AVENTURA POR TIERRA Y AIRE

El que no corre, vuela

El austriaco Stephan Gruber, uno de los participantes en la Red Bull X-Alps 2015, durante los entrenamientos previos.

El austriaco Stephan Gruber, uno de los participantes en la Red Bull X-Alps 2015, durante los entrenamientos previos. / periodico

JORDI TIÓ / BARCELONA

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No hay nada que le mosquee más que ver pasar a los rivales surcando el cielo por encima de su cabeza cuando él ya anda con los dos pies en el suelo. Señal de que las cosas no van bien. Nada bien. «Se te queda cara de tonto», suelta el navarro Iván Colás, quien desde ayer (justo el día que cumplía 36 años) solo tiene una cosa entre ceja y ceja: mantenerse en el aire el mayor tiempo posible con su parapente ya que todo lo que pueda avanzar en compañía de pájaros serán kilómetros que no tendrá que hacer corriendo con 14 kilos de material a la espalda.

Es lo que tiene participar en la Red Bull X-Alps, una de las pruebas extremas más exigentes del mundo que este año cumple la séptima edición. ¿El reto? Cubrir en el menor tiempo posible los 1.038 kilómetros que, en línea recta, separan Salzburgo (Austria) de Mónaco. ¿Cómo? Volando y/o corriendo. Aunque a veces también toca escalar o cruzar algún glaciar con esquís, según el gusto y las habilidades de cada participante.

En lo que todos están de acuerdo, sin duda, es en que no hay nada como surcar los cielos. «El vuelo te relaja y avanzas mucho más rápido, pero también es un peligro porque si te distensionas pierdes concentración y tu vuelo puede durar menos de lo que has previsto. Y una vez en el suelo, te toca patear». Justo lo que tratarán de evitar los 32 participantes de esta prueba que atraviesa los Alpes con una sola obligación: cruzar los 10 puntos de paso que marca la organización, entre ellos el Mont Blanc (4.810 metros) y el Cervino (4.478 m.), con el límite máximo de 12 días.

«El recorrido lo eliges a tu gusto, y volar o correr depende de ti, de la estrategia, de los partes meteorológicos que muchas veces obligan a cambiar los planes y de los puntos de despegue que tengas estudiados», explica Colás, un escalador reconvertido en parapentista desde el día que descubrió que era  «mucho más divertido y rápido bajar volando desde lo alto de una cumbre que haciendo rápel».

Tanto le gustó, que en el 2007 se convirtió en campeón de España absoluto de la especialidad. Y en el 2014, repitió título en la clase Sport. Aunque en esta ocasión la cosa tenía mucho más mérito. «En el 2013 tuve un grave accidente, en el Barranco del Infierno, en Tenerife. Un cordino se me quedó enganchado en el parapente, estaba cerca del suelo y no pude hacer las maniobras de emergencia. Total, que me fui al suelo y sufrí una triple fractura vertebral. Es lo malo que tiene este deporte», cuenta este pamplonés, tozudo y competitivo. «Seis meses después de la caída, ya estaba volando de nuevo y gané el título en la clase Sport». Y por eso compite en la Red Bull X-Alps, cuyos organizadores valoraron su capacidad de superación y le mandaron una invitación para participar en la prueba.

Colás contará con la ayuda de dos asistentes (Igone Elejalde, también parapentista, e Iñigo Arizaga, todo un maestro en el arte de volar y un crack de la meteorología) que le facilitarán los avituallamientos, le ayudarán a estudiar las previsiones del tiempo y a marcar la estrategia. Algo fundamental. «A partir de las 22.30 horas, tenemos la obligación de pararnos allí donde estemos, y no se puede volver a iniciar la marcha hasta las cinco de la mañana. Por eso es fundamental tener estudiada la ruta, ya que no es lo mismo tener que pasar la noche a 3.500 metros que en la parte baja de un valle».

PUNTOS DE PASO DIFÍCILES

Solo un día está permitido continuar la marcha en plena oscuridad gracias al «pase de noche» que concede la organización, una jornada que todos tratan de exprimir como un limón para avanzar la mayor distancia posible.

Colás parte con la ilusión de ganar, aunque ese sueño lo marcará el día a día de la carrera. «El que más vuela es quien tiene más posibilidades de llegar el primero», sentencia, consciente de que recorrer entre 60 y 80 kilómetros diarios por el cielo ya es toda una gesta (el récord de la prueba está en 300 km en una jornada). Sin embargo, la prudencia, por más que desee elevarse, le mantiene con los pies en la tierra. «Dicen que esta edición será la más dura porque han marcado puntos de paso de vuelo muy complicados. Así que creo que tendremos que correr más que volar». Y un día sin poder desplegar el parapente puede significar tener que hacer hasta dos maratones a pata. Y cargado como un mulo. Tan duro lo pintan que hasta se atreve a vaticinar: «Es posible que nadie llegue a la meta... Sí, sí, es algo que se puede dar sin problema». Con el divertimento añadido de que a partir del tercer día se elimina al último clasificado de la etapa. Ya ven, todo son facilidades.

Pero nada asusta a Colás, que ha tenido que invertir tantas horas en duros entrenamientos como en buscar patrocinadores para cubrir el presupuesto (unos 20.000 euros cuesta participar). «Eso es lo más duro». Por eso agradece a marcas como TwoNab, Compressport, Salewa o Etixx, entre otros, que le permitan vivir este sueño. Desde ayer ya es cosa suya, de lo mucho que pueda volar con el parapente. Si no, le tocará correr.