LA HISTORIA DEL NÚMERO UNO DEL PÁDEL

Pablo Lima: "Me planté en España solo, con 18 años y cinco euros. Fue una locura"

El número uno del mundo del pádel, formando pareja con Belasteguin, rememora su camino en una entrevista con EL PERIÓDICO

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Raúl Paniagua

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El pequeño Víctor, de 15 meses, corretea por el parque de Cervantes de Barcelona con una pelota de pádel junto a su madre Paula. Es  solo un crío pero ya apunta maneras. Tiene pinta de que será un gran zurdo. Como el padre, el número uno del mundo del pádel, el segundo deporte más practicado en España, solo por detrás del fútbol. Pablo Lima (Porto Alegre, 31 años) lleva tres años consecutivos en la cima junto a Fernando Belasteguin. Un brasileño y un argentino comandan el 'ranking' y apuntan este fin de semana al Masters de Madrid, el único torneo que les falta en su palmarés. El gran Pablo se encuentra ahora en lo más alto, pero el camino no fue sencillo.  

–¿Cómo recuerda sus inicios en el mundo del pádel en Brasil? Empecé con 9 añitos. Mi padre jugaba y yo le acompañaba. Así comencé a dar mis primeros raquetazos. El pádel en Brasil se asocia, en teoría, a la clase alta, pero yo era la excepción. Mi familia no tenía mucho dinero. Estudiaba en un colegio público y nadie conocía el pádel. La gente de mi entorno flipaba cuando les decía que me dedicaba a eso. Hice unas clases y a los 10 años empecé a disputar torneos. En uno de mis primeros campeonatos no gané ni un solo partido. Lo perdía todo porque yo tenía 10 años y competía contra chicos de 13 y 14. Son bonitos recuerdos, los mejores que tengo, porque casi siempre eran partidos con mis amigos de Brasil. A los 15 ya empecé a competir de forma profesional en mi país y a los 18 años di el paso a España.

–¿Le costó decidirse a emprender el viaje de América a Europa? Yo vine por primera vez a España en 1998, con 12 años, gracias al apoyo económico del club en el que practicaba. Llegamos a Madrid en diciembre y hacía muchísimo frío. Yo venía del verano en Brasil y pensé ‘nunca más voy a venir aquí porque estoy helado’. Me acuerdo como si fuera hoy. Seis años después, con 18, ya me vine definitivamente. 

"Los comienzos en Madrid fueron duros. No dominaba el idioma, a veces me decían de quedar a una hora y aparecía a otra. También había días que daba 10 u 11 horas de clases para poder ganar algo de dinero. Era una paliza"

–No vino muy sobrado de dinero... Tenía unos ahorros pero cuando me compré el pasaje no me quedó nada. Salí de Brasil a Buenos Aires con 10 euros en el bolsillo. El vuelo a España salía a las 21.00, pero se retrasó hasta la una de la mañana. Tenía un hambre que me moría. Podía quemar el cartucho y gastarme los 10, pero vi una promoción en una tienda de dos latas de atún por 5. Las compré y me planté en Madrid yo solo, con 18 años y 5 euros. Una locura.

–¿Cómo subsistió en sus primeros meses en la capital? Para empezar no dominaba bien el español. No entendía casi nada. Cuando sonaba el teléfono no pillaba la información. Sudaba. Muchas veces la cagaba. Me decían de quedar a una hora y llegaba a otra, pero la gente me entendía y le ponía entusiasmo. Fue duro, muy difícil. Pero fui tirando. Había días que daba 10 u 11 horas de clase para poder ganar algo de dinero. Entrenaba como podía y jugaba los torneos. Era una paliza. Vivía en el barrio de Aravaca con unos amigos. A partir del tercer año en Madrid ya empecé a dedicarme solo a jugar, que era lo que vine a hacer. Con 21 años tomé la apuesta de dedicarme totalmente al pádel.

