Miguel Ángel Jiménez «Soy el último que lleva la bandera de la vieja escuela»

Miguel Ángel Jiménez «Soy el último que lleva la bandera de la vieja escuela»_MEDIA_1

Miguel Ángel Jiménez «Soy el último que lleva la bandera de la vieja escuela»_MEDIA_1

JOAN DOMÈNECH. Fotos: JESÚS DOMÍNGUEZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

-¿Cómo está de la lesión?

-Va bien, dentro de lo que es la rotura. Me pusieron dos clavos. Fue una caída tonta, posiblemente por un exceso de confianza. Ya estaba en la zona más cómoda. Me relajé, miré a un lado, perdí un poco el equilibrio, no lo recuperé y caí sobre la pierna.

-¿Cuánto tardará en volver?

-Eran de seis a ocho semanas sin cargar peso en el pie desde que me operaron el 30 de diciembre. La primera parte de la temporada está perdida. Estaré cuatro o cinco meses sin competir. Espero volver en mayo.

-¿Cuáles eran sus planes de no haber mediado el accidente?

-Habría jugado en Sudáfrica el Volvo Champions, que lo disputan 30 o 36 jugadores, los ganadores de los torneos del año anterior. Me fastidió porque iba el 54 del ranking mundial, y me faltaban cuatro plazas para meterme en el Masters. También me pierdo el Match Play en febrero, el Cadillac Championship…

-Estaba enrachado, y ahora se ha oscurecido el futuro.

-Es un contratiempo que me ha fastidiado bastante. Que te ocurra un accidente así con 49 años no es lo mismo que a los 25. Estoy en la parte final de mi carrera. No sé si va a adelantar ese final o no.

-¿Ha pensado en la retirada?

-No, porque jugar a golf es lo único que sé hacer. Me gusta competir y lo seguiré haciéndolo. Ya veré cuando vuelva cómo me encuentro.

-¿Qué habría sido de no ser golfista?

-Antes de los 20 años nunca pude plantearme nada. Y de mayor me habría gustado ser piloto de coches. Me encanta la velocidad.

-¿Hasta los 20 solo quería sobrevivir?

-He tenido que sobrevivir hasta los 30, porque los comienzos fueron muy duros. No me planteé otra cosa que jugar a golf. Luego ya fui viviendo más holgadamente, gracias al esfuerzo y al trabajo, y he podido hacer otras actividades. Me encanta el esquí, y este accidente no me hará renunciar a esquiar. Me caeré otra vez, pero esta pierna ya no se romperá…

-¿Si echa la vista atrás, qué ve?

-Veo mi vida. Lo que he aprendido. Tuve que dejar de estudiar a los 15 años para ganarme la vida. Llevo 25 años compitiendo en el circuito.

-Ha ganado 19 títulos oficiales. ¿Está contento o tiene alguna espina?

-No muchos jugadores han logrado tantos torneos. Siento que ha sido un privilegio. He jugado bien a épocas, pero soy consciente de que no soy el único que compite. Estoy muy satisfecho de mi vida.

-La mayoría de esos títulos han llegado pasados los 40. ¿Qué lectura hace?

-A esa edad muchos empiezan a retirarse y encaminan sus pasos a la categoría sénior. Yo quizá soy un privilegiado. Como me gusta tanto jugar y nunca me he descuidado…

-No ganará por el físico.

-Soy un purista. No soy un pegador como la gente que sube, que la mayoría son atletas. Sigo tan elástico a los 49 como lo era a los 25. Tengo una elasticidad enorme y la he cultivado siempre. No me descuido. Vale, fumo puros, bebo vino. No me escondo. Quien piense que no soy un deportista, que venga a ver cómo trabajo en el gimnasio. Yo no me abandono. Si me abandonara, no estaríamos aquí hablando. O estás al día o vas listo.

-Los que piensan que el golf no es un deporte…

-Tendrían que probarlo. Evidentemente, esto no es atletismo. Ni rugbi. Es otro deporte. Deberían probarlo, tomar unas clases y salir al campo: comprobarían que se hace más ejercicio de lo que creen.

-En Hong Kong batió un récord al más veterano en ganar un torneo del circuito europeo.

-Estoy muy contento de sentirme competitivo. No tendría sentido ir a competir si no tienes posibilidades de competir. Yo me retiraré de la competición cuando vea que, jugando bien, no soy capaz de ganar o de tener posibilidades de ganar.

-¿Esa es la señal?

-Exacto, esa es la señal. No puedes ir a un torneo a ver qué pasa. Para ver qué pasa, me quedo en casa. Si voy, es con la intención de ver que, jugando bien, tengo las mismas posibilidades de ganar que otro.

