Machín: "Cuando Montilivi anima, se me pone dura"

El entrenador del Girona agradece a su afición el impulso final que dio a su equipo para vencer, anoche, al Mallorca en el minuto 88

Pablo Machín, en la sala de prensa de Montilivi.

Pablo Machín, en la sala de prensa de Montilivi. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / GIRONA

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Pablo Machín (Soria, 1975), todo corazón y un enorme profesional, lleva años dejándose la vida y todo lo que sabe, que es mucho, por conseguir que el Girona ascienda a Primera División. Lo ha intentado en los dos últimos años y se ha quedado en la orilla, en el último partido de los dos últimos play-off de ascenso, el primero perdido, en Lugo, en el minuto 92. De modo y manera que Machín, entrenador de los gerundenses, vivió anoche un partido trepidante frente al Mallorca (1-0), que en la primera parte mereció irse al descanso ganando y que, al final, por la perseverancia y, sobre todo, la pizarra y estrategia de Machín, acabó encajando un gol de saque de esquina que le sirvió al Girona para mantenerse segundo, en posición de ascenso directo, “aunque aún falta un mundo”, como reconoció Machín.

LOS GLADIADORES DE MACHÍN

El caso es que este hombre, que reconoce haber convertido a sus hombres “en auténticos gladiadores sobre el césped”, al que le da igual poner a uno u otro “porque sé que se van a dejar la vida en el campo”, se sentó anoche en la coqueta y diminuta sala de prensa de Montilivi henchido de orgullo, satisfacción y felicidad. No solo por la victoria in extremis, el segundo puesto y el enorme trabajo desplegado por su equipo. No, Machín estaba esta vez orgulloso de su público, de su afición, que, en número de 5.773 espectadores, había animado y empujado a sus hombres hacia la victoria en el último cuarto de hora frente al Mallorca.

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De ahí que, cuando le preguntaron por el público, Machín se viniese arriba y, con tiento, con mucho cuidado, pero muy, muy, fogosamente, dijese lo que dijo. Y eso que antes, un par o tres de segundos antes, dijo en voz alta “no debería decirlo, no debería decirlo” y lo alargó aún más “no, no, no debería decirlo, pero, sí, lo voy a decir”. Y lo soltó: “Cuando Montilivi anima como ha animado hoy a mi equipo, a mí se me pone dura”.

UNA AFICIÓN POCO PASIONAL

Machín sabe en qué ciudad vive. Machín sabe qué tipo de afición, acomodada, señorial, rica, tiene. Machín quisiera, por supuesto, que los suyos fuesen seguidores calientes (en el buen sentido de la palabra, de animar, de griterío, de empujar, de intimidar al rival), pero es perfectamente consciente de que tiene que conformarse con lo que le den. “Por supuesto que me encantaría que Girona fuese más futbolera de lo que es”, reconoció Machín a EL PERIÓDICO, “pero creo que hemos logrado que nuestra gente se sienta muy orgullosa de su equipo y que se apasionara por sus victorias”. Anoche vinieron a Montilivi los 5.000 y pico de siempre. “Si fuésemos 15.000, tendríamos ganados entre 6 y 9 puntos cada año, pero estoy muy contento con los que vienen”.

GOL DE ESTRATEGIA

Este técnico soriano sabe que él y sus chicos tienen que picar mucha piedra para salir adelante y mantener viva la lucecita del ascenso a Primera. Por eso, en los últimos entrenamientos antes de recibir al Mallorca, su equipo se pasó un montón de horas ensayando faltas y saques de esquina. “Sabíamos que el Mallorca ha perdido este año un montón de puntos y partidos en jugadas de estrategia, a balón parado, en corners y faltas sobre el área. Sabíamos que sufren falta de atención y concentración en esas acciones y, a dos minutos del final, hemos recibido el premio: corner sacado magistralmente por Granell y remate fantástico de Juanpe”.

El Girona empieza a estar más cerca del poderoso Levante, líder indiscutible, que del tercero, de ahí que alguien le preguntase a Machín si se veía con fuerzas de, incluso, alcanzar a los valencianos. “No soy yo persona de declaraciones ilusas y, la verdad, el Levante está intratable porque ha diseñado un proyecto de Primera en Segunda. Da la sensación de que juega otra Liga y dudo que podamos alcanzarle. A nosotros, seguir siendo segundos, nos cuesta cada jornada sangre, sudor y lágrimas, con un club, una plantilla, una historia y unas pretensiones mucho más modestas que las del Levante”.