El Levante vuelve a Primera atado a sus raíces

El club granota rechazó hace dos años una oferta millonaria y eligió ser fiel a sí mismo pese al descenso

Los jugadores del Levante celebran el ascenso.

Los jugadores del Levante celebran el ascenso. / periodico

NACHO HERRERO / VALENCIA

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El domingo por la noche el canterano y capitán Rubén García coronó la Fuente de las Cuatro Estaciones con la bandera del Levante y se llevó la mano al escudo y al corazón. Abajo retumbaba "Se siente, se nota, València es granota". Jugadores y directivos animaban a los suyos a presumir de colores e identidad. Fue el simbólico final a una pesadilla que, paradójicamente, empezó tras mantenerse el club fiel a sus raíces, pero de la que sale reforzado y de nuevo en Primera.

En julio de 2015, el Levante dejó pasar el que algunos dijeron que era el tren de su vida, pilotado por el banquero Robert Sarver. El propietario de los Suns de la NBA ofreció 56 millones de euros para comprar las acciones, dejar a cero la deuda hipotecaria y reforzar la plantilla. Para disipar dudas, renunció a la propiedad del estadio y de la ciudad deportiva, que quedarían en manos de la fundación del club. A malas, siempre se podría pedir un préstamo con esos activos como aval y recuperar las acciones con un derecho de tanteo.

El Valencia acababa de cerrar una operación similar y al rebufo de esa negociación se había metido en la Champions. Todo parecía atado, incluso el presidente Quico Catalán parecía convencido pero llegó la votación y hubo sorpresa. Catorce brazos a favor y trece en contra, muy lejos de los dos tercios necesarios. ¿Qué pasó? "Preguntad a Quico", contestó Sarver, que le acusó de cambiar de opinión a última hora. El dirigente siempre recuerda que él solo tenía un voto y al final nunca quedó muy claro cómo encalló la suculenta oferta.

El Levante apostó por seguir siendo humilde pero, como avanzó el recuento, salió del proceso fracturado y se metió en una espiral que acabó en el descenso. Era imposible no acordarse de las promesas de Mr. Marshall cuando el equipo iba de cabeza a Segunda y hacía trizas el esfuerzo de los años anteriores, en los que el club había logrado estabilizarse en Primera e incluso jugar en Europa.

TITO Y MUÑIZ, APUESTAS

Parecía que había sido un error rechazar el caramelo. En la encrucijada, el club volvió a apostar por sí mismo. Eligió como director deportivo a Tito, un ex jugador granota pero el único candidato sin experiencia, y prometió a sus socios que si se sacaban el pase e iban a la mayoría de partidos lo tendrían gratis si subía a Primera. Y acertó. La austera revolución de Tito puso en manos de Juan Ramón López Muñiz, una de sus grandes apuestas, una plantilla que ha dominado la competición hasta firmar uno de los ascensos más rápidos de la historia. El Levante ya es de Primera mientras el Mallorca, el club que finalmente adquirió el inversor, está ya casi en Segunda B. Y el vecino de Mestalla está como está. Guiños del destino, premio a la fidelidad.