Ranieri, 'rey' a los 64

El entrenador italiano del Leicester gana su primer título de Liga después de una larga trayectoria por grandes clubs como el Roma, Valencia, Inter, Atlético, Juventus o Chelsea

Ranieri (con gorro) ríe feliz en el entrenamiento del Leicester tras ganar la Premier.

Ranieri (con gorro) ríe feliz en el entrenamiento del Leicester tras ganar la Premier. / periodico

POL GUSTEMS / LEICESTER

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"Los jugadores, su corazón y su alma". En estos tres conceptos resumió Claudio Ranieri el milagro del Leicester. 'Sir' Claudio fue asediado por las cámaras dentro de su vehículo a la entrada del campo de entrenamiento. No resulta sorprendente que el maestro italiano, amante de las viejas costumbres, programara una sesión matutina el día después del hito más importante de la historia del club. Los futbolistas se presentaron con rostros que descubrían pocas horas de sueño. Centenares de seguidores se aproximaron a la ciudad deportiva, algunos habiéndose pasado la noche en vela celebrando el título en los alrededores del King Power Stadium. El propietario tailandés Vichai Srivaddhanaprabha puso el toque distintivo aterrizando en su helicóptero privado. La ciudad de Leicester no durmió la noche del lunes.

Ranieri tenía una imagen de técnico malparado, casi perdedor, antes de conseguir una de las hazañas deportivas más increíbles de la historia. Al técnico romano le costó un par de reuniones convencer a los propietarios del club inglés, a quienes acabó llevándose al bolsillo explicando historias maravillosas de Francesco Totti Gabriel Batistuta. Pese a su condición de seguidor de la Roma, solo pudo entrenar al equipo de su infancia dos temporadas (2009-2011). Estuvo cerca del 'Scudetto', pero se le escurrió entre los dedos ante el Inter de José Mourinho. Hasta la presente temporada, hasta el milagro de Leicester, Ranieri siempre había estado en el sitio equivocado.

SIEMPRE EN EL SITIO EQUIVOCADO

Estuvo en el primer Nápoles sin Maradona a principios de los 90. Incapaz de levantar la Liga en la Fiorentina de 'Batigol' y Rui Costa. En el Valencia anterior y posterior a las finales de Champions y del doblete. En un Chelsea previo a la inversión decisiva de Roman Abramovich. Cogió a la Juventus recién ascendida de la Serie B y al Inter después del año del triplete, con la plantilla exhausta. En Mónaco no le fue del todo mal y con la selección de Grecia fracasó con todas las letras. El pasado verano cambió de montura y llegó a Leicester con un 'look' de profesor de escuela de magia. Unas gafas  redondeadas a través de las cuales se ha imaginado un cuento fantástico.

Ranieri, de 64 años, actúa en el área técnica como un abuelo protector que no desea que su nieto se caiga al suelo. Frunce las cejas, cruza los brazos y desprende una severidad ficticia hacia sus pupilos. Grita, pero no está enfadado. Corrige, pero después pasa la mano por la espalda de su futbolista. El entrenador italiano se ha convertido en una especie de padre de familia en la bonita historia del Leicester campeón. Incluso los jugadores le invitan a sus celebraciones. En el mes de abril, cuando el alemán Christian Fuchs cumplió 30 años, Ranieri tenía tantas ganas de mezclarse con la plantilla en un ambiente distendido que se presentó muy puntual en el restaurante. No había nadie. Se había equivocado de noche. Ranieri volvió a presentarse al día siguiente, el correcto, y Fuchs podrá contar que una vez su entrenador asistió dos veces a su fiesta de cumpleaños.

UN TIPO DETALLISTA

Al técnico italiano le ha cambiado el rostro y el discurso a un club otrora antipático. El italiano es de otra pasta. Ha decorado su despacho con fotografías de todos los técnicos de la Premier League solo para que se sienten cómodos cuando le visiten tras los partidos.

¿Qué le espera ahora a Leicester? Ranieri no ha tardado ni un día en poner la prudencia sobre la mesa. "No, esto no se puede repetir. El proyecto era crecer juntos poco a poco y quizá en cuatro años pelear por jugar la Europa League", sentenció. "Esta temporada se ha salido del guion. La temporada que viene nuestra lucha será acabar entre los 10 primeros". Acabado el entrenamiento, la locura seguía intacta. Ranieri llevó a la plantilla a un restaurante italiano en el centro de la ciudad para celebrar el título. Los futbolistas encontraron un seguidor entre la muchedumbre cuya semejanza física con Jamie Vardy era increíble y decidieron invitarlo a comer con ellos. Las imágenes del autobús, rodeado de aficionados, eran las propias de una rúa de celebración. Lo nunca visto en Leicester un martes al mediodía.