Landa es el futuro

El ciclista vasco gana la cruel etapa diseñada por un combativo Purito y Aru conquista el liderato

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SERGI LÓPEZ-EGEA / ENCAMP (Enviado especial)

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A cinco kilómetros creyó que se acababa el mundo, que Andorra era un infierno más que un paisaje de montañas, verdes en verano, nevadas en invierno. A cinco kilómetros tuvo que tirar de coraje, concienciarse de que no le dolían las piernas y que si iba el primero, en la hoguera de cimas escogidas por Purito Rodríguez, era porque en el fondo no andaba tan mal. Mikel Landa triunfó en el territorio de Purito. Ganó una etapa presentada en sociedad como la de mayor desnivel positivo acumulado (casi 5.000 metros) en 80 años de Vuelta. Una etapa que pasará a la historia por el sufrimiento de los grandes. Y sobre todo de un Chris Froome, herido en combate, que ha quedado al borde de la retirada.

Landa, 25 años, tercero en el Giro, el corredor que llegó con dudas a la Vuelta, es el gran futuro del ciclismo español, con unos corredores que, sin embargo, parecen no envejecer todavía, porque si Landa ganó, si Landa demostró que lo ocurrido en la ronda italiana en primavera no fue un espejismo, Purito Rodríguez peleó hasta la última fuerza, hasta el límite para no entregarse y para continuar soñando con algo difícil pero no imposible: la victoria en la Vuelta, en una ronda española que, desde ayer en Cortals d'Encamp, tiene un corredor destacado, el único al que Purito no pudo seguir: Fabio Aru.

LA FUGA BUENA

Landa se tomó la libertad, la que sabía que nadie osaría quitarle en un Astana que, en ocasiones es un caos. Se coló en la fuga buena del día. Pero lo hizo más como abanderado de Aru, porque el objetivo inicial de la escuadra kazaja era el jersey rojo. Pero Aru se las apañaba solo, sin necesidad de ayuda. Y por eso Landa hundió la cabeza y se fue a por la victoria en una etapa única, la que le habría gustado ganar a Purito. «Sabía que iba a ser mi día grande y por ello me fugué. Y por ello me cogí la libertad».

En un ciclismo español que tiene a las principales figuras camino de los 40 años, Landa es algo así como una inspiración, porque solo un corredor con una clase soberbia es capaz de ganar una etapa como la de ayer, con seis puertos, uno detrás de otro, sin llano, solo subidas y bajadas: Beixalis -justo en el inicio de la subida del puerto y con apenas tres kilómetros de etapa se cayó Froome-, Ordino -donde comenzaron a cimentarse las fugas-, La Rabassa -más largo que duro-, La Gallina --una salvajada que fulminó a Froome-, La Comella -el lugar donde Landa ya se convenció de que podía ganar- y Cortal d'Encamps -la cima del ataque de Aru, de la reacción de Purito y de los problemas para Alejandro Valverde, por su caída del domingo, y Nairo Quintana, que amaneció con fiebre.

«Los últimos tres kilómetros fueron los más largos de mi vida». Landa no llegó bien a la Vuelta. Se había caído en la Vuelta a Burgos y quizá, tampoco, el ambiente en el Astana es el mejor del mundo. El jueves, por ejemplo, la primera vez, tras bajar del podio, que coincidieron Landa y Aru se dieron solo una palmada, sin abrazos emotivos. Landa correrá el año que viene en el Sky.

LA SORPRESA HOLANDESA

Aru fue el escogido para ganar el Giro que se llevó Alberto Contador. Y Aru, por encima incluso de Vincenzo Nibali, expulsado de la carrera en la segunda etapa, era el jefe de filas del Astana en la Vuelta. Ayer demostró que la elección no era equivocada. Él noqueó a todos los contrincantes excepto a Purito, perfectamente escoltado por Dani Moreno. Cuando Aru puso la directa solo el catalán lo pudo seguir.

Sin embargo, lejos de hundirse, un sorprendente ciclista holandés de solo 25 años, Tom Dumoulin, resistió. «Siempre tiene que haber una primera vez. Atención con él. Porque yo, como el resto de corredores, nos dimos a conocer un día cuando no contábamos», según la reflexión de Purito. Aru deberá estar atento a la pillería de Purito, a la reacción de un Valverde al que le cuesta rendirse. Y todos tendrán que intentar descolgar a Dumoulin en la nueva entrega de montaña (el sábado en Alto Campoo, el domingo en Cabrales y, sobre todo, el lunes, en una encerrona por Asturias con siete puertos de montaña y una llegada a la Ermita de Alba con rampas que alcanzan casi el 22%). De lo contrario, Dumoulin podría poner la ronda española patas arriba en la contrarreloj de Burgos. Es uno de los mejores en esta especialidad.

Purito, segundo de la general, con tan solo 27 segundos perdidos, peleó en su etapa. Atacó en la bajada de La Gallina, junto a Valverde, y pese a no ganar se sintió dichoso por el trabajo bien hecho. «Sigo estando segundo. Me he sentido fuerte y no he tenido ningún bache a pesar de que Aru ha ido más rápido», resumió el catalán. La Vuelta llega hoy a Lleida.