LA COPA AMÉRICA

Patadas y agresiones

Messi recibe una patada en la barriga del chileno Medel.

Messi recibe una patada en la barriga del chileno Medel. / periodico

MARCOS LÓPEZ

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Ni tiró a puerta en la primera parte. Ni tampoco en la segunda. Ni en la prórroga. Bastante tuvo Messi con dejar a salvo su estómago y conservar su camiseta después de un agarrón que puso en peligro la elasticidad de la tela. Argentina era lo que es Leo. Ni más, ni menos. Pero eso, por mucho que Martino haya sido incapaz de enriquecer la idea de Sabella, dejó de ser noticia. Y poco aprovecharon en esa fase inicial de la final al 10 de la albiceleste, recostado de salida en la banda derecha al principio -no duró ni 10 minutos ahí- para terminar moviéndose por todo el frente de ataque. Le pegó Medel, el exjugador del Sevilla, una patada criminal, que hizo enloquecer a Tata al ver como Messi caía desparramado al césped.

Se levantó Leo y Medel, a quien llaman Pitbull y no por casualidad, claro, volvía a su casa viendo una amarilla por olvidarse del balón, de manera voluntaria, dejando que sus tacos impactaran con violencia en el magullado cuerpo de la estrella azulgrana. Se levantó Leo algo aturdido. Por la violencia de la patada, por lo irracional de la misma -estaba de espaldas a la portería de Bravo, a más de 60 metros- y porque todo se resume en la frase que le dijo el árbitro Roberto García Orozco durante el Argentina-Colombia de cuartos de final: «Esto es América y aquí se juega así».

EL ÚNICO PENALTI

Del Messi exultante y deslumbrante que terminó sonriendo en Berlín conquistando la Champions al Messi desconsolado y, sobre todo, desamparado que se vio anoche en Santiago media un abismo. Y, además, queda una herida que no cicatrizará jamás. En un año, dos finales perdidas lleva el astro del Barça: un Mundial, el de Brasil; una Copa América, la de Chile. Sintiendo, al mismo tiempo, una sensación de orfandad que le acompañará siempre porque hay partidos que dañarán siempre su alma. Fue él el único que marcó en la tanda de penaltis.

No se vio al Messi del Barça. Ni de extremo derecho. Jugó poco en esa posición. Ni de organizador porque nadie entendió que si Argentina tenía opciones de conquistar algún título es dándole el balón al 10. Con Tata ya le pasó algo así hace una temporada al perder la Liga en el Camp Nou ante el Atlético. Con Tata le ha pasado lo mismo, pero vestido con la zamarra albiceleste, sin saber él que su familia pasó también por malos momentos en el estadio. Ocurrió al filo del final de la primera parte cuando Marcelo Díaz le agarró de la camiseta. Eso pasó en el campo.

Y fuera, su familia (Jorge, su padre, Rodrigo, su hermano mayor, Matías, su otro hermano), tuvo que irse de la tribuna al ser insultados por seguidores chilenos. Enviaron a Rodrigo a golpes al suelo, por lo que tuvo que llegar gente de la organización y el embajador argentino en Chile, Ginés González García, según informó el diario argentino Clarín. El partido empezó mal para Messi. Y terminó muchísimo peor, con otra derrota marcada a fuego en su corazón.