«El elogio debilita»
Luis Enrique apela a la máxima prudencia ante las buenas perspectivas de otro triunfo sobre el Levante
Sumar el quinto partido (cuarto de la Liga) con victoria y sin encajar un gol parece un objetivo asequible para el Barça en su visita al campo del Levante, el colista, que solo ha arañado un punto de nueve. "No nos creamos el centro del mundo", avisó Luis Enrique, ante los pronunciamos que sugieren otro capítulo en el libro de las victorias. La advertencia del entrenador descansa en el elemental principio de la prudencia, pero dio tres razones adicionales.
La primera es la necesaria humildad. "El elogio debilita", dijo el técnico, aunque él no se sienta especialmente fuerte. "Como mi mujer me lo critica todo, no me agrando; cuando llego a casa me pone en mi sitio", explicó con humor. La segunda era más de tipo deportivo: "Quedan muchas cosas por mejorar, esto es un viaje en continua evolución". Y la tercera tenía que ver con las características del fútbol: "No olvidemos que es uno de los pocos deportes en el que puedes ganar un partido con solo defenderte".
Lo que podría suceder hoy si las perspectivas se cumplen: que el Levante se encierre atrás y lo fíe todo a un contraataque (Luis Enrique destacó sus transiciones desde la defensa) o a una jugada a balón parado. Lo que, paradójicamente, salvó al Barça ante el Apoel de Nicosia el miércoles un ejemplo que acreditaría todos los motivos por los que el entrenador es reacio a un exagerado optimismo.
El centro del mundo
El cuadro chipriota mantuvo al Barça con los pies en el suelo, y Luis Enrique prefiere que sus jugadores no los despeguen. Y menos en septiembre, cuando el equipo anda en pañales, sin que el técnico, deslizó, haya podido tocar siquiera aspectos concretos del juego. Al Barça le falta fluidez y un mayor abanico de soluciones para superar con menos agobios los planteamientos defensivos.
"No nos creamos el centro del mundo, en un partido de fútbol hay dos equipos y el otro también trabaja y pelea", observó, apelando a los sentimientos que pueda tener el Levante, sus jugadores y su entrenador. Los que tuvo él con el Celta cuando se enfrentaba a un Barça o a un Madrid que le pudieran mirar por encima del hombro.
Un grupo feliz y divertido
Por ahora no tiene quejas del comportamiento de sus jugadores en el terreno de juego ni fuera de él. Aunque Neymar estuviera el viernes en una fiesta en Milán y lo anunciara en las redes sociales. La actividad privada no es de su incumbencia.
"Me encanta que sean felices, espontáneos y divertidos; que se lo pasen bien en los entrenamientos ya me encargo yo", dijo. Tampoco tiene reproche alguno hasta ahora: "Cuando consigues que haya ese aire de máxima exigencia, solo es cuestión de elegir".
La jornada anuncia otra sesión de rotaciones a mansalva. Habrá que esperar a verlas, como habrá que esperar a ver si el desenlace de la temporada es como el del inicio. "Lo único que nos haría merecedores de elogios, hacer felices a los culés y sentirnos satisfechos sería ganar títulos". El fin último.
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