El 'Profesor' cateado

ARSÈNE WENGER, de 65 años, no ha ganado ni un título europeo en sus 19 temporadas en Londres. El batacazo contra el Mónaco en la Champions agita a una afición harta de fracasos

Wenger se lamenta durante el último partido ante el Everton en Londres.

Wenger se lamenta durante el último partido ante el Everton en Londres.

RAÚL PANIAGUA / BARCELONA

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Llegó a Londres el 1 de octubre de 1996 como un desconocido. Su fichaje generó recelos entre la afición, pero Arsène Wenger (Estrasburgo, 1949) se ganó el respeto con títulos y buen fútbol. El Profesor -así le llaman en las islas, donde le dedicaron incluso un libro con este título- se convirtió en un personaje respetado y admirado por sus ideas y corrección. Licenciado en Económicas, estudió también Sociología y habla seis idiomas. Elegante, con un discurso educado y perfecto, cautivó a todos, hasta el punto de que cumplirá dos décadas en el Arsenal si la paciencia no se agota antes. Tiene contrato hasta el 2017, pero los resultados no acompañan. El repertorio de excusas está agotado y la colección de fracasos repleta, con la derrota ante el Mónaco en la ida de los octavos de la Champions (1-3) como último episodio.

Aunque sigue la estela de longevidad de sir Alex Ferguson, quien estuvo 26 años en el Manchester United, sus cifras poco tienen que ver con las del caballero escocés, que consiguió 38 títulos con los diablos rojos. Wenger lleva 13 con el Arsenal, 11 de ellos en su primera década, en la que conquistó tres ligas (1997-98, 2001-02 y 2003-04).

El nuevo estadio

En sus inicios en Highbury revolucionó los cimientos del club londinense. Cambió la dieta de los jugadores al considerar que comían poca verdura y demasiada carne, y coordinó un vestuario con futbolistas de hasta 14 nacionalidades. Procedente del Nagoya de Japón, donde estuvo un año y medio, generó un tremendo entusiasmo en Inglaterra. Descubrió a Cesc, dio vidillla a estrellas alicaídas como Henry, Bergkamp, Vieira y Kanú, y conformó un excelente equipo. Ni siquiera la ausencia de jugadores ingleses fue un impedimento para desarrollar su trabajo con solvencia.

El punto de inflexión en el Arsenal tuvo lugar en la final de la Champions del 2006 en París. El Barça se impuso (2-1) a un notable rival, con astros como Cesc, Ljungberg, Pires y Henry. Wenger, que ya había perdido la final de la UEFA del 2000 contra el Galatasaray, prolongó su vacío en Europa. El equipo, que levantó su última Premier en el 2004 sin perder ni un solo partido, y con 30 goles del pichichi francés, comenzó su declive.

En esa década negra tuvo un papel fundamental la construcción del Emirates Stadium. Los dirigentes pensaron en el 2005 que Highbury, con sus 38.000 espectadores, se había quedado pequeño y apostaron por un nuevo campo, inaugurado un año después. Ese traslado a un majestuoso hogar supuso para el Arsenal una deuda de 530 millones de euros. Ahora caben 60.000 personas, pero la calidad del bloque se resintió, lo que sirvió de excusa a Wenger para maquillar sus fracasos.

El plan de austeridad ha concluido. El club compró en el 2013 a Özil por 50 millones y este curso ha batido su récord de inversión en fichajes con 120 millones, 42 de ellos en el exazulgrana Alexis. Welbeck, comprado al United por 20, y Gabriel, el excentral del Villarreal (15 millones), han sido otras adquisiciones.

En mayo del año pasado Wenger rompió una sequía de casi nueve años sin títulos al vencer al Hull City (3-2) en la final de la Copa en Wembley. Unos días después, y tras superar la barrera de los mil partidos en el banquillo londinense, Wenger renovó hasta el 2017, con el sueño de acabar con su vacío europeo. El equipo cayó en las cuatro últimas temporadas en octavos de la Champions. Los rivales eran duros y también valieron de excusa (el Barça, el Milan y el Bayern en dos ocasiones), pero el último batacazo ante el Mónaco ha irritado a una afición harta de las burlas de sus adversarios.

Pique con Mourinho

La prensa atacó con dureza al técnico. «Se está quedando sin ideas y sin excusas. Patético, caótico, inocente», se leyó, por ejemplo, en el The Telegraph. El equipo es tercero en la Liga, a nueve puntos del Chelsea, una posición aceptable, pero los números globales son duros. En la última década, el Arsenal es el quinto conjunto de las islas en títulos. United (15), Chelsea (13), Liverpool (5) y City (5) superan a los londinenses (3), que han tenido que conformarse con premios menores. «Fuimos suicidas contra el Mónaco. El corazón pudo más que la cabeza y eso no es suficiente a este nivel. Fue una desilusión, nunca dejas de sorprenderte», reflexionó Wenger que, encima, fracasó ante su exequipo.

Las desgracias del preparador alsaciano, al menos, alegran a más de un colega. Tuvo piques con Ferguson y no se habla con Mourinho, con quien llegó a las manos en la pasada Liga. «Wenger es un experto en fracasos. Yo no estoy acostumbrado a perder como él», atizó el portugués, que el pasado domingo conquistó con el Chelsea su primer título desde el 2012. Lejos quedan los tiempos de veneración a Wenger, que fue pretendido por Joan Gaspart para el Barça en el 2001. Dos años después, Florentino Pérez también se entrevistó con él en busca del relevo para Del Bosque.