"La llamada de Bela fue una sorpresa y un orgullo. Al principio tuvimos un cierto roce pero después nos compaginamos muy bien. La convivencia es buena"

–¿Cuándo entendió que podría vivir definitivamente de su deporte? En el 2009, jugando ya con Juani Mieres. Ganamos el segundo torneo que disputamos y vimos una buena oportunidad. Buscamos espónsor, nos ubicamos arriba y fuimos avanzando. Guardo buenos recuerdos de mi etapa con Juani, empezamos muy atrás en el ranking y progresamos ganando a todo el mundo. Cambiamos el estilo del pádel. Éramos muy agresivos. Antes se jugaba siempre al fallo, nosotros íbamos a ganar el punto, más desordenados. 

  –La mayor relevancia le llega a partir del 2014, cuando Belasteguin le llama para sustituir a Juan Martín Díaz. ¿Le sorprendió esa decisión? 

Pensaba que esa llamada podría llegar cuando Bela perdiera o los resultados con Juan Martín bajaran, pero fue en un año en el que estaban en lo más alto. Fue una sorpresa y un orgullo. Al principio tuvimos un cierto roce pero después nos compaginamos muy bien. La convivencia es buena. Recuerdo que me lesioné en el hombro en el primer torneo que jugamos juntos. Fue súper duro, pero él estuvo allí siempre y eso generó un vínculo. En esta temporada nos equivocamos al jugar los dos primeros torneos sin entrenador. Después nos levantamos y en Bilbao cerramos el tercer año como números uno. 

"No me molesta estar a la sombra de Bela. Yo no juego ni para ser famoso ni para ser más que los demás. Juego porque el pádel me encanta. Mi ego no está vinculado a mi profesión"

–¿Le molesta estar a la sombra de un jugador tan mediático como Bela? No me molesta eso. Yo no juego ni para ser famoso ni para ser más que los demás. Juego porque el pádel me encanta, es mi profesión y solo quiero hacerlo lo mejor que pueda. Quiero superarme a mí mismo. Mi ego no está vinculado a mi profesión. 

–¿Qué significa el pádel en un país tan futbolero como Brasil? En Brasil el fútbol lo es todo. Si el gobierno no apoya deportes olímpicos imagínese al pádel. En mi época allí, hace 20 años, no lo conocía nadie. Había que buscarse la vida, vender papeletas para sorteos... Pasa todo tan rápido que a veces no te das cuenta de lo que has sufrido. No me arrepiento de nada, pero sí disfrutaría más de algunos momentos que no supe aprovechar del todo.

"En Brasil vivimos con una violencia constante. Salir por la noche sin saber lo que te pasará por la calle es muy duro,  sobre todo ahora con mi hijo. Hay asaltos, matan a la gente... Es una sensación de impotencia muy grande»

–Estas Navidades volverá a su tierra. ¿Echa de menos algo de su país tras 10 años en Madrid y 3 en Barcelona? Más bien sería al revés. Para mí lo más importante es la seguridad. En mi país vivimos con violencia constante. Es muy arriesgado salir por la noche. Se ven muchas cosas malas. No puedes salir con el coche sin preocuparte. Salir a la calle y no saber qué te va a pasar es muy duro, sobre todo ahora con mi hijo. Adoro a mi país, pero eso es complicado. Una vez estaba cenando, entraron tres hombres armados y nos robaron todo. Absolutamente todo. Hay asaltos, matan a la gente... Es una sensación de impotencia muy grande.

–¿Tiene alguna afición especial o algún ídolo al margen del pádel? Me gusta mucho el tenis. Kuerten era mi ídolo. Era querido y tenía mucho carisma. Fue muy grande su Roland Garros. Creo que después de Ayrton Senna fue el mejor deportista brasileño. El fútbol también me gusta, pero no soy un fanático. Soy seguidor del Gremio de Porto Alegre, campeones de la Libertadores.

"El futuro lo veo también ligado al pádel, es lo que he hecho toda mi vida. Es un deporte al que le falta tiempo para llegar a más países. Es necesario que los empresarios extranjeros se involucren"

–¿Qué retos de futuro se plantea? Creo que puedo competir unos cuantos años más. El futuro lo veo también ligado al pádel, es lo que he hecho toda mi vida. Es un deporte al que le falta tiempo para llegar a más países. Es necesario que los empresarios extranjeros se involucren. Una vez lo conozcan en otros sitios va a avanzar. Estoy convencido.