Lluvia de yuanes en la Liga de China

Los clubs chinos irrumpen en el mercado futbolístico con fichajes multimillonarios, el último Alex Teixeira, por 50 millones

Aleix Teixeira, en el Shakhtar Donetsk.

Aleix Teixeira, en el Shakhtar Donetsk. / AP

ADRIÁN FONCILLAS / PEKÍN

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El goteo de noticias dificulta la sorpresa ante el dato: nadie ha gastado más en fichajes en la última temporada que la Superliga china, ni siquiera una Premier hipertrofiada por los derechos televisivos (302 millones de euros frente a 295). Este dato les sorprenderá más: la Liga Española, cuna de los últimos ganadores de la Champions, y la Bundesliga, la competición del pulmón económico europeo, gastaron menos que la League One, la segunda división china, según la web alemana Transfermarkt. Y aún quedan unas semanas para el final del período de compras en China.

Alex Teixeira se ha ido del Shakhtar Donetsk al Jiangsu Suning por 50 millones de euros. Antes se fue Jackson Martínez del Atlético al Guangzhou Evergrande por 42 millones; Ramires, del Chelsea también al Jiangsu Suning por 28... Son tiempos de frenesí. Teixeira ha necesitado solo dos días para arrebatarle a Jackson Martínez el récord de compra más onerosa del fútbol asiático y Elkeson protagonizó el mayor traspaso entre dos clubes chinos. El clima económico sugiere que serán batidos pronto.

Pescar en equipos punteros

Del listado reciente de fichajes, si nos abstraemos de las cifras, cabe sacar varias conclusiones. Los equipos chinos solían nutrirse de mercados exportadores como el argentino o brasileño o de jugadores europeos en su otoño laboral. Ahora pesca también en equipos punteros como Atlético de Madrid, sin apreturas económicas como el Chelsea o históricos como el Roma. Y están en edad de merecer. Jackson tiene 29 años y, aunque su estancia en Madrid difícilmente podría calificarse de exitosa, solo meses atrás era el objetivo de las grandes escuadras europeas. El Liverpool llevaba semanas detrás de Teixeira.

Eso diferencia a China de otros mercados futbolísticos también inmaduros y boyantes como EEUU u Oriente Medio, capaces de reclutar solo a jugadores descatalogados.

Hay más: los grandes desembolsos no son privativos de un par de equipos como en la liga española, lo que sugiere la intención de un desarrollo más equilibrado de la competición con una subida generalizada del nivel. Los salarios son la razón principal del desembarco, pero también ayuda un plan a largo plazo que descarta pertinaces fracasos como el del soccer estadounidense. Entrenadores de prestigio como Luis Felipe Scolari, Sven Goran Eriksson, Alberto Zaccheroni o Gregorio Manzano han aportado su knowhow a un país que en el fútbol, como en tantos sectores, parte con décadas de retraso.

Más espectadores

El aluvión de compras de jugadores sucede al de clubes europeos. Una lluvia de yuanes ha caído sobre el Espanyol, el Atlético de Madrid, el Slavia de Praga o el ADO Den Haag en los últimos meses. La ofensiva china descansa en razones económicas, deportivas y políticas. No es raro que las grandes corporaciones chinas inviertan en fútbol después de que Pekín subrayara la urgencia de superar el tradicional ridículo. Xi Jinping, presidente chino y reconocido futbolero, presentó dos años atrás un ambicioso plan que incluye borrar la corrupción de los torneos nacionales y la construcción de 20.000 nuevos campos e instalaciones antes del 2017 para que alumbren a unos 100.000 jugadores.

Los esfuerzos se notan tímidamente. Los aficionados chinos, que habían dado la espalda a la Súper Liga años atrás por el generalizado amaño de partidos y otras prácticas poco edificantes, han vuelto a los estadios. Los equipos más célebres atraen ya a una media de 40.000 espectadores. Corregir la senda de su calamitosa selección, foco inacabable de humillaciones, se antoja más complicado.