LA LIGA DE CAMPEONES

Piqué acude al rescate

Un cabezazo del central da la victoria ante el Apoel en un revolucionario Barça con nueve cambios en la alineación

Messi intenta un remate ante Carlao, que el árbitró señaló como falta, en el primer tiempo del partido ante el Apoel.

Messi intenta un remate ante Carlao, que el árbitró señaló como falta, en el primer tiempo del partido ante el Apoel.

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Toda revolución, por lo radical que implica el cambio, deja consecuencias. La que promovió Luis Enrique con la alineación solo provocó una, bastante leve a estas alturas, y fue que la actuación del equipo resultó floja y decepcionante para lo que apuntaba hasta ahora. Un peaje barato, mínimo, porque no se resintió el resultado (1-0), que es el mayor bien a proteger, sobre todo tratándose del debut europeo y ante el rival aparentemente más flojo.

Luis Enrique debió valorar otros beneficios del zarandeo que imprimió a la formación inicial, en la que solo resistieron dos de los once futbolistas del sábado ante el AthleticMessi y, quién lo iba a decir, Munir. Posiblemente pudo permitirse el técnico una mutación de ese calibre porque enfrente estaba el Apoel de Nicosia, que por muchos cuartos de final que alcanzara la pasada temporada, no deja de ser un conjunto de tercera fila, si en la segunda están el Ajax París Saint Germain.

Plantilla activada

El alboroto promovido por el entrenador, que ya ha movilizado a 22 jugadores en cuatro partidos, mantendrá activada a la plantilla: a los veteranos, como Xavi, que disfrutaba de su primera titularidad (igualó al madridista Raúl como el futbolista que ha jugado más partidos de Champions, 142), a Piqué, que se ganó las habichuelas con el gol salvador en una efímera aparición ofensiva, y a Sergi Samper, la joven promesa del filial (19 años) que había ejercido de mediocentro en la pretemporada.

Busquets Mascherano estaban ausentes de la convocatoria, lo que invitaba a sospechar que el Camp Nou aplaudiría el alumbramiento de un nuevo canterano, como así fue. También jugó de inicio Ter Stegen, en una confirmación de que estarán espabilados (e ilusionados) hasta los porteros. Solo un balón despejó el alemán, pero tan valioso como el que cabeceó Piqué antes de la media hora. Ter Stegen sacó el puño en el último minuto, a tiro de Manduca.

Crujen los engranajes

Tanta novedad hizo crujir los engranajes del equipo, que en sus inicios tampoco están perfectamente engrasados. Sobre todo en lo que se refiere al ataque. Al Barça le faltó ritmo. Porque no supo imprimirlo y porque no pudo. El Apoel se plantificó con la única idea de protegerse, de resistir, y lo consiguió. Aunque fuera a costa de no tener ninguna opción de ataque hasta que en el tramo final, viéndose vivo, intentara estirarse. Arañó tres córneres y eso le brindó esperanzas de que pudiera sonar la flauta.

Sonó para el Barça, en la falta lateral que cabeceó Piqué cerca de la media hora que preservó los codiciados tres puntos. Tan escasa resultó la producción que vino a continuación que se escucharon algunos pitos en el Camp Nou. Un disparo de Sandro y la segunda combinación entre Messi Neymar, al comenzar el tiempo añadido completaron la lista de remates azulgrana.

Falta confianza

Luis Enrique buscó ingenio a la vista de la prudencia con que operaba el equipo en el centro del campo, todo remozado, con un Xavi que no siente la confianza del entrenador, y dos jóvenes que corren con el freno de mano. Echó mano, más por necesidad que por convicción de Iniesta Rafinha con la esperanza de que desbordaran con acciones individuales y crearan situaciones de superioridad numérica, pero carecieron de minutos para tomarle el pulso al encuentro.

La disposición general del equipo tampoco ayudó. Obsesionado en atacar por la franja central, nunca hubo alternativas -ni se buscaron- por las bandas. Ni Alves ni Adriano dieron señales de vida y sus escasos centros no provocaron ninguna alarma en los consistentes centrales del cuadro chipriota. Munir y Neymar se juntaron con Messi, pero los tres no encontraron vías para penetrar entre los seis rivales amarillos que les obstaculizaron.

Partido soñado

El Apoel se cerró, como era de suponer, y con un simple 4-4-2 no pasó apuros. Urko Pardo, aquel portero de la cantera azulgrana que soñó hace una década con pisar el Camp Nou, no solo lo pisó sino que se marchó con la cabeza muy alta tras el partido soñado. A Messi le vio de lejos, y dos paradas algo comprometidas convertirán el recuerdo del meta en inolvidable.

No debería olvidar el Barça la experiencia de este partido, repetida, aunque por ahora salva los resultados. Tarde, pero los salva. Al rescate salió Piqué mientras el equipo busca el equilibrio entre las ganas de correr y la obligación de pensar.