Yo quiero tener la mala suerte de Sainz
Muy pocos deportistas españoles pueden mostrar el brillante palmarés del campeonísimo de rallis español
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
EMILIO PÉREZ DE ROZAS
La broma, con la fiebre del twitter, de las redes sociales, ha ido a más. Hoy, como ayer, como en las dos últimas décadas, la mayor carcajada, gracia, es mofarse de la mala suerte de Carlos Sainz. Aquel fatídico “¡Trata de arrancarlo, Carlos! ¡Trata de arrancarlo, por Dios!”, de su copiloto Luis Moya cuando, a 500 metros de la meta del RAC de Inglaterra, de su tercer título mundial de rallis, su Toyota Celica quedó, en noviembre de 1998, bloqueado por una fuga de aceite, se ha convertido en una cantinela tan graciosa como injusta, dañina, impresentable.
PALMARÉS CASI ÚNICO
Por si alguien tiene alguna duda, Carlos Sainz es uno de los deportistas más relevantes que ha dado el deporte español y uno de los mejores pilotos de la historia del automovilismo. Pionero en el mundo de los rallis, donde España jamás pintó nada a nivel internacional, ha conquistado dos títulos mundiales (1990 y 1992, con Toyota), un título mundial de cross-country (2007), un Dakar (2010), ganando 26 de los 196 rallis que ha disputado y acabando en el podio casi la mitad de esas carreras: 97.
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Si Sainz encaja con deportividad esa burla, esa broma, esa mala suerte, es porque sabe que lleva 37 años en la cresta de la ola (su primer ralli fue el de Shalymar, con un Renault R-5TS Grupo I) y solo le importa la opinión, el juicio, el criterio de sus compañeros de profesión, que siguen considerándolo, a sus 54 años, uno de los mejores pilotos del mundo, de ahí su contrato millonario con la marca Peugeot para tratar de ganar otro Dakar.
BENDITA MALA SUERTE
El hecho de que la continuidad, la suerte, el resultado, la trayectoria de Sainz dependa y se juegue en un deporte mecánico, donde el coche y el resto de adversidades que rodean cualquier carrera, hace que la posibilidad de sufrir percances, accidentes, averías y/o errores aumenten paralelamente a la peligrosidad y velocidad con la que se compite.
Cuando le preguntas a Sainz qué opinión le merece aquellos que se mofan de su mala suerte, contesta: “No merecen opinión alguna. Lo único que puedo decirles, tras 37 años como profesional, es que miren mi palmarés. Bueno, eso y pedir para todos los deportistas españoles, para todos, la misma mala suerte que he tenido yo a lo largo de mi brillante carrera deportiva y, por supuesto, la posibilidad de defender en la vida tan bien como me he defendido yo para sacar mi familia adelante”.
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