LA JORNADA DE LIGA

Lloró hasta el balón

Xavi se emociona en su discurso de despedida tras el partido de Liga entre el Barça y el Deportivo.

Xavi se emociona en su discurso de despedida tras el partido de Liga entre el Barça y el Deportivo. / periodico

MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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No solo lloraba Xavi sentado en el banquillo después de que el Camp Nou, su hogar durante las 17 últimas temporadas, se estremeciera al verle abandonar el césped. Su jardín, su casa. Lloró Xavi, lloró el culé, lloró el fútbol, lloró hasta el balón... Es verdad que le quedan también dos misiones, y realmente trascendentales por cumplir (el sábado la Copa y el 6 de junio la Champions en Berlín contra la Juventus), pero no podrá olvidar nunca Xavi lo que vivió este sábado en una festiva tarde primaveral. Al fútbol le dio tanto, fue el símbolo del mejor Barça y de la mejor España, el jugador más influyente, el que demostró que no hay músculo más importante que el cerebro, que era de justicia que se lo devolviera. No, no bastaba con una Liga. A él no le basta.

«Me habéis hecho el hombre más feliz del mundo. Y no solo ahora sino durante 17 temporadas», dijo Xavi con el corazón encogido y el alma destrozada de tanto llorar. Lloró en el banquillo, lloró en la vuelta de honor con el equipo, lloró también cuando cogió ese micrófono para despedir toda una vida y lloró, por supuesto, cuando el club, que organizó un homenaje a la altura de la «leyenda», como le calificó Iniesta, que se iba, le enseñó el camino para recorrer el Camp Nou solo.

Iba solo, pero escoltado por millones y millones de culés. Los que había en el estadio. Los que estaban fuera, todos unidos por un jugador nacido en Terrassa, pero patrimonio del fútbol. Ya no solo pertenece al Barça cuando llegó con apenas 11 años después de que le descubrieran dos años antes, pero sus padres, Joaquím y Maria Mercè, los pilares de su vida, no quisieron dejar escapar de su casa en la Plaça del Progrès a ese diminuto tesoro. «Muchas gracias por todo, muchas gracias...», decía el capitán sin poder enganchar en ese momento un par de frases.

«¡SOIS UNA PASADA!»

Tragaba saliva el capitán, él un tipo tranquilo, superado por la emoción de un momento único. Ni siquiera Xavi habría imaginado una despedida así, con las lágrimas recorriendo su rostro. «No sabéis lo orgulloso que me siento de haber sido jugador del Barça», proclamó con el mundo por testigo. «Somos el mejor club del mundo, digan lo que digan», anunció después ejerciendo de culé. Antes en el Camp Nou; pronto en Catar donde no se va solo a formarse commo ha dicho él sino también a enseñar a jugar a fútbol. «¡Sois una pasada, de verdad! Muchas gracias, muchas gracias. Gracias a mi mujer, a mis hermanos, a mi hermana, a mis padres, a todos... A mis amigos que están aquí todos», recordó el líder de la tribu culé. Y hasta en el penúltimo día, Xavi fue Xavi.

Tanto en el campo (108 pases buenos de 116 en sus últimos 85 minutos de Liga) y fuera cuando, con las lágrimas sacudiendo las entrañas del barcelonismo, lanzó el gran mensaje. «Os cito aquí dentro de 15 días. Esto no se ha acabado todavía. Queremos la Champions y la Copa como ha dicho el míster», aseguró el capitán azulgrana, quien se despidió de la Liga ejericendo de interior izquierdo. O sea, de 10. Empezó con Van Gaal siendo un cuatro, el sucesor de Guardiola con el peso que eso implicaba, Rijkaard lo adelantó, Luis le hizo sentir que hasta con 10 japoneses podía conquistar el mundo, Pep le dio el Barça y él le devolvió una obra cumbre. Y el balón, que tanto amó, lloró anoche de forma desconsolada. Se siente huérfano.