La muerte de un futbolista de leyenda

Seguer, el gran comodín

El Barça de las Cinco Copas 8Ramallets, Seguer, Biosca, Segarra, Flotats, Bosch, Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón.

El Barça de las Cinco Copas 8Ramallets, Seguer, Biosca, Segarra, Flotats, Bosch, Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón.

FREDERIC PORTA

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«Del cros y la marcha atlética a un compás desenfrenado, de sinfonía patética, como un taxi desbocado, corre, vuela, se desplaza, dribla, arranca, trota, salta, corta, chuta, centra, pasa y no comete una falta». Al poco de conocerse el fallecimiento la noche del miércoles, a los 90 años, de Josep Seguer, Manel Tomàs, responsable del Centre de Documentació del Barça, desempolvó esta inmejorable definición del futbolista realizada en 1948 por la revista satírica El Once.

Seguer hacía de todo y todo lo hacía bien; así de fácil. Recién acabada la guerra, el chaval, nacido el 6 de mayo de 1923 en Parets del Vallès, aún compaginaba su pasión por el fútbol con la necesidad de echar una mano en la barbería familiar, conocida como Can Patetis, apodo que le acompañaría de por vida. Allí afeitaba la barba a payeses por cinco céntimos cuando se lo permitía la práctica del fútbol. Cada mañana le tocaba levantarse a las seis para llegar a Les Corts a las nueve y media si quería ser puntual en el entrenamiento. Iba en tren hasta la plaza de Catalunya, donde tomaba el tranvía 59, que le dejaba cerca del estadio, allá por la actual Illa Diagonal. Normalmente le acompañaba Marià Gonzalvo, que venía desde Mollet. Un Barça de dimensiones aún manejables, mucho más familiar y próximo, que pagaba al recién llegado Seguer 250 pesetas anuales de ficha, con sueldo mensual de 150 y un plus de 50 para sufragar ese trajín constante de desplazamientos.

De todo menos portero

Para el socio de Les Corts, Seguer era un seguro de vida que duró 14 temporadas (de 1943 a 1957) y la formidable cifra de 470 partidos, en los que llegó a marcar 133 goles, una cantidad más que respetable para alguien destinado al papel de lugarteniente. Su palmarés, todo un lujo: 5 Ligas, 4 Copas, 2 Copas Latinas, 1 Copa de Oro y 3 Copas Eva Duarte. Pocos clásicos pueden presentar esa hoja de servicios cuando cualquier título resultaba carísimo de conseguir si jugabas con el Barça.

Tal y como le gustaba señalar, salvo de portero, jugó en cualquier posición, sin importar derecha o izquierda, arriba o abajo. Su primera posición estable fue la de interior derecho, consagrado gracias a la consecución de una Liga en la que formaba frente de ataque junto a Basora, César, Badenes y Valle, delantera hoy relegada al olvido en la memoria histórica barcelonista.

Más tarde, cuando explotó el fenómeno Kubala, Seguer retrasó la posición porque delante había un auténtico overbooking de talento, y se adecuó a quedar encajado como lateral derecho en la alineación entre dos personajes realmente extraordinarios, el portero Antoni Ramallets y el central Gustavo Biosca, el gran Gitano, único superviviente ya del equipo titular del legendario Barça de las Cinco Copas (Flotats y Tejada también sobreviven de aquella plantilla extraordinaria).

Un hombre de club

La defensa de tres formada por Seguer, Biosca y Segarra se convirtió en referencial y, al lado de sus habituales compañeros, llegó a la selección española, donde fue internacional en cuatro ocasiones. El comodín por naturaleza también aprendió a marcar y se convirtió en secante habitual de las figuras rivales. Entre Seguer y Flotats acostumbraron a fastidiar las exhibiciones de Alfredo di Stéfano, quien contra el Barça nunca pudo ofrecer su extraordinario nivel de rendimiento habitual. De Seguer fue la firma del primer gol internacional logrado por el Barça en una Copa Latina, y a Patetis también le conocieron como el Diésel por su fiabilidad y destreza para solucionar sus tareas.

Entrega, pundonor, honestidad... son calificativos siempre presentes en la definición de Josep Seguer Sans, hombre de club a machamartillo, que jugó en el Betis cuando se acercó el ocaso de su carrera, pero que regresó de inmediato a casa para entrenar a jóvenes promesas, una vez colgadas las botas.

Seguer colaboró con Kubala en la creación de la primera Escuela de Futbolistas del Barça e hizo una corta carrera como segundo entrenador del equipo cuando llevaban las riendas técnicas el mito húngaro, Josep Gonzalvo y César Rodríguez, antes de pasar un trienio forjando promesas en el filial azulgrana. En la temporada 1969-70 hizo de técnico puente entre Artigas y Buckingham en el primer equipo.