UNA LEYENDA DEL FÚTBOL EN BARCELONA

«Maier no me habló en 35 años»

Panenka explica cómo marcó al legendario meta alemán el penalti más famoso del fútbol

Antonin Panenka, anoche en Barcelona.

Antonin Panenka, anoche en Barcelona.

JORDI TIÓ
BARCELONA

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Dio la gloria a una selección y a un país que ya no existen (Checoslovaquia se disolvió en 1993), pero la forma como lo hizo quedará para la eternidad en la memoria colectiva del fútbol mundial. Así de mágico, increíble y atrevido fue el decisivo penalti que Antonin Panenka, nacido en Praga hace 64 años, marcó al legendario Sepp Maier, portero de la mejor Alemania de todos los tiempos. Era la final de la Eurocopa de 1976, disputada en Belgrado. El partido acabó 2-2 y, tras la prórroga, se llegó a la lotería de los 11 metros. A Panenka le correspondió lanzar el último. Mientras caminaba pausado hacia el punto donde debía colocar el balón, decidió que lanzaría como nadie lo había hecho antes.

«Todos los porteros esperan hasta el último momento para tirarse a la derecha o a la izquierda. Por eso decidí lanzar un globito muy suave por el centro». Y así fue como Panenka marcó a lo Panenka, esculpiendo su nombre en la leyenda del fútbol y ridiculizando a otra leyenda. «Maier no me habló durante 35 años. Cada vez que nos veíamos se le notaba incómodo y siempre esquivaba hablar del tema en las entrevistas. Pero no creo que le ridiculizara, eso es algo de la prensa. Yo solo pensé en la mejor forma de marcar y ganar», recuerda el ahora presidente de honor del Bohemians de Praga, que ayer visitó Barcelona invitado por Panenka, la revista de fútbol que lleva su nombre.

El bigote de siempre

Con una indisimulable barriga, aunque tolerable, su peinado característico y su eterno bigote, algo que distinguió a muchos futbolistas de los 70 -«la moda ha cambiado; ahora se llevan los tatuajes y las crestas», dice jocoso-, Panenka recuerda cómo se le ocurrió empezar a lanzar penaltis con ese estilo único. «Al acabar los entrenamientos con el Bohemians siempre me quedaba a tirar penaltis y el portero, que era muy bueno, los paraba casi todos. Nos apostábamos dinero, chocolatinas y cervezas, y yo siempre perdía. Por eso pensé en una forma especial de lanzar y se me ocurrió hacerlo así. Y funcionó. Pero aquello tuvo una cosa buena y otra mala. La buena, que empecé a ganar las apuestas; la mala, que engordé porque me comía las chocolatinas y me bebía la cerveza».

Poco a poco, empezó a probar el sistema en partidos amistosos. Hasta que llegó el decisivo lanzamiento de la final de Belgrado. «En toda mi carrera lancé 30 penaltis de esta forma y marqué 29», recuerda orgulloso Panenka, que ayer, en la antigua fábrica Damm, desveló un deseo que mantenía oculto. «Sería un gran honor para mí que Messi lanzara un día un penalti con mi estilo». Es curioso porque Leo, que ha batido todos los registros, no ha lanzado nunca un penalti a lo Panenka. Así que el azulgrana ya tiene un nuevo reto.

Para el exjugador checo, Messi no se puede considerar el mejor de todos los tiempos porque cree que cada época es diferente y no se pueden comparar. «Lo que sí está claro es que Messi es un adelantado a su tiempo, capaz de inventar en el fútbol, como en su día lo hicieron Pelé, Maradona y Cruyff».

También Panenka fue un visionario, aunque en su país muchos le han negado el reconocimiento que sí ha tenido en medio mundo. Se nota que eso le duele. «Me decían que por una patadilla que dí a una pelota no me iba a hacer famoso. Y yo les contestaba que Edison solo inventó la bombilla y fue muy famoso». Por eso el exdelantero está «muy agradecido» a los responsables de la revista cuando un día se presentaron en su casa para pedirle que dejara poner su nombre a la publicación. «En mi país nunca más se han acordado de mí», dice el exjugador, que militó en el Bohemians (1967-81) y Rapid de Viena (1981-85), donde ganó dos ligas y quedó subcampeón de la Recopa de Europa.

Panenka, que afirma que su mejor sucesor tirando penaltis es Totti, del Roma, desvela que a lo largo de su vida ha aplicado un lema que le contó un viejo entrenador checo. «Intenta siempre que te aplaudan cuando te marches y no cuando llegas», le dijo un día ese sabio del fútbol. Muchos le siguen aplaudiendo. Maier, no. Aunque ahora, por lo menos, ya le habla.