UNA CRISIS MAYÚSCULA AZOTA AL SUBCAMPEÓN

La revolución francesa

Los jugadores 'bleus' se niegan a entrenar por la expulsión de Anelka y atacan a la federación

Anelka

Anelka / GUILLAUME HORCAJUELO

RAÚL PANIAGUA
JOHANNESBURGO / ENVIADO ESPECIAL

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Francia se juega mañana su supervivencia en el Mundial, pero nadie habla de fútbol. La expulsión de Anelka por insultar al seleccionador («vete a tomar por culo, sucio hijo de puta», le dijo) ha causado una revolución descomunal. Los jugadores se negaron ayer a entrenar, el capitán Evra se peleó con el preparador físico, el delegado federativo regresó a París para «no sufrir más vergüenza» y Raymond Domenech leyó una carta de la plantilla contra la federación. Franck Ribéry, la estrella de los bleus, resumió a la perfección el terremoto que agita al país: «Somos el hazmerreír de la gente. Todo el mundo se cachondea de nosotros».

La imagen quedará registrada para siempre en la historia del fútbol francés. Los jugadores acudieron al campo de entrenamiento a las 16.00 horas. Saludaron y firmaron autógrafos a los 200 aficionados, mientras el capitán Evra hablaba con Domenech en el centro del campo. La decisión ya estaba tomada: la plantilla no se entrenaba. Huelga en solidaridad con Anelka. Solo faltó que se escenificara la toma de la Bastilla.

EVRA, CONTRA EL PREPARADOR FÍSICO / El lateral del Manchester United entregó una carta al entrenador, que la leyó ante los medios: «La federación francesa nunca ha intentado proteger al grupo. Ha tomado una decisión unilateral basada en hechos relatados por la prensa. Como consecuencia, y para mostrar nuestra oposición, hemos decidido no entrenar».

El preparador físico Robert Duverne, indignado con el esperpento que estaba viviendo, tuvo un fuerte altercado con Evra. La intervención de Domenech fue decisiva para evitar una refriega a puñetazos. El capitán quizá pensó que Duverne era el traidor que filtró la palabras de Anel-

ka a L'Equipe, aunque luego lo desmintió. Encontrar al chivato es un asunto de Estado. «Alguien habló demasiado. Me quitaré un peso del estómago cuando sepamos quién es», apuntó Ribéry, que pidió «perdón» a todos los franceses.

RIBÉRY, ACONGOJADO / La aparición del astro, en zapatillas de andar por casa, interrumpiendo una entrevista en directo de la televisión francesa con Domenech, tampoco tiene desperdicio. Casi entre lágrimas, el jugador del Bayern se aferró al micrófono y reflejó su amargura: «El grupo ha explotado. Estoy sufriendo mucho y lo digo con el corazón. No hemos sudado la camiseta como hubiéramos debido. No entiendo lo que ocurre, pero desde la Eurocopa del 2008 solo hay problemas».

Ribéry defendió a Anelka, al que vio marcharse «llorando» de la concentración. «Lo que se ha dicho de él no pasó. Yo también me he cabreado a veces con el técnico». Y desmintió estar enfrentado a Gourcuff. «No soy el cabecilla de nada», recalcó. Para añadir más surrealismo, intervino John Terry, compañero de Anelka. «Nico es un buen tipo y un futbolista fantástico», afirmó el central del Chelsea, que también vive un ambiente convulso con Inglaterra.

En ese escenario de peleas y caza de brujas, Domenech apura sus últimas días. «La gente no puede imaginar la tensión que estamos soportando. El problema lo habría resuelto de modo interno, pero al salir en la prensa la decisión es correcta», comentó el seleccionador. En plena crisis, se produjo la dimisión de Jean-Louis Valentin, director-delegado de la federación: «Es una vergüenza para los franceses, para los jóvenes que están aquí y para la federación. Me vuelvo a París». El mismo camino puede seguir el equipo, que afronta mañana un duelo decisivo inmerso en una revolución sin precedentes.