Un triunfo muy caro

Messi podría estar de baja entre dos y cuatro semanas

Los médicos descartan una lesión ósea en el tobillo derecho y hoy le someterán a más pruebas

D. T.
MADRID

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Leo Messi iba caminando, triste y abatido, por el césped del Calderón. Pero tenía que ayudarse anoche de unas muletas para poder llegar hasta el autobús del Barça. No muy lejos de él, Pep Guardiola charlaba preocupado con Ricard Pruna, el médico del equipo. Y en cualquier lugar del mundo, ya fuera Barcelona, Argentina o China, todos se preguntaban qué demonios había pasado. A Messi, mira por donde, se le ocurrió cometer un delito. Llevarse una pelota en el centro del campo, ya en el tiempo añadido, con 1-2 para el Barça, cuando Ujfalusi, un rudo defensa checo con aspecto fiero, decidió olvidarse de todo. Se olvidó de la pelota y de jugar a fútbol. Solo se enfureció para soltar su descontrolado pie izquierdo en el tobillo derecho de Leo. Así lo paró, así lo cazo. Y ahora podría estar entre dos y cuatro semanas de baja. Como mínimo.

De la pelota nunca más se supo luego. De Messi, tampoco. Acabó en una camilla, tapándose los ojos, ocultando su ira, escondiendo sus lágrimas, mientras los demás se preguntaban aún qué demonios había pasado. Muy sencillo. A Messi lo cazaron por lo criminal. En esos instantes, el culé se asustó tanto que se olvidó al instante del maravilloso triunfo en el Calderón, un campo tabú para Guardiola. Hasta ayer. «Ha sido una entrada muy fea», se quejó Carles Puyol, el capitán del Barça. «El árbitro ha sido demasiado permisivo», lamentó luego Valdés. «Eso da pie a veces para que suceda una desgracia. A jugadores como Leo hay que protegerles», reclamó después el portero azulgrana.

Al ser preguntado por la intención de Ujfalusi en esa entrada a destiempo, ya con el partido decidido, Guardiola retrató la tristeza del culé, pero no quiso decir realmente lo que pensaba. Consciente el técnico de que se encontraba, en ese instante, en el centro del escaparate deportivo mundial. «Las imágenes hablan por sí solas. Estamos muy tristes y llorosos por lo de Leo. Muy tristes», comentó el técnico azulgrana.

TEMOR Y PRECAUCIÓN / Mientras Messi se dirigía en muletas al autobús, todos estaban pendientes de su hinchado tobillo derecho. De esos gestos de dolor sobre una camilla, nunca vistos antes. Es la primera vez que debe abandonar un terreno de juego sin poder andar. Angustiado porque se temía lo peor. Lleno de precaución después cuando Pruna, el médico del Barça, le decía que no existía lesión ósea. Al menos, el tobillo no se rompió con el impacto de la bota izquierda de Ujfalusi. «Son cosas que pasan en el fútbol», dijo después Quique Flores. «Esta vez el perjudicado ha sido Leo Messi, esperamos que se recupere pronto», comentó el entrenador del Atlético, tras revelar que el defensa checo intentó disculparse.

A Messi, sin embargo, le llegaron tarde esas disculpas. A él, que solo le gusta jugar a fútbol, le dejaron tirado en la camilla por intentar hacerlo hasta el último segundo. «Leo es demasiado honesto», recordó un indignado Guardiola. «Leo es el jugador que menos se tira del mundo. Solo le interesa jugar, jugar, jugar.... Los árbitros no solo tienen que proteger a Leo y Cristiano, lo deben hacer con todos», reclamó después el técnico azulgrana. Ya de vuelta a Barcelona, Messi, con el tobillo hinchado, charlaba con Mascherano y Milito, sus dos mejores amigos del vestuario.

Los médicos respiraban aliviados porque ningún hueso del tobillo de la estrella se había roto. Pero hasta hoy no se sabrá cuánto tiempo deberá vivir el Barça sin Messi.