Laia Sanz, quien tiene la voluntad, tiene la fuerza

La campeonísima catalana narra en un libro su experiencia en el triunfante Dakar-2015 a través de sus canciones favoritas y decenas de anécdotas

Laia Sanz, en la presentación de su libro

Laia Sanz, en la presentación de su libro / PERIÓDICO

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / BARCELONA

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“No estoy aquí, no corro, no hago esto para demostrar que las mujeres pueden codearse con los hombres; lo hago porque me encanta, porque es un reto, para demostrarme a mí mismo que puedo”. Laia Sanz (Corbera de Llobregat, 11 de diciembre de 1985) acaba de publicar un apasionante libro ‘Quien tiene la voluntad, tiene la fuerza’ en el que trata de plasmar todas sus vivencias, una mezcla de vida y deporte, de experiencias en la pista, en la competición y en su vida diaria. ¿De dónde surge el título? Laia se había lesionado de una rodilla, estaba pasando un auténtico calvario, no se curaba bien, seguía compitiendo pero sufría, no ganaba y lo pasaba fatal. Y Jesús, su padre, uno de sus soportes vital junto a su madre Àngels, le regaló una pulsera con la inscripción ‘quien tiene la voluntad, tiene la fuerza’. Y Laia, no solo se recuperó, sino que llegó a ser novena (2015) en el Rally Dakar, la prueba más dura del mundo, proeza que, por vez primera,  conseguía una mujer.

“No tendré el talento innato de otros deportistas, pero siempre he sabido que trabajando duro puedes llegar a alcanzar tus metas”, señala Sanz en la presentación del libro, escrito por Eloi Vila, que ha descubierto, a lo largo de los dos últimos años, a una chica “en la que se mezcla todo pero, muy especialmente, su pasión por vivir y por correr, por defender que lo importante es el camino, crecer, aprender, y no ser la mejor, ganar, triunfar”. Para Vila, que ha compartido grandes charlas con la campeona catalana, “en Laia se mezcla, a veces, la memoria y la nostalgia, pero siempre, siempre, te cuenta lo que siente y sus vivencias, fuera y dentro de la pista, están reflejadas en este libro, estructurado en 13 capítulos, las mismas etapas que tuvo su triunfante Dakar-2015”.

Los capítulos (presión, tortura, muerte, lady Dakar, libertad, innovación, ambición, explosión, emoción, silencio, incertidumbre, destino y gloria) tienen como prefacio, como presentación, una canción: Wonderwall, de Oasis; Born to Run, de Bruce Springsteen; If God Will Send His Angels, de U2; The Funeral, Band of Horses; Ciao Pà, de Eros Ramazzotti; Father and Son, de Cat Stevens; Runaway, de Bon Jovi; Ink, de Coldplay; Sirens Call, de Cats on Trees; Always on My Mind, versión de Elvis Presley; Chuva, de Mariza; In a Little While, de U2 y Read All About It, de Emeli Sandé. “La música forma parte de mi vida desde que papá ponía Chaikovski a toda mecha en nuestro garaje. La música es el único momento que tengo para desconectar durante el rally. Son aquellas dos horas, a última hora de la tarde, en la que preparo el libro de ruta del día siguiente y también, sí, también, cuando hay enlaces y me pongo los auriculares para no dormirme”.

UN EJEMPLO A SEGUIR

“Me costó un poco convencer a Laia de que hiciéramos este libro, un texto ilusionante, que te engancha y que trata de esclarecer cual puede ser el camino a tomar cuando alguien decide ser pionera en algo y no tiene referentes, ni referencias, ni sabe el camino a seguir porque nadie antes lo había intentado”, cuenta Clara Sabrià, responsable de RBA Libros. “Laia no tenía modelos a seguir y tenía que luchar para que la gente la creyese y, de esta manera, con su estilo y empuje poder servir de modelo, sin pretenderlo, para los que quieran intentarlo como ella. Además, ella no tiene nada de heroína, no le mola ser ejemplo de nada, es muy sencilla, y por eso nos costó tanto convencerla”. Para Sabrià, el libro es “épico, apasionante, inspirador y muy, muy, emocionante”.

“Hemos tomado como referencia ese tremendo y duro Dakar-2015 para intentar plasmar en capítulos, en canciones, en vivencias cómo un rally de esas dimensiones, peligro y dificultad se asemeja a la vida, a los retos cotidianos”, explica Eloi Vila. “¿Puedo contarlo?”, le pide, de pronto, Vila a la piloto. “Puedes, no sé qué vas a contar, pero puedes, sí”. Y, entonces, Vila explica la segunda etapa de aquel Dakar, mientras Laia le mira con ojos atentos y casi asustados. Fue una etapa tremenda, de mucho calor (“de 52 grados y 625 kilómetros de larga”, añade Laia), en la que el final no llegaba nunca, nunca. “Era un camino eterno, sin fin”, sentencia el guionista. Y Laia empezó a escuchar el sonido de una moto que le perseguía, pero, cada vez que ella se giraba para verla, no había moto alguna. “Y, sin embargo”, sigue narrando Vila, “el sonido no desaparecía, a veces hasta parecía que la iba a atrapar, a superar, a adelantar”. Pero no había moto. Al final, en la meta, Laia explicó la experiencia a su fisioterapeuta y al doctor de la carrera. “No te preocupes, son lo que llamamos ‘alucinaciones acústicas’, que llegan antes que la ‘alucinaciones visuales’”, le contó el médico.

Es por ello que Laia considera tan duro y peligroso el Dakar. “Nos jugamos la vida y lo sabemos”, narra la campeona catalana, que peleará para intentar mejorar esa maravillosa novena plaza de aquel no menos maravilloso 2015. “Lo más importante es tener ‘coco’ y, sobre todo, conocer tus límites y nunca forzarlos, nunca superarlos, ¡jamás arriesgarte más de lo debido!” Por eso siempre tiene presente el whatsap que Àngels, su madre, le envía cada mañana antes de la salida: “Seny i sort”.