LA ACTUALIDAD AZULGRANA

"Mérito" de Luis Enrique

El técnico ha afinado el mejor Barça de los últimos meses para llegar en forma a la decisiva cita con el Bayern

Piqué y Messi se abrazan, ante Suárez y Neymar, tras uno de los goles ante el Córdoba

Piqué y Messi se abrazan, ante Suárez y Neymar, tras uno de los goles ante el Córdoba / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Nadie se lo preguntó directamente a Javier Mascherano, una de las voces más autorizadas del vestuario. Y que más se escuchan dentro del vestuario. Ni siquiera le citaron el nombre de Luis Enrique, un técnico tan invisible en la victoria como zarandeado en la derrota hasta el punto de que aquella caída en Anoeta (4 de enero) pareció poner el punto final a su etapa. Pero 'el Jefecito' quiso hablar del 'Jefe'. "Estamos bien y eso es gran mérito del entrenador", subrayó Mascherano tras el 0-8 al Córdoba, ensalzando inesperadamente a Luis Enrique ("eso hay que hacerlo saber", dijo), que ha fabricado el mejor Barça para asomarse en mayo a los tres títulos, algo que en invierno parecía una utopía. El Bayern de Pep Guardiola lo pondrá a prueba el miércoles.

A su manera, y reordenándose a través del balón, el equipo ha encontrado estabilidad, contundencia (159 goles a favor en 53 partidos, tres de media), solvencia defensiva (en 30 encuentros no ha encajado ni un solo tanto, sea Bravo en la Liga --21-- o Ter Stegen en la Champions y la Copa --9--), además de proyectar una imagen de complicidad entre tres estrellas mundiales (Messi como faro, Suárez como el 'nueve' que entiende al 'diez' y al 'once' y Neymar de socio) realmente poco habitual.

Volver a la esencia

En el camino, o "proceso", como diría Luis Enrique, hubo interrupciones. Viajes de ida y vuelta. Momentos hasta de confusión táctica, pero llegado mayo nadie en Europa aspira a tanto como el Barça. Pero lo más trascendente es que ha retornado a la esencia dando, eso sí, nuevos registros tácticos al modelo. Aplasta con la posesión --no la perdió en ninguno de los 53 partidos-- e intimida con la espectacular puntería (108 goles) de su tridente. Messi, con 51 tantos, vive instalado en otra dimensión, empeñado en ser un jugador tan universal como único que no admite etiquetas.

Ya dejó de ser un goleador para ser además un asistente y generador extraordinario de juego con un pase, la comba o rosca de izquierda a derecha, que se ha convertido en un sistema en sí mismo. Neymar, con 33 goles, tiene cifras que en Inglaterra, Italia o Alemania le harían liderar el Pichichi, mientras Suárez (24 y debutó a finales de octubre) demuestra que sí existen 'nueves' que conecten con Messi a la primera.

Piqué, símbolo del cambio

Las portadas pertenecen, y con razón, a esos "tres pepinos", como los definió Piqué. Pero detrás hay mucho más trabajo. Bravo, por ejemplo, batió a Valdés como el portero que más jornadas ha mantenido su portería a cero: 21, el chileno; 20, el actual meta del United. La defensa se ha estabilizado --Alves dio dos asistencias de gol en Córdoba y Alba es el lateral venenoso, profundo y punzante que fichó el Barça-- y Piqué queda como uno de los grandes símbolos del cambio. En otoño era un caso y un problema (Luis Enrique lo envió a la grada ante el Celta y lo condenó al banquillo contra Ajax y Almería). En primavera vuelve a ser Piqué uno de los mejores centrales del mundo formando un sólido eje con Mascherano.

Es mérito de Luis Enrique, pero es, en realidad, mérito de Piqué, empeñado en ser lo que fue. Y en solo cinco meses ha protagonizado esa resurrección deportiva. Como el Barça, un equipo moribundo en enero cuando estalló todo (Andoni Zubizarreta despedido de mala maneraJosep Maria Bartomeu convocando elecciones a final de temporada) y ahora desprende vitalidad y buen rollo por todos sus poros.

Un error, un título menos

Pero nadie se fía. Y los jugadores, menos. El viaje ha sido largo y complejo, dejando en la cuneta algunos desencuentros con Luis Enrique más que evidentes. Quitó a Neymar en Sevilla y desde entonces no lo ha vuelto a sustituir, mientras Messi lo juega todo. Todo es todo. Suplente en Anoeta y completó luego los 90 minutos de sus 27 últimos partidos. El tridente es su imagen de marca, pero el Barça se solidificó tanto que solo ha encajado un gol en los seis últimos partidos. Fue en París y se lo marcó Mathieu en propia puerta.

Y en el camino, a medida que se acercaba a su idea, rescató piezas imprescindibles para entender su juego. Iniesta y su luz no se apagaron sino que debieron adaptarse a un modelo que no era el suyo y el selectivo papel de Xavi en la obra ha sido de tremendo valor. "Estamos a un partido en las tres competiciones de perderlo todo también. Cualquier error te puede penalizar con un título", dijo Mascherano. Pero hasta aquí llega el Barça de Luis Enrique, un técnico que no pierde ni un segundo en mirar el futuro. Ni hablar. El futuro es el Bayern de su amigo Pep.