La mamá blanca de Tommy Nkono

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Mantienen las manos entrelazadas durante las casi dos horas de entrevista. Ella no para de hablar. Él asiente más que charla, como suelen hacer los porteros; tímidos, imprevisibles. Pero imprescindiblesTommy Nkono tuvo una vida en Camerún. Y otra muy distinta en Barcelona, en el Espanyol, club al que llegó en 1982 sin conocer nada ni a nadie, a los 26 años. No hablaba castellano, así que al guardameta africano le asignaron una acompañante, Julia Contreras, una mujer muy conocida entre los 'pericos' pero sin vinculación alguna con el club que entonces presidía Antonio Baró. Ese día, cerca de plaza Catalunya, nacía una relación especial. Ella ha cuidado del futbolista y de su familia durante más de 30 años. Hoy es Tommy, su mujer y sus hijas las que miman a la que consideran su "mamá blanca"

La lucidez de doña Julia es envidiable. A sus 88 años. Se acuerda de casi todo; un anecdotario repleto de situaciones desternillantes. Pero también trágicas. El actual entrenador de porteros del Espanyol la corta cuando cree que se excede en el elogio, o cuando se relame en la crítica.

Julia nació en Guadarrama en 1928. Su padre la llevaba al campo del Real Madrid a ver los partidos, pero ella se quedaba debajo de la silla jugando con las muñecas de trapo que le hacía su madre. Llegó a la capital catalana recién cumplida la mayoría de edad, y al año siguiente se casó con Manolo. "Mi Manolo". Al poco de vivir juntos, Julia se encontró debajo de la almohada un regalo inesperado. "El carnet del Espanyol. Él era muy 'perico', y su padre también. Al principio fui a los partidos un poco a la fuerza, pero pronto cogí afición". Lo que pasaría en décadas venideras demuestra hasta qué punto llegó a comprometerse con la camiseta blanquiazul.

ZAPATAZO A NEESKENS

No recuerda cuándo fue, entre 1974 y 1979. Durante un Espanyol-Barça, desde su asiento de tribuna en el campo de Sarrià –"cómo lloré cuando lo derribaron"–, Julia le lanzó un zapato a Neeskens, el escurridizo mediocampista holandés del Barcelona. "Le dí en la cabeza. Me llevaron al despacho del presidente Meler. Me dijo ‘¿qué has hecho, Julita?’. Le expliqué que aquel futbolista era un sinvergüenza, que no paraba de darle patadas a Solsona. Me fui a casa sin un zapato".  'Sinvergüenza' ha sido siempre su improperio favorito. 

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En un partido en Pamplona, a mediados de los 80, al camerunés le hicieron una dura falta. "Me levanté y grité ‘¡canalla!". Se le escapó un bolsazo que tumbó al seguidor del equipo local que tenía sentado al lado. "El hombre no tenía ninguna culpa. Además ahí me conocían y siempre me trataron muy bien". 

Al poco de verse por primera vez, en ese día en el que Tommy debía cambiar francos por pesetas en el Banco de España, Julia ya empezó a trabajar en casa del portero, que por aquel entonces tenía dos hijas. Vivían en Capitán Arenas, y cuando papá tenía partido fuera, ella y Manolo se instalaban en el hogar de los Nkono. "Cuando volvía, si había perdido, se iba a la cama sin cenar. Me acuerdo la final de la Copa de la UEFA, contra el Leverkusen, en 1988. Perdimos en los penaltis. Al regresar a Barcelona, Tommy no quería hablar con nadie. Estaba deshecho. Yo lloré muchísimo; Manolo rompió un vaso".

ABUELA Y MADRE

Cuenta Julia que el portero no era un hombre caprichoso, ni exigente, que era y es feliz con poca cosa. Él mandaba en el campo. Pronto se convirtió en el corazón del equipo. En casa, sin embargo, el cetro se compartía entre Tommy, su esposa Ginette, y Julia. "Ha hecho de abuela y de madre de todos. Para nosotros es una más de la familia. Por eso, como señal de amistad y reconocimiento, quisimos que Julia y Manolo fueran los padrinos de nuestra hija pequeña, Karine. Fue un modo de reconocer todo el cariño que nos han dado". 

Tommy se deja acariciar con la timidez del hijo que no quiere que su madre le afee que lleva la mejilla manchada. Se acuerdan juntos de Manolo, fallecido hace cinco años. Todas esas navidades que pasaron en casa de los Nkono. Tommy le describe "callado y muy reservado; una persona excepcional". "Eran iguales", aporta ella. 

Sobre los porteros que sucedieron al meta camerunés, a Julia solo le convenció Kameni. "Era un poco como Tommy, pero más hablador. Los de ahora, no sé...". "¡Pero si lo entreno yo!", reprende el exfutbolista. "Pero no son como tú".