3 REMATES,15 BALONES RECUPERADOS

Piqué, el central que no abandona nunca su alma de delantero

Piqué inicia una jugada de ataque, el sábado en San Mamés.

Piqué inicia una jugada de ataque, el sábado en San Mamés.

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Hubo una jugada, aún en la primera mitad, en la que Piqué silenció San Mamés. Una de tantas del central azulgrana, que dictó una lección de colocación, contundencia defensiva y remate. Todo en 90 épicos minutos bajo la lluvia. En esa jugada, cuando la Catedral intimidaba al Barça, Igor Martínez, un pequeño mediapunta (mide 1.70 m), emprendió una carrera hacia el área de Valdés. A campo abierto. y con Piqué arrancando un par de metros detrás suyo. Siendo lento como es, o eso se piensa del central del Bar-

ça, llegó antes a la pelota. No solo se adueñó del balón, sino que lo sacó, entre el barro que asomaba ya entre la hierba, con tanta elegancia que Valdés pareció aplaudirle con la mirada. Y Guardiola, desde el banquillo, resopló orgulloso. Eso sucedió en el primer acto. En el segundo, a De Marcos, que entró precisamente por Igor Martínez, le tocó ser también la víctima de Piqué. Corrió el delantero del Athletic para quitarle la pelota al defensa del Barça. Y, de pronto, se vio desparramado por el césped, ridiculizado, sin entender lo que había sucedido. Muy sencillo. Piqué, disfrazado de Iniesta, le había hecho una croqueta.

Esa es la grandeza de Geri, como le llaman en el vestuario. Un día toma prestado el ropaje de Puyol para correr detrás de cada pelota como si le fuera la vida en ello, otro le pide la corbata a Iniesta para jugar con esa elegancia que emana el mago de Fuentealbilla y cuando el área de Valdés se le queda pequeña acude al armario para reclamarle a Villa o Messi que le dejen exhibir su «alma de delantero», como dijo hace una semana Zubizarreta, director deportivo del Barça.

En San Mamés, se vieron el sábado y bajo la lluvia, todas las versiones de Piqué. Remató como un delantero (disparó tres veces, dos a portería, ambas desde fuera del área); recuperó balones como si fuera Busquets (capturó 15); se mostró tan seguro como Xavi porque perdió cuatro balones y solo hizo siete pases malos y completó 67 buenos. Esos impecables números no pueden explicar, sin embargo, la imperial imagen de Piqué en San Mamés. Un defensa que jugó con una naturalidad asombrosa en un terreno extraordinariamente resbaladizo donde se mantuvo en pie con glamur.