LA COPA CONFEDERACIONES
Neymar estrena el torneo con un golazo de volea
El nuevo delantero azulgrana encarrila el triunfo de Brasil ante Japón a los tres minutos y rompe una sequía de 9 partidos (3-0)
Un estadio teñido de amarillo, feliz y contento. Un equipo autoritario y dominador. Un futbolista imaginativo y valiente. Y una victoria para cerrar la primera jornada con esa sonrisa que suele dibujar Brasil, sobre todo de un tiempo a esta parte. Nada ha fallado en el estreno de la Copa Confederaciones, ese doble ensayo organizativo ¿el primer gran evento de dimensiones plantearias que alberga Brasil¿ y futbolístico ¿la 'canarinha' desprende tics de ansiedad por tener más pasado que futuro¿, que ha inaugurado el representante más querido del país tras las palabras de la presidenta Dilma Roussef.
"Si debe ser mi torneo, que lo sea pronto", tramó Neymar, sintiéndose el gran protagonista. Del partido, como mínimo, siendo como es el principal referente de su país y un ídolo de talla internacional tras su fichaje por el Barça. Ni siquiera se había alcanzado el minuto tres del duelo contra Japón y Neymar ha cortado simbólicamente la cinta.
Cifras maravillosas
No ha sido un gol cualquiera, vulgar, que vaya a quedar enterrado pronto en la memoria, sobre todo la del autor. Con el estreno de la competición, Neymar ha cerrado una mala racha de nueve partidos sin marcar, 51 días de sequía, una eternidad para cualquier delantero. Como él, cuya carrera 'verdeamarelha' estaba pintada con maravillosas cifras: 20 goles y 13 asistencias en 34 partidos.
No ha sido un gol cualquiera, vulgar, no. Ha sido un golazo. Una volea desde la frontal, con una pelota suave, a media altura, que le ha dejado amortiguada Fred con su inmenso pecho; franca, sin un japonés que intimidara con su cuerpo ni que le tapara la visión de la portería.
Pitos a Scolari
El balón ha trazado una trayectoria diagonal directa a la escuadra y ha expulsado violentamente la inquietud de la 'torcida'. Podría haber aterrizado en Río de Janeiro si el balón hubiera dado un mal bote. El bello Estadio Nacional de Brasilia ha lucido un césped infame. Tan irregular, que ha creado más problemas que Japón, un equipo que no ha querido amargar la fiesta del anfitrión. Hasta la lluvia ha sido respetuosa y ha esperado a que el partido quedara sentenciado tras el gol de Paulinho y luego otro de Jo.
Con el 2-0, Luiz Felipe Scolari ha retirado a Neymar. Han arreciado los pitos porque el espectáculo se daba por finalizado antes de tiempo. El seleccionador ha quitado a continuación a Hulk y Fred. Los tres delanteros se marcharon, en un gesto que ha retratado al pragmático Scolari, sin una concesión, nunca, para regalar. A su lado estaba en el banquillo Carlos Alberto Parreira, el penúltimo campeón mundial (1994), tan severo de gestos como él.
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