Análisis

Segundas juventudes

MANEL LUCAS

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Hay dos perfiles de jugador que gustan especialmente en el Espanyol. Por un lado, está el joven de la cantera, que ha crecido envuelto en blanquiazul y que comparte la cosmovisión del aficionado medio. Piensen por ejemplo en Tamudo, Jarque, Coro y tantos otros. Luego está ese futbolista que llega al club después de una carrera más o menos importante, con un cierto nombre, y que vive en el Espanyol una segunda juventud. Ese es el perfil que tenían Francisco, Pichi Alonso, De la Peña, y a esas circunstancias responde sin duda Sergio García.

Un futbolista que estuvo en la selección que ganó la Eurocopa del 2008, y que a sus 31 años se diría que está disfrutando su carrera como si acabara de estrenarla. Ayer se movía tanto por la derecha como por la izquierda, desplegando un talento y una confianza que en cualquier otro club más poderoso ya habría merecido una de esas definiciones hiperbólicas que profieren los comentaristas actuales.

Tampoco Stuani y Caicedo son chavalitos que comienzan, y está claro que su consagración deportiva está siendo perica. Los porcentajes goleadores de ambos en las últimas semanas se aproximan a los de los grandes nombres, y eso, siendo cuál es su equipo, resulta muy meritorio.

Poco acostumbrados estamos a estas rachas, y ya empiezan a escasear los adjetivos inéditos para calificar a los futbolistas. Y por supuesto, a un entrenador que tuvo un arranque tan tibio que hizo dudar al optimista más patológico, y que hoy llevaríamos a hombros a comprar el pan si nos lo pidiera. Sergio González, además, fue también uno de esos chavales de cantera de los que hablábamos al principio, y que ahora esté conduciendo el mejor periodo del equipo desde aquel final de Liga en el 2009, cuando Mauricio Pochettino nos sacó del pozo de puro milagro es una doble satisfacción; con un míster que se estrena en primera división y, prácticamente, en el oficio, llevamos cuatro victorias seguidas y tenemos las semifinales de la Copa del Rey a tiro, con goles de sobras y un juego de boca abierta (en realidad, si hablamos de goles está implícito el buen juego, no es concebible que un equipo como el Espanyol golee sin merecerlo).