-¿En 30 años han mejorado mas los indios

-Las flechas. Las flechas han colocado a los indios ahí. Aunque al final es el indio el que termina el hoyo, y el 80% del golf reside en el coco, no es lo mismo llegar al green pegando 300 yardas de salida y luego atacando el hoyo con un wedge que si pegas 250 y coges un hierro cinco: es más difícil entrar en el green, controlar la bola, cortarla, pararla… Para mí es más complicado que para otros, pero estoy acostumbrado a jugar así.

-¿Cuándo hubo el cambio tecnológico, por decirlo de alguna manera?

-Hacia el 2000, cuando empezaron a meter más peso en la cabeza de titanio y a hacer la pelota más dura. Antes había un grupo de jugadores que podían ganar un torneo; ahora, con las mejoras del material, ese abanico se ha abierto muchísimo.

-¿La gente joven tiene una menor gama de recursos gracias a ese material?

-El material te da esos recursos. Sí es cierto que el jugador moderno se prepara mucho más y tienen mérito, no se lo quito: va al gimnasio, tiene psicólogo, cuida la alimentación… El modus vivendi es diferente. Hay más dinero en premios y si te cuidas puedes tener aspiraciones.

-Usted aguanta la bandera de la antigua escuela.

-¡Soy el último que lleva la bandera de la vieja escuela!, soy el último cadi-jugador.

-¿El cambio del modelo de golfista se experimentó con Tiger Woods?

-Fue el resorte del cambio cuando ganó su primer Masters en 1997. Venía ya un atleta. Ha sido el espejo de las nuevas generaciones, ha sido dios un montón de años. Ahora tiene más competencia que cuando empezó. Es un espectáculo verlo. Soy fan suyo, aunque tenga 49 años. También soy fan de Rory McIlroy, el poeta de moda del golf.

-¿Woods gana menos por la competencia o por sus problemas personales?

-Todo son granitos de arena que influyen, Ahora tiene más competencia. Se enfrenta a quienes se miraban en él. Cuando despuntaba, McIlroy debía tener 10 o 12 años.

-¿Es más admirador de Woods que de Nicklaus?

-Soy fan de todos los artistas: de Severiano, que descanse en paz el hombre, de Nicklaus, de Palmer, de Gary Player, de Mc Ilroy… estrellas a las que mirar y con las que aprender.

-¿Cómo llega a la élite un chaval que se puso a trabajar a los 15 años?

-Ni más ni menos que trabajando. Practicando con ilusión. Jugando y compitiendo. Curtiéndote en la vida. Empecé a jugar a los 15 años y no logré la tarjeta hasta el cuarto intento, a los 24. Ahora los chicos empiezan a jugar con seis o siete años.

-Usted no esconde que le gustan los placeres de la vida. ¿El esquí lo es?

-Me puse a esquiar porque me gusta. Pero no voy en plan Tomba; fui en plan Tromba y así estoy, con la pata tiesa. Es evidente que si estas en casa, no te partes la tibia. Reconozco que me expuse a un cierto riesgo. Pero no voy a dejar de esquiar.

-¿El puro es otro placer de la vida? ¿ O un símbolo del triunfo?

-Gane o no gane, siempre enciendo un puro al acabar. Y cuando no compito. Yo soy fumador de puros, dos, tres o cuatro, depende de lo largo que sea el día. Dejé los cigarrillos hace 13 años y desde entonces no he fumado más en el campo. No porque esté prohibido, sino porque cuando compito no quiero estar pendiente del puro, de dónde lo dejo, de si se moja, y no lo disfruto.

-De su Ferrari sí disfruta.

-Leo revistas de motor desde que tenía 14 o 15 años. Tengo un Ferrari, sí. Si ganas dinero no es para amasarlo, sino para gastarlo, disfrutarlo, y me di ese capricho.

-¿Le queda alguno pendiente?

-No. Si me gusta algo y me lo puedo costear, lo compro; lo absurdo es que te guste algo y no gastarte el dinero. Eso sí es penoso.

-Dijo que nunca pierde un torneo.

-Ni yo ni nadie. Es mi mentalidad. No juego solo; compito con gente que juega muy bien. Un torneo es como una escalera con peldaños. Uno queda primero, otro segundo, fulano tercero...

-¿Qué título le ha alegrado más?

-Todos. Unos te dan más remuneración que otros, pero todos te dan la misma satisfacción. ¿El disgusto más recordado? No ganar forma parte del oficio, no hay que vivir con las decepciones. Lo importante es analizar que pasó.

-¿Cómo les explica a los extranjeros que le llaman 'el Pisha'?

-Ya no se lo explico. Me llaman mecanic. Pisha solo me llaman los españoles. Hace años, cuando no hablaba inglés, me liaba tanto para explicarles qué quería decir pisha. Ahora firmo Pissa, con dos eses, que no significa nada, y me llaman the Mechanic, que les resulta más fácil.