Pitada a la sanción

Exhibición de 'estelades' en la final de Copa en el Camp Nou el 30 de mayo.

Exhibición de 'estelades' en la final de Copa en el Camp Nou el 30 de mayo.

JORDI TIÓ /JOAN DOMÈNECH // BARCELONA / WASHINGTON

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Hace 90 años nadie rechistó. Tocaba pasar por el aro de la dictadura de Primo de Rivera, bajo cuyo régimen autoritario ya se cerró el campo de Les Corts por pitar el himno español. Sucedió un 14 de junio de 1925, en un amistoso entre el Barça y el Júpiter como homenaje al Orfeó Català. Casi un siglo después, la historia se repite aunque esta vez se ha optado por tocar el bolsillo de los afectados con elevadas multas. No, el Camp Nou, en esta ocasión, no se ha cerrado. Se ve que no se pensó en ello. «Nadie de la comisión lo pidió», explicó Miguel Cardenalsecretario de Estado para el Deporte. Hay otras diferencias respecto a hace casi un siglo: las públicas reacciones contrarias a la propuesta de sanción de la Comisión Antiviolencia fueron múltiples. Excepto el PP, claro.

Una de las respuestas más contundentes llegó de la Generalitat. «Es absolutamente incomprensible e inadmisible una sanción de estas características porque las personas se pueden expresar libremente en el ejercicio de su libertad de expresión, ya sea silbando o cantando, y todo estado democrático tiene que garantizar este derecho», manifestó Neus Munté, vicepresidenta del Govern, quien consideró la sanción un agravio respecto a otras situaciones que se dan en partidos de Liga, en graderíos ocupados por ultras, o en ciertas manifestaciones: «Por lo visto, exhibir banderas preconstitucionales es gratis y, en cambio, ejercer la libertad de expresión es castigado y multado. No entiendo que tipo de estado democrático es este».

TOQUE AL BARÇA DE CARDENAL

No lo entiende igual Cardenal, que relaciona la pitada al himno con «la protección a la vida y la integridad física de las personas», ya que considera que ultrajar símbolos nacionales puede propiciar enfrentamientos entre aficionados. «Introducir elementos de crispación en un partido es peligroso», añade Cardenal, que agrega que en el Camp Nou «se pide a personas que llevan la camiseta de otro equipo que se la quiten y que abandonen el recinto». También se extraña de que «la directiva del Barcelona diga que quiere defender la libertad de expresión de los socios porque, entonces, ¿quién protege a esos socios que son mayoría y que no solo no faltaron el respeto al himno sino que se sintieron ofendidos».

El club azulgrana, que ya respondió el lunes calificando de «injusta e inaceptable» la propuesta de sanción, se considera una víctima propiciatoria de «ciertos poderes políticos del Estado» en el marco del proceso soberanista de Catalunya.

BUSCAR RAZONES

Uno de los afectados, Santiago Espot, presidente de Catalunya Acció (se enfrenta a una sanción de 90.000 euros), no se siente intimidado. «Si se piensan que con la intención de crucificarnos a multas acabarán con el independentismo, lo tienen claro», dice. Agrega que la sanción «demuestra la debilidad del Estado» y que no pagará la multa.

Alfred Bosch, presidente del grupo municipal de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, dice que la sanción «es un ataque a la libertad de expresión». Bosch cree que, más que castigar, «habría que mirar la causa de la pitada. Estos silbidos son una respuesta a los ataques contra aquello que no forma parte de una determinada concepción del Estado, ya sea vasco, catalán, o cualquier otro tipo de pensamiento que no encaja con sus ideas».

La Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y la Plataforma Proseleccions Catalanes, en una nota conjunta, calificaron de «gravísimo atentado a la libertad de expresión» la sanción propuesta, y recuerdan que los aficionados del Barça y del Athletic «no tuvieron actitudes violentas, solo expresaron sus reivindicaciones en forma de pitada».

AGUIRRE, CONTUNDENTE

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, manifestó que confía «muy poco en las sanciones». En un sentido parecido se expresó Patxi López (PSOE): «No se trata de poner multas, sino de educar en el respeto a los símbolos». No está por la labor pedagógica Esperanza Aguirre (PP): «Las sanciones son risibles porque lo sucedido es intolerable. En ningún país occidental se puede consentir lo ocurrido».