EL PRIMER GRAN DUELO DE LA TEMPORADA

De Madrid al suelo

El Barça sucumbe en el Bernabéu tras haber podido sentenciar en una dolorosa caída en picado

Neymar, tendido sobre el césped del Bermabéu, durante el clásico

Neymar, tendido sobre el césped del Bermabéu, durante el clásico / periodico

DAVID TORRAS / MADRID

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Lo que empezó con un rondo de tres minutos, con el Madrid detrás del balón, Pepe de rodillas ante Neymar y el Bernabéu en silencio, acabó de la peor manera (3-1), con el Madrid desatado entre "olés" y un Barça roto de arriba a abajo, con la imagen por los suelos, empequeñecido en un escenario que estaba acostumbrado a conquistar con el balón. A la que este sábado lo perdió, quedó sepultado por la furia blanca. El Barça salió líder, a un punto ya, pero perdió mucho más que los tres puntos. Perdió la imagen y dejó la sensación de no ser todo lo fuerte que parecía tristemente en el territorio donde antes venía a ganar las Ligas.

El Bernabéu acabó botando, entre los cánticos de "Y viva España", una ceremonia conocida, a la que asistió en primera fila del palco José María Aznar, sentado al lado de Josep Maria Bartomeu, y que en los últimos años había tenido que tragarse ante la hegemonía azulgrana. Pero el Barça, que tan bien empezó, se fue alejando de sí mismo hasta desaparecer, roto, extraviado, lejos, muy lejos de la idea original con la apareció en el campo. Pudo ser peor, de no ser porque el Madrid dejó pasar unas cuantas ocasiones en un sinfín de carreras a campo descubierto, un paraíso que el Barça le brindó cuando se deslomó, sin cabeza y sin piernas para recuperar el pulso.

El partido deja un mensaje inquietante si se suma al de París, el único tan exigente hasta ahora, y que se cerró con otros tres goles en contra. El Barça está a medio hacer, y en esa búsqueda entre lo que fue y lo que será, vive momentos de incertidumbre, incapaz de recuperar la hoja de ruta, como si no supiera si ir o quedarse, y por dos caminos diferentes, el PSG y el Madrid, han dejado al descubierto una larga lista de puntos flacos.

La parada de Casillas

Como si quisiera honrar la memoria del mejor Barça, que se paseó unas cuantas veces por el Bernabéu, siempre con la pelota, Luis Enrique recuperó el trío que mejor interpreta (o interpretaba) esa fórmula, y puso a Xavi junto a Busquets Iniesta, en lo que era una declaración de principios. Un tridente, convertido en un cuarteto con Messi. A la que el 10 arrancó desde la derecha, ya hubo quien intuyó que estaba a punto de pasar algo gordo. Y pasó, con Neymar metiendo el gol que iguala todos los que metió la pasada temporada, y con Suárez dando la impresión de que no era el primer día que jugaba.

Todo pudo cambiar si a Casillas le hubiera dado por mandar a paseo al Bernabéu ante algún que otro silbido, y cruzarse de brazos en lugar de salvar el 0-2 de Messi en una parada del Casillas de toda la vida. Ahí estuvo el partido del Barça y ahí empezó el del Madrid, que se enganchó para no perder la costumbre con un gol de penalti de Cristiano tras unas manos de Piqué. Tiene algo de simbólico que el récord de Bravo (755) se acabará en Chamartín y de penalti, justo después de que el árbitro dejara pasar un agarrón de Marcelo a Neymar. Pero ni una excusa porque en el partido que se reinició, se rompió esa igualdad y el Madrid se impuso de principio a fin.

Cadena de errores

El Barça se rompió en dos córners, uno en cada área. En el primero, Pepe se alzó por encima de todos; en el segundo, dejó una cadena de errores inexplicables en un equipo de su altura. Desde el precipitado cambio de Xavi por Rakitic en el lanzamiento de esquina, hasta el infantil doble error de Iniesta y Mascherano ante Isco con toda la ventaja del mundo. Un ridículo que el Madrid resolvió con tres pases, De portería a portería, como toda la vida, y sanseacabó. Tremendo.

Un calvario que Luis Enrique sufrió de pie, fuera del banquillo, entre la rechifla de quienes le tienen por el peor enemigo, y que le maltrataron más que a Messi. Nadie mejor que Leo y a su lado Neymar para retratar esa caída en picado. A correr, al Madrid le ganan muy pocos, y ni este Barça en evolución puede competir. Y tuvo suerte de que Isco, el nombre que coreó el estadio varias veces, pasó por delante de un Cristiano que, en un partido a su medida, se quedó siempre a medio camino.

Messi, también. No hubo que parar el juego por el récord de Zarra, que sigue como estaba, aunque curiosamente desde Madrid han empezado a desenterrar goles perdidos de Zarra para complicarle la vida a Leo como han hecho tantas y tantas veces. Lo batirá sean los que sean. Pero necesitará que el Barça encuentre sus señas de identidad. De Madrid ha caído al suelo.