últimos años, las lesiones no me habían dejado coger el ritmo que quería. Pero hay un trabajo físico, en verano principalmente, y el máximo de disciplina que lo explican. Con 23 o 24 años tiras de genética. Ahora, con 36, estoy cada día una hora después de cada entreno para hacer la recuperación. Pero ese trabajo se nota. Me siento mejor hoy, por ejemplo, que hace cuatro años, Empecé esta temporada, pensando que a lo mejor era la última. Pero tal como transcurre, está cambiando mi pensamiento inicial. Como decía Michael Jordan, dejaré de jugar el día que deje de mejorar.

-En Badalona se ha convertido en tres años en un referente, igual que lo era en Canarias, después de ocho temporadas.

-Según dice mi madre va con la personalidad de cada uno. Logras una conexión con la gente cuando además de buen profesional también te interesas por la gente del sitio donde juegas. No vienes solo con la mentalidad de estar de paso. Siempre he sido mucho de integrarme en el sitio donde vivo. Al principio, uno quiere ser reconocido como el mejor jugador posible. Pero a día de hoy me enorgullece que la gente me valore mucho más como una buena persona que no solo por lo que he hecho en la cancha.

-Usted admite que la influencia de sus padres es enorme. ¿Nunca tuvo la tentación de seguir sus pasos? 

-Siempre y la sigo teniendo. No descarto el paso a la política cuando deje el básquet. Todo ciudadano debería involucrarse en la vida política de su país. Lo que me mata es escuchar a gente que dice que pasa olímpicamente de la política. No deberían porque es lo que decide lo que pasará en sus vidas.

-Imagino que también comparte los ideales políticos de su familia.

-Somos gente de izquierdas. De lo que ahora se llamaría incluso la extrema izquierda. Es lo que escuchaba en mi casa y no me parecía nada extremista. Pero también he estado detrás de las línea enemigas. Me formé en la Academia Naval de EEUU. Allí hice mis estudios univesitarios de Economía. Chocaba siempre, porque el 90% de los estudiantes era republicano. Me encantaba ser el de izquierdas en aquel entorno. Además soy una persona a la que le encanta debatir. Eso ha cambiado algunos de mis planteamientos. Pero nunca me he echado atrás en defensa de mis ideales.

-Usted se instaló en España en el año 2000, cuando fichó por el Menorca. ¿Han cambiado los estereotipos respecto a África desde que llegó?

-Aún quedan. El cambio se verá en las generaciones más jóvenes, que han podido crecer con gente de otras razas y orígenes. Duele cuando se pone el enfoque negativo en la inmigración porque al lado siempre hay muchas más cosas positivas. Yo desde luego quiero que mis hijos se críen con gente de diferentes razas porque es lo que yo tuve en la escuela de las Naciones Unidas, cuando mi madre estuvo destinada allí, y fue una experiencia enriquecedora.

-¿Qué efecto producen en usted las imágenes de la valla de Melilla?

- Te rompen el corazón. Me acuerdo de una foto que sacaron desde un campo de golf que había muy cerca. Y no había mejor imagen de la desigualdad que vivimos a día de hoy. A veces pienso que si llego a nacer en la habitación de al lado del hospital podría ser yo el que estuviera ahí. No hay una diferencia tan grande entre el Savané, ídolo para algunos, y el chaval de esa valla. La gran diferencia es que yo he tenido oportunidades. ¿Cómo les digo yo a los jóvenes de mi país que no se suban a un cayuco? Cuando hablo con ellos me cuentan: «¿Qué otra posibilidad tengo?». Aunque estudien, no van a tener trabajo, no tienen ingresos, no pueden tener familia. Me dicen: «Es una muerte lenta. Prefiero jugármela allí, porque aquí siento que estoy muriendo poco a poco». ¿Qué contestas a eso?

-¿Esa es una de las razones por las que regresará a su país?

-Siempre lo he tenido claro. Es mi tierra. Siento que puedo aportar mucho. Ahora estoy estudiando un MBA para seguir mi formación. Senegal es um país muy joven, con un 50% de la población menor de 35 años y tiene un potencial brutal.