LA RONDA ESPAÑOLA

Quintana se queda sin fuerzas

La Vuelta vuelve a la montaña, en vilo por la gastroenteritis del colombiano

Nairo Quintana, en un momento de la etapa de ayer.

Nairo Quintana, en un momento de la etapa de ayer.

SERGI LÓPEZ-EGEA

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Cuentan los ciclistas que lo peor, mucho más que un resfriado, un dolor de garganta y hasta una bronquitis, con fiebre y todo, es la gastroenteritis; porque quita las fuerzas y porque deja hecho polvo al corredor. «Ha perdido dos kilos», se lamenta Eusebio Unzué, el mánager del Movistar. Habla de Nairo Quintana, la gran tarjeta de presentación del conjunto de Telefónica en el Tour, el que atizó a Chris Froome en Alpe d'Huez, el que llegó segundo a París.

Abre el cristal corredizo de la furgoneta del equipo Alejandro Valverde. Sonríe, porque cada vez le duele menos la clavícula que se lastimó al caer en Alicante. Y cuando llega su compañero colombiano, cuando ve su cara de agotamiento, le da un beso; sí, un beso, en la cabeza, lo que arranca una sonrisa de Nairo. «Se llevan a la perfección, a ninguno de los dos les duele sacrificarse por el otro», así lo explicaba Juan Valverde, padre de Alejandro, mientras mostraba su casa, las bicis y los pósteres de su hijo, en el hogar paterno cuando la Vuelta llegó a Murcia.

Los ciclistas del Movistar, como los de todos los equipos, no cierran las habitaciones. Si la puerta se abre con tarjeta la dejan en la ranura. Hace unos años hasta habrían colocado alambradas con tal de que nadie viera lo que nunca mostraron a la prensa. Ahora, Jesús Hoyos se pasea de habitación en habitación. Hoyos es el médico del Movistar, el que cuida a Quintana con lo poco que le puede dar: la dieta y el reposo sería el mejor diagnóstico. Pero hay etapa. Hay esperanzas. «Nairo llegará hasta donde crea que puede llegar», indica el médico. «Se descolgó al inicio de la etapa y los compañeros tuvieron que ayudarle para que regresara al pelotón. Salió de Calatayud sin fuerzas», relata José Luis Arrieta, el técnico del Movistar.

Salió tan mal de Calatayud, desde donde partió ayer la 13ª etapa, que se llegó a temer el abandono. «Dos veces estuvo a punto de bajarse de la bici en la etapa de Andorra», cuenta Unzué. Fue el peor día, tras encontrarse mal la tarde anterior, en la jornada de descanso que el Movistar pasó en Soldeu. Amaneció con 38,5 grados de temperatura. Mucha fiebre para enfrentarse al infierno preparado por Purito Rodríguez (segundo de la general) a través de las cimas de su Andorra del alma.

FUGA Y VICTORIA / Quintana, ayer, aguantó y hasta mejoró. Incluso se le vio en las primeras plazas del pelotón principal en la fase final de la etapa, cuando sopló el viento frío del Moncayo, el que refresca los viñedos cercanos de Borja, uno de los mejores vinos de Aragón. Por eso se aliviaron compañeros y técnicos del Movistar, en una jornada en la que a Quintana, como al resto de figuras, entre ellas el líder, Fabio Aru, ya les vino bien que llegara la escapada

(23 ciclistas con casi cinco minutos) a la Tarazona que vio nacer a Paco Martínez Soria. El portugués Nelson Oliviera se presentó solo y ganó.

Quintana cruzó la meta con la duda de saber qué le aguarda el destino de la Vuelta. Malos tiempos para recuperarse de una gastroenteritis entre puertos de montaña y rampas tanto o más criminales que las de Andorra, como las que se anuncian para el lunes, en la gran etapa de Asturias, la tercera del nuevo capítulo de cimas en la ronda española, hoy, mañana y el lunes, a través de todo lo que se puede subir en bici en los verdes y bellos parajes de Cantabria y Asturias. Sigue la Vuelta sin suerte. Y he aquí una muestra. Chris Froome, antes de caer, en las calles neutralizadas de Andorra la Vella, se dirigió al coche del Sky. Habló por el pinganillo. «Veo que hoy voy a ganar». Y se ganó una caída. Una pena.