Márquez se pasea en el GP de las Américas 2016

El año más difícil. El año en que se producen los cambios más importantes y retorcidos de las últimas décadas. El año que todas las motos son iguales. El año en que todas las centralitas electrónicas retrasan su calidad y utilidad cuatro o cinco años. El año que todo vuelve a ser algo más primitivo. El año que se cambia de marca de neumático, de la japonesa Bridgestone a la francesa Michelin. El año en que Yamaha aparece como la gran acaparadora de títulos, desde el de escuderías hasta el de constructores pasando, cómo no, por el tricampeonato de Jorge Lorenzo y el subcampeonato de Valentino Rossi. El año en que Honda vuelve a repetir errores de diseño, de idea, de concepto de moto, volviendo a apostar por sus cien ingenieros y no por su piloto estrella, Marc Márquez, el muchacho que se convirtió en el campeón más joven de la historia en todo (pole, victoria y título). Ese año vuelve la magia de Marc Márquez.

Ese año, 2016, es el momento, el tiempo, el instante, escogido por el joven tetracampeón de Cervera (Lleida), para resurgir, para reconstruirse, para surgir de la nada, de la derrota, de caídas, de venganzas absurdas y maltratos por parte del mito de los mitos, del icono Rossi, para dar los primeros zarpazos ahí donde empezó todo: Austin, el estado de la estrella solitaria; Texas, el país del 'sheriff'; Estados Unidos, el rincón del mundo escogido por Márquez para, casi de niño, en 2013, el año de su debut en MotoGP, lograr su primera pole, su primera victoria y estrenar liderato, algo que nadie había logrado a su edad, a tan corta edad.

A LA ESTELA DEL MITO

Aquel año (2013), acabó con Freddie Spencer, mito de EEUU y el más joven en conseguir antes todo eso, diciendo que nunca antes había visto un piloto como Marc. Y ayer, ante la mirada de Kevin Schwantz, el campeón que diseño el trazado de Austin, Márquez ganó, tras su cuarta pole, su cuatro GP consecutivo en el circuito de las estrellas. Y lo hizo, no solo con la pole, sino también con vuelta rápida. Y lo hizo de semáforo a bandera a cuadros. Y lo hizo siendo líder en todas las vueltas, en las 21 vueltas. Y lo hizo habiendo dominado el 94% de los entrenamientos («¡mierda!, perdón, perdón, se me escapó el warm-up, pero ha sido un gran día») y lo hizo, por fin, ante el aplauso de 56.528 espectadores. Claro que Valentino Rossi hacia ya muchas vueltas (19) que se había ido al suelo y, por tanto, ya nadie podía aplaudirle. El Doctor rodó sobre el asfalto porque empieza a costarle, y mucho, seguir a estos chicos.

TODO A LAS ESPALDAS DE MARC

Y eso que la carrera de ayer fue más lenta que la del pasado año. Eso le importó poco, muy poco, a Márquez. Ya lo dijo Livio Suppo, uno de sus jefes en Honda: «Si llegásemos aquí y no hiciésemos ningún entrenamiento, solo sacar las motos del camión y ponernos a correr, nadie le vería el pelo a Marc, que ganaría muy cómodo». Bueno, pues se hicieron sí, todos los entrenamientos, hasta una docena, pero nadie fue capaz de seguir, ni viernes, ni sábado, ni domingo, el trepidante ritmo que imprimió Márquez, mister Austin, el sheriff de MotoGP, el Matrix de las motos como comentó, graciosamente, el actor Keanu Reeves, nada más llegar a la parrilla de Texas.

Porque Márquez, mientras los demás se caían, volaba bajito sobre el resbaladizo asfalto de Austin. Se escapó al apagarse las luces, hizo cuatro vueltas rápidas en los cinco primeros giros y adiós, se fue, no lo vieron. O sí, solo el colin de Honda RC213V, la única moto alada que corre, que se aguanta, que vuela, que bate récords, que vence a las Yamaha y a las Ducati oficiales.

ACCIDENTE DE PEDROSA

Mientras Márquez abría hueco, Rossi empezaba a arruinar su venganza y Dani Pedrosa destrozaba la gloria, de nuevo, del pobre Andrea Dovizioso, al que, en Argentina, tiró su compañero Andrea Iannone cuando tenía el podio asegurado y ayer empujó (por suerte no le dañó, pues pudo, sí, pudo) el veterano piloto catalán de Honda, al que se le fue la moto de delante y se estrelló contra la Ducati del nº 4.

Todo eso, y más, ocurrió a las espaldas de matrix Márquez, que llega a Jerez con 21 puntos (casi una victoria) de ventaja sobre Lorenzo. «Algo que me parecía imposible, increíble, irrealizable hace tres meses». Cuando empezó todo cuesta arriba.