Homenaje a dos ejemplos

Ramallets y Seguer

Ramallets y Seguer, de pie, en un partido en Les Corts.

Ramallets y Seguer, de pie, en un partido en Les Corts.

JOSEP MARÍA DUCAMP

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Son historia viva. Émulo del tiempo. Testigos de lo pasado. Ejemplo, incluso para el glorioso presente. Y advertencia de lo que está por venir en el irrenunciable ADN del Barcelona. El club y la Agrupació d'Antics Jugadors homenajea hoy a dos leyendas de la historia azulgrana:Antoni RamalletsSimónyJosep Seguer Sans.

Me niego a calificarlos con el socorrido soniquete deviejas glorias. Son dos chavales a punto de cumplir 89 años, uno, y cerca de 90, el otro. Ídolos de mi niñez a los que, pasado el tiempo, tuve la inmensa suerte de conocer y tratar ampliamente, en mi condición de periodista, primero, y de entrenador, más adelante.

Jamás he dejado de admirarlos, respetarlos y quererlos, aunque en nuestras respectivas facetas profesionales resultara lógico e incluso prudente mostrar cierto disimulo. Con permiso: voy a permitirme desvelar un secreto, en el caso de que alguien -veterano, obviamente- recuerde mi época de juvenil y sepa de lasclases particularesque, con 13 años, recibía de un fenómeno irrepetible llamado…Lasdislao Kubala. Cuando me veían lanzar un penalti, el comentario casi resultaba obligado: «Te lo ha enseñadoKubala». Pues no. Laszi revolucionó el fútbol con su llegada al Barcelona. El fútbol del club azulgrana y el fútbol de toda España. Nadie recordaba nada igual. Aquel chaval rubio y fornido nos enseñó a todos que había otra forma de entender -y practicar- este deporte. Pero yo había aprendido a tirar el penalti, con amago de cintura, viendo aJosep Seguer.

Recuerdo perfectamente cómo me impactó la primera vez que le vi lanzar uno. El de Parets jugaba en el reserva del Barça. No se había consolidado todavía en el titular porque era muy joven. Fue en un partido matinal en el viejo y entrañable campo de Les Corts. Yo era un niño y estaba justo detrás de la portería, muy cerca del portero al queSeguerse disponía a tirarle aquel penalti. Dos o tres pasitos justos, se acercó a la pelota, amagó con la cintura hacia la derecha del guardameta… y con un giro rápido y preciso, golpeó el balón con el interior de su pie derecho, enviándolo a la izquierda del portero. Un engaño simple y fácil… si se tiene, claro, la coordinación para hacerlo.

Aquella pena máxima deSeguertodavía la conservo, fresca y lozana, en mi memoria. Yo, muy jovencito, la ensayé desde aquel día una vez, y otra, y otra. Jugando con los amigos del barrio. En la calle -entonces se podía, sí-, en los campos de la Bordeta y en los de Hostafrancs. Sin él saberlo,Seguerhabía sido mi maestro. Por cierto, ahora caigo en la cuenta de que nunca se lo he dicho. Espero que lea estas líneas y con ellas reciba todo mi cariño, mi admiración y mi agradecimiento. Gracias, Patetis.

Con el paso de los años, uno de los mejores y más entrañables amigos que he tenido de aquel equipo inigualable de las cinco copas,Marià Gonzalvo III-a pesar de la amplia diferencia de edad-, me habló maravillas deSeguer. Josep es de Parets.Mariàera de Mollet. Juntos cogían el tren a diario para llegar a la estación de França y, desde allí, con el tranvía 59, se dirigían a Les Corts. Al entrenamiento. Pero 250 pesetas de ficha anual y un sueldo mensual de 50, más alguna que otra dieta, no daban para dejar de trabajar. YJosepregresaba a Parets después de entrenar para dedicarse a su profesión: barbero.

Como futbolista,Seguerfue un jugador todoterreno. Yo lo recuerdo jugando de interior. Algunas veces, de delantero centro. También jugó de medio. Y el 1 de junio de 1952, debutó con la selección española, formando un bloque defensivo completamente del Barça:Ramallets; Martín, Biosca, Seguer.

ConRamalletscoincidí en el Europa, cuando yo daba mis primeros pasos como entrenador en las divisiones inferiores del club de Gràcia y aAntonilo llamaron para entrenar al primer equipo. Curiosamente, sustituyó aVelasco. Y digo curiosamente porque fue aVelasco, precisamente, a quienRamalletssuplió en la portería del Barça cuando aquel sufrió una gravísima lesión. Era el año 1949. Y la explosión deAntoni fue meteórica, ya que apenas un año más tarde, en 1950, fue titular y gran figura del Mundial de Río.Ramalletsera un portero elegante, seguro, reflexivo, mandón. Templado y sobrio, aunque también espectacular si el caso lo requería. Y aviso para los más jóvenes: el mejor portero del equipo más completo en la historia del Barcelona, hasta la explosión del actual. Hoy, losPuyol,Xavi,Valdésy compañía han superado todo lo imaginable.

Y siAntoniera elegante en el campo, fuera de él no lo era menos. Un tipo esbelto y distinguido, tan esmerado que, un día,Modesto, el entrañable cuidador de los jugadores de la época, me desveló que en los desplazamientos cuidaba con mimo los pantalones de vestir deRamallets, que colocaba casi religiosamente debajo del colchón de la cama del hotel, para que no se desplanchara la inmaculada raya que los hacía inconfundibles. Yo sé que aAntoni no le gusta que desvele este secretillo, pero también sé que me va a perdonar porque los aficionados de hoy y de siempre deben conocer más y mejor a quien ha sido -repito- el mejor guardameta del Barça. Y un referente de toda la vida para el fútbol español y mundial. Recientemente, cuandoValdésrecogió el Zamora de Oro, se acordó del «señorRamallets». Un tipo que dice de su compañero de homenaje hoy que«Seguer ha sido un grandísimo jugador pero todavía le honra más el hecho de que es una mejor persona».

La amistad no puede vivir sin la estimación. Y los dos personajes que homenajeamos este sábado son dos grandes amigos. Y yo me atrevería a añadir que dos rehenes de la eternidad, en lo más íntimo de la historia del Barça.