Las consecuencias de una derrota

A Italia le da la risa

La prensa ironiza sobre el estéril dominio de unos «marcianos» que han vuelto a la tierra

Decisivos 8 Muntari y Boateng, felices.

Decisivos 8 Muntari y Boateng, felices.

EMILIO PÉREZ DE ROZAS
BARCELONA

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Italia entera se está riendo. A carcajadas. Se parte de la risa. Ellos, inventores del catenaccio, dueños de saber cerrarse y abrirse con alas de mariposa, echar a volar y matar a picotazos, se mofaban ayer, tras el contundente 2-0 de San Siro, del fútbol inútil, del tiqui-taca del Barça

de Tito Vilanova y Jordi Roura. El resumen que hacían era sencillo: 805 pases, precisos, no errados, al sitio, para no disparar a puerta más que dos veces, no dominar el partido, ni el juego y mucho menos el marcador del partido.

«Allegri da una lección y devuelve a los marcianos a la tierra», proclamaba La Gazzetta dello Sport en la portada «¿De qué sirve tener el balón si no dispararas a puerta?, ¿de que te sirve dominar si te matan a la contra?», se preguntaba, irónico, el periodista Andrea Schianchi. Y con él coincidían todos los críticos del tocar, tocar y tocar como entretenimiento.

Regalar el balón

Porque esa misma prensa hablaba de la enorme posesión del Barça (73% frente al 27% del Milan) y de la exquisita precisión de los culés, que acertaron en el 90% de esos 805 pases. Para nada. Mientras que su Milan, con 294 toques y un acierto inferior, no mucho, sí, del 74%, marcó dos goles que ponen contra las cuerdas al Barça.

Y en ese ir y venir del balón entre los pies barcelonistas, los medios italianos hablan del mal partido del equipo catalán, especialmente de Messi, de Xavi, que tocó 151 balones pero perdió, extrañamente, 16, y de Iniesta, que fue el único que tiró, junto al cerebro azulgrana, a puerta. Y, alrededor de ellos, pululando, haciéndoles la vida imposible, los italianos elogian el partido de Kevin Prince Boateng, que tocó 69 balones y volvió a ser considerado «como una fuerza de la naturaleza al servicio del colectivo».

«No nos engañemos», escribía Fabrizio Bocca en su blog de La Repubblica, «el Milan salió con el pesimismo lúgubre que genera este tremendo Barça, pero acabó imponiendo su estilo de forma contundente». Para Bocca, como para Schianchi, «fue muy raro ver errar tanto a Messi, chocando continuamente contra el muro italiano». La conclusión de Bocca es la de toda Italia y, tal vez, de media Europa: «Quedó claro que existen grandes equipos, grandes campeones pero no equipos invencibles».

Ni que decir tiene del alegrón del popular Adriano Galliani, administrador del Milan. «Sabíamos que el Barça tendría el balón más que nosotros, pero fuimos listos y se lo regalamos en el centro del campo, siendo veloces y eficaces en el contragolpe». Galliani reconoció que el miércoles le costó mucho dormir. «Fue tremendo lo que vivimos en San Siro y, cuando llegas a casa, te cuesta conciliar el sueño de la emoción». Ni que decir tiene que Galliani es el primero en recordar que «falta la vuelta».