La medalla más amarga

España e Italia rememoran en las piscinas Picornell la final olímpica de waterpolo del 92, perdida en la tercera prórroga

Dani Ballart (en primer término) y Sergi Pedrerol, dos de los medallistas de plata del waterpolo español en Barcelona-92.

Dani Ballart (en primer término) y Sergi Pedrerol, dos de los medallistas de plata del waterpolo español en Barcelona-92.

JOAN CARLES ARMENGOL / BARCELONA

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Han pasado casi 25 años, pero la sensación de dolor, de fracaso, de amargura, sigue viva en sus protagonistas. Y eso que la selección española de waterpolo se llevó la medalla de plata en los Juegos de casa, los de Barcelona-92. Pero nada ni nadie podía consolar a esos 13 guerreros del agua que tenían entre ceja y ceja un único objetivo: ser campeones olímpicos ante su familia, sus amigos, su gente.

Las piscinas Picornell, el mismo escenario, acogerá este miércoles una reedición de aquella final agónica, inacabable, que se decidió a favor de Italia por un gol en la tercera prórroga (8-9). Jugarán las selecciones actuales; los veteranos han declinado volver a lanzarse al agua. "Si lo hiciéramos sí que se hablaría de waterpolo: 13 tíos haciendo el ridículo en el agua", bromea Sergi Pedrerol, uno de los 13 magníficos. Pero él, como muchos otros, estarán esta tarde (19.00 h.) en el España-Italia de las Picornell para recibir un merecido homenaje. Algunos no se podrán desplazar y faltará, sobre todos, San Jesús Rollán,San Jesús fallecido hace algunos años.

UNA PESADILLA

"Fueron unos años maravillosos que al final acabaron con un entierro. Mirar atrás siempre tiene este punto tan duro. Fue una pérdida irremplazable", explica Dani Ballart, otro de los 13 waterpolistas de plata, muchos de los cuales se reivindicaron en Atlanta-96 con él título olímpico. ¡Por fin un oro!

Fueron necesarios estos cuatro años que discurrieron entre ambos Juegos para sacarse la dolorosa espina. "Tardamos cuatro años en superar ese partido, en olvidar esa final de Barcelona. Y no son palabras vacías. Muchos estuvimos años sin conciliar bien el sueño, con pesadillas. Se te pasaban por la cabeza momentos de esa final. Fue muy duro perderla porque no teníamos claro si podríamos volver a estar en otra, porque era en Barcelona, delante de los nuestros, y porque era la última posibilidad de España de ganar otro oro en unos Juegos en que cayeron varios más", explica Ballart. que asegura que nunca ha vuelto a ver la final entera, y que no piensa hacerlo en el futuro.

Las mismas o parecidas sensaciones atesora Sergi Pedrerol: "Es dicíl explicar el dolor que sentimos pese a haber ganado una medalla de plata. Perder después de tres prórrogas es muy difícil de digerir, sobre todo tras el camino que realizamos para llegar ahí, tan duro psicológica y físicamente".

En ello tuvo que ver el técnico Dragan Matutinovic - "Pero pasamos de temer a Hungría a que los húngaros nos respetasen a nosotros", justifica Ballart- que logró que, aunque fuera para unirse contra él, sus hombres fueran "una piña, una familia, que es la base de los éxitos de los equipos".