97 PASES BUENOS, 3 MALOS

La simplicidad y maestría de 'Busi' continúa asombrando

Busquets celebra su gol ante el Athletic, que supuso el 1-3.

Busquets celebra su gol ante el Athletic, que supuso el 1-3.

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A Sergio Busquets la pantalla de televisión siempre se le queda pequeña. «A este hay que verlo en el campo. ¡Es una pasada!», susurró un viejo aficionado vasco a su amigo en la tribuna de la Catedral. Visto en el campo, la figura de Busquets se agigantó de tal manera que completó un partido soberbio en Bilbao. Otro más. El gol, extraordinario el gesto de apuntar con el cuerpo a la escuadra izquierda para lanzar luego a la derecha de Iraizoz, tal vez sea lo de menos. Siendo como fue un auténtico golazo, porque retrató la insaciable ambición de un centrocampista que cabalga de área a área, aunque sea ya en el tiempo añadido de un trabajadísimo encuentro con el Athletic.

A Busi el campo se le hace pequeño. Lo ponga donde lo ponga Guardiola, mientras a Mascherano le da tiempo para ir tomando notas de cómo, dónde y de qué manera debe actuar y comportarse el medio centro del Barça. En teoría, es un medio centro defensivo.

Con Busquets, recién cumplidos los 22 años en julio, pese a que da la sensación que lleva toda la vida en el Camp Nou, esas teorías quedan fulminadas. Es capaz de jugar 90 minutos en San Mamés sin cometer ni un sola falta. Es capaz también de burlar todas las trampas rivales (recibió una sola falta), a pesar de que se mueve en el enrevesado cruce de caminos del centro del campo. Allí donde no hay apenas espacios, Busi encuentra latifundios; allí donde los demás se angustian con tanto tráfico, él siempre encuentra el atajo correcto para esquivar el atasco.

Cuando la pelota llega a sus pies, a veces parece tener un imán para atraerla, todo se aclara. El balón sale fluido, los rivales se angustian y el Barça juega entonces como si estuviera en el patio del colegio: 100 pases dio Busquets el sábado; 97 buenos y solo tres malos. Simplemente asombroso.