Un dramático final da el Mundial a Mola

El triatleta español se corona despues de una impactante escena protagonizada por los hermanos Brownlee

Alistair Brownlee ayuda a su hermano Jonathan a llegar a la meta del triatlon de México después de sufrir un golpe de calor.

Alistair Brownlee ayuda a su hermano Jonathan a llegar a la meta del triatlon de México después de sufrir un golpe de calor. / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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Apenas fueron 300 metros. Trescientos metros después de 1.500 nadando, 40 kilómetros pedaleando y casi 10 kilómetros corriendo. Sí, casi. Le quedaban ese último tramo hasta cruzar la meta. Y justo entonces, Jonathan Brownlee se detuvo y empezó a tambalearse. No podía dar un paso más.

Iba primero en el triatlón de Cozumel (Mexico), tenía el Mundial en la palma de la mano, pero era incapaz de avanzar. Detrás suyo, apareció su hermano mayor Alistair que, lejos de adelantarle, le agarró por el hombro y tiró de él hasta la línea de meta. Y ahí le empujó para que entrara delante suyo. Ya no era el primero. Ni campeón del mundo. En esos segundos de desorientación, víctima de una tremenda ‘pajara’ por un golpe de calor, el surafricano Henri Shoeman les avanzó.

El gesto de Alistair, en una escena llena de dramatismo, le valió para ganarse la admiración, pero a Jonathan no le valió para conquistar el título. El mallorquín Mario Mola, de 26 años, bendecido como el heredero de Gómez Noya y que fue quinto, logró la corona gracias a ese bajón final del triatleta inglés.

Jonathan acabó en el hospital. “No es la manera en la que quería terminar la temporada, pero lo di todo. Gracias Ali, tu lealtad es increíble”, escribió en tuiter acompañado de una fotografía en la cama y un mensaje escrito en la habitación junto al trofeo: “Haciendo historia juntos”. De hecho, llevan haciéndolo desde hace tiempo, y en los mismos Juegos de Río se repartieron el oro y la plata, como han hecho tantas veces en infinidad de pruebas.

Entonces también cruzaron casi juntos la meta y acabaron estirados en el suelo, pero fundidos en un abrazo celebrando el doble éxito. Alistair repitió el oro que ya logró en Pekín mientras que Jonathan pasó del bronce a la plata. Hace cuatro años, en medio de los dos, se entrometió su gran rival, Gómez Noya, ausente esta vez al romperse el brazo cuando entrenaba en bicicleta a un mes de la cita olímpica. Son los tres grandes de este deporte en una rivalidad admirable aunque el español ha tenido que combatir a menudo contra la  alianza de los dos hermanos.

Antes de esa angustiosa escena final, se repitió ese colaboración, en especial, en la prueba de ciclismo. Con una ligera ventaja tras la natación (22 segundos sobre Mola), los dos impusieron un fuerte ritmo en un grupo de ocho corredores que les permitió distanciarse en medio de un fuerte calor (más de 30 grados) y una humedad del 90 por ciento, que acabaría pasándole factura.

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El triunfo parecía inevitable aunque Mola empezó a remontar posiciones. Pero no iba a servirle de nada. O eso parecía. La jugada de permitir que Shoeman siguiera cerca de ellos, para asegurarse de que Mola no fuera tercero, suficiente para que Jonathan se llevara el título, les acabó perjudicando ante la inesperada ‘pajara’. Mola entró en quinta posición y conquistó su primer Mundial.

"En los últimos metros me han llamado para decirme que Jonathan había tenido un episodio como este. Cuando te pasa esto no hay manera de avanzar, porque ni el cerebro ni el corazón responden. Nadie merece acabar así una carrera, pero esto es el triatlón. Todo ha sido una locura, pero he luchado hasta el final", explicó feliz Mola.

La ayuda fraternal tuvo una cara menos épica. La Federación Española presentó un recurso reclamando la descalificación del pequeño Brownlee ante esa llegada irregular y que habría dado el subcampeonato del mundo a Fernando Alarza. Pero se desestimó y subió al podio como tercero junto al campeón Mola. "El reglamento indica que había opciones de que fuera descalificado porque, primero, lo ayudó un voluntario; y después, su hermano. Él no hubiera podido acabar por sí solo", declaró Alarza, aunque daba por bueno el bronce, el objetivo que quería asegurar.

El cajón de la medalla de plata quedó vacío. Jonathan estaba en el hospital. Desde la cama envió un último mensaje junto al vídeo tambaléandose: “Normalmente esto es lo que ocurre cuando has bebido demasiado. Esta vez es justo lo contrario